Huele a ajo.
Ajo.
Ungüento.
La mezcla de ambos…
Piso 13.
-
Sí, así es. – Dijo después
de carraspear, aferró con fuerza el asa de su bolso y quiso trepar por la pared
o algo así en un esfuerzo para alejarse y él ya no sintiera el olor. Dio un
paso a un lado.
-
Y también a algo más…
- Insistió él y con toda la naturalidad del mundo elevó esa bella nariz y
aspiró con fuerza.
De
adolescente había pasado por infinidad de situaciones desagradables. En una
ocasión por sus prisas al salir del baño, parte de su falda había quedado atrapada en su ropa
interior, se paseó un buen trecho hasta que un alma bendita se lo había dicho. El
daño estaba hecho pero después la chica más popular del salón había vomitado
encima del profesor de biología y ella y su trasero al aire habían quedado
relegados al olvido. Pero una cosa son las ridiculeces que todos cometen en la
adolescencia y otras las que te pasan de adulto. Iba matar a Nat se dijo con convicción aunque
sabía que todo era culpa de ella y de nadie más. Recurrió al enojo para
intentar salir airosa.
-
¿Es usted un vampiro
o alguna especie de ser sobrenatural?
-
¿Perdón, como dice? –
Preguntó con el asombro reflejado en su bella cara.
Casi
al instante se arrepintió de soltarle eso, recordó al vampiro transparente, escuálido
y romántico por el que babeaban millones de jovencitas y pensó que el espécimen
a su lado no podía ser calificado bajo esos estándares. Así que lo comparó con
Brad Pitt en “entrevista con el vampiro” y
Brad Pitt salía perdiendo y sin exagerar. O quizás se debía a que a ella no le
iban los rubitos. Le gustaban morenos, de espaldas anchas, sonrisa perfecta,
ojos oscuros aunque los verdes de él no desmerecían en nada. Él tenía todo eso
y más. Es como si hubiera llamado a la fábrica de hombres ideales y su pedido
estuviera frente a ella. Vio la mirada de interés y curiosidad y se acordó del
por que le había lanzado esa pregunta.
-
Si no lo es, no tiene
nada que temer. Lo digo por lo del… ajo.
-
No me diga, es usted
una cazavampiros… - Contestó con la diversión marcando cada palabra.
Debería
ser pecado sonreír así, deberían multarle por acelerar corazones. ¿O es que
ella andaba hormonal? ¿Cuándo le había venido su periodo? Mmm….
Un
momento.
-
¿Osea que me está
diciendo que yo soy la que huele a ajo?
-
No, no… pero bueno,
yo no soy y solo estamos usted y yo aquí dentro.
Piso diez…
-
¿cómo sabe que no es
usted? – Pregunto ridículamente solo para ganar tiempo.
-
Estoy seguro que no
soy yo. – Enfatizó acercándose a ella.
-
Quieto. – Se pegó a
la pared del elevador y puso una mano enfrente como para detenerlo.
-
No pienso atacarla,
no tendría oportunidad después de todo…- Alzó las manos en gesto pacificador y
tratando de esconder una ancha sonrisa que amenazaba con ser una carcajada.
-
¿De qué está
hablando?
-
Las caza vampiros son
arduamente entrenadas en toda clase de defensa personal ¿no es así? – Dijo con
toda la inocencia que un hombre que rezumaba pecado podría externar.
-
Veo que me sigue
tomando el pelo.
-
¿No acabo de decir
que no podría ni siquiera intentar tocarla? Entonces ¿cómo podría…?
-
Muy gracioso. – Siseó
ella alejándose de la pared y mirando con desespero el piso en que iban.
Piso ocho.
¿Por qué iba tan lento?
¡Por que!
-
No soy curioso por
naturaleza pero…
-
No. Solo entrometido.
– Cortó ella.
-
Es la primera vez que
alguien me dice eso en la vida. – Le dijo con asombro real.
-
No es por que no
hayan querido hacerlo, créame. – Calló al verlo reír, lo hacía genuinamente,
sin cortes y Dios Santo, se veía tan sexy. Tuvo que tragar saliva y mirar hacia
otro lado. Cuando terminó de reír parecía que la veía con otros ojos y creyó
por un momento… pero entonces.
Piso cinco.
Entró gente.
Ella quiso morir. Por dos razones:
1.- Estaba disfrutando de tan bizarra situación ¿Quién
no lo haría con semejante hombre?
2.- Más gente la olería… y más se avergonzaría.
Y entonces hubo otro entonces…
¿Cuántos entonces llevamos?
No importa.
Una
fuerte mano la tomó del antebrazo y la sacó sin miramientos del ascensor. Ella no
pudo decir ni pío, se vio arrastrada sin más. Reaccionó cuando las puertas se
cerraron frente a ella y miró la mano que la aferraba aun. Era él.
-
¿Me podría decir por
que hizo eso? – Es decir, si la había agarrado del brazo y arrastrado de esa
manera tan troglodita y cavernaria y… ¿a quien engañaba? La había emocionado, igual
y podía culminar el show con un beso ¿No?
-
Digamos que soy el
inspector ambiental del edificio y no podía permitir que los empleados se
ahogaran con el olor a ajo.
Más
claro ni el agua. De un manotazo le apartó la mano y se dirigió a las escaleras
enfadada con él, con el mundo, con Nat, con el ajo y hasta con su abuelita. Eran
menos pisos y estaba segura de que los bajaría en un santiamén.
-
¿Por qué no espera el
siguiente elevador? – Le dijo él tapándole el paso.
-
No quiero ahogar a
sus preciosos empleados. – Respondió cortante y tratando de darle la vuelta, él
se lo impidió.
-
Va ganarse una patada
en sus… amiguitos si no me da paso
libre. Fui arduamente entrenada ¿recuerda?
-
Esos tacones son
demasiado altos, su falda muy estrecha y no podrá caminar bien por las
escaleras. – Enumeró de inmediato.
-
No quiero ser
grosera. – Aspiró con fuerza intentando controlarse.
-
No, por supuesto que
no. – Dijo él rápidamente sonriendo como si esperara ya una grosería.
-
Pero… ¿Qué diantre le
interesa el alto de mis tacones, lo estrecha de mi falda o si huelo a ajo?
-
Ya se lo dije, soy el
inspector de seguridad del edificio.
-
Dijo que era el
ambiental…
-
Es lo mismo.
-
Sí claro… hágase a un
lado o terminará inspeccionando el piso. – Una nueva carcajada, una nueva
mariposa se unía al mariposario que parecía haber emergido en su estomago,
diablos, a ese paso tendrían que declarar zona protegida su estomago.
-
¿Cómo te llamas? –
Dijo de pronto al terminar de reír y tuteándola.
-
Pero si mi nombre ya
lo sabes.
-
No, nunca me lo
dijiste.
-
Es Buffy por
supuesto. – Las puertas de un elevador se abrieron, no había nadie. Corrió a
subirse y apretó el botón para que las puertas se cerraran. Intentó alcanzarla
pero no lo consiguió, ella le dirigió una mirada malévola justo antes de que se
cerraran las puertas.
Una
vez dentro sonrió satisfecha. Ella había tenido la última palabra. Ella había ganado.
Idiota.
Su afán de competitividad y de ganar habían hecho
que perdiera la oportunidad de conocer más a ese bombón.
La picazón volvió.
Zapateó y gimoteó de rabia.
Idiota.
Esto no termina aquí, verdad? LA AMO SIS LA AMO...eres absolutamente genial y odio que escribas cada vez en un milenio porque disfruto a lo loca leerte...Y a propos está absolltamenet comprobado así que no entiendo por qué culpar a Nat! Y además semejante hombre....creo que buscaré algún edificio con ascensor y me encerraré hasta que aaparezca alguien así
ResponderEliminarQUIERO MASSSSSSSSSSSSS
Jajajaja jajajaja
ResponderEliminarQuiero mas y a la misma velocidad si es posible.
Como deja escapar un bombón como ese reloca!!!
Confieso, me trague buffy enterica
Ya leyeron seguro el final verdad? Tramposas! Ire a hacer algunos cambios jaja
ResponderEliminarNoooooo!!! No hagas cambios JJ, que yo quiero seguir leyendo la historia. Me he leído estos dos capítulos en un santiamén jijiji y me ha encantado quiero maaaaas.
ResponderEliminarGracias JJ, más quiero mas jijiji
Yo también me uno a la petición de más. Está muy divertida. ¡Cómo me he reído con lo de cazavampiros! Gracias Jey y a esperar lo que sigue :)
ResponderEliminarGracias niñas por leer y por los animos! La historia queda tal cual y ya está terminada, sale mañana... abrazos
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