domingo, 10 de noviembre de 2013

Ojos Negros I


Minutos después iba sentada viendo sin ver por la ventanilla en un elegante coche con chofer teniendo a su lado a Ojos Negros como mentalmente le había llamado. Ojos Negros duros, determinantes e impacientes a juzgar por la llamada telefónica que realizaba, discutía con alguien sobre asuntos de negocios a las diez  de la noche, no cabía duda de que para él no existían las reglas convencionales y ella era una prueba más de ello.  Pensó en Marcos y como en pocas horas le había quedado claro lo que ella significaba para él. 


Quizás el amor no era el del principio pero, ¿apostarla? ¡Cielo santo! Que poco la apreciaba ese hombre con el que ya imaginaba pasar el resto de su vida. Sintió afluir las lágrimas y con un gesto furioso se limpió una que le resbaló por la mejilla, parpadeó para alejarlas y estrujó su bolso de mano para tratar de liberar un poco de la furia que alojaba su cuerpo.

-      Va a destruir su bolso si sigue estrujándolo de esa manera.
-      ¿Suele aceptar apuestas tan ridículas? – Preguntó sin más, sin dejar de ver por la ventanilla.
-      ¿Suele ser tan directa? – Respondió él con un dejo de diversión en la voz.
-      Sí. – Dijo por toda respuesta. Oyó una suave risa.
-      No entiendo que hacía al lado de un pelele como ese.
-      Ni yo lo entiendo. – Concordó a su pesar. - ¿Por qué aceptó? – Insistió ella. Sintió su mano tomar su barbilla para girar su cara hacia él, ella no se resistió ¿tenía sentido hacerlo? Estaba cansada, harta y tan decepcionada de todo que se limitó a esperar su siguiente movimiento. Él le dirigió una mirada cargada de deseo, arrastró pesadamente su vista por su cuerpo y finalizó en su cara como si con ello le respondiera sin necesidad de palabras.
-      Es más que obvio ¿no cree? Desde que entró en la sala captó mi atención, la mía y la de muchos más ¿acaso no se dio cuenta?
-      Si me di cuenta ¿debería haberme importado? – Retiró su mano de su barbilla con un movimiento suave pero firme, pero no dejo de verle.
-      Solo tenías ojos para ese pelele aficionado. – La tuteó de pronto.
-      Ha hecho una mala jugada, no tengo nada digno de ver o apreciar cuando recién me levanto por la mañana o cuando estoy sin maquillaje o cuando estoy sin ropa de esta clase. Todo esto tan solo es una súper producción que queda reducida a lo más normal del mundo en cuanto termina la función. – Lo vio sonreír y esa sonrisa transformó su cara volviéndolo ahora sí letalmente guapo.
Giró el rostro hacia la ventanilla. Se suponía que no debía sentir nada de nada por Ojos Negros. Ni siquiera la más mínima apreciación.

-      Sé de mujeres, lo que hice sé que valdrá la pena con súper producción o sin ella.
-      Suena como si hubiera adquirido un nuevo caballo de carreras. ¿Así son ustedes los ricos? ¿Están tan aburridos que hacen esta clase de cosas? No debería haber venido…
-      Demasiado tarde para arrepentimientos. Y respecto a lo otro que dices definitivamente soy de los que aprovechan una buena oportunidad en cuanto la ven. ¿Podrías dejar de mirar por la ventanilla, que es tan atrayente allí afuera que tiene toda tu atención?
-      ¿La libertad? – Le oyó suspirar pesadamente y ella se alegró de poder exasperarlo aunque sea un poquito.
-      La recuperarás en diez días junto a tu preciado departamento.
-      Podrían ser dos horas. – Le dijo mirándole de nuevo.
-      ¡Ah, pero si también eres optimista! – Dijo burlón. Ella se giró nuevamente para ver hacia fuera. - Si vuelves a hacer eso, voy hacer algo que no te gustará.
-      ¿Forzarme aquí en el auto? – Le preguntó intentando ocultar el miedo en su voz.
-      ¿Por qué todas las mujeres tienden al drama? No lo haría por que no es mi estilo, segundo por que tenemos compañía y tercero ¿Qué divertido puede ser obtener sexo a la fuerza? Simplemente iba a besarte.
-      No tienes ningún derecho, al menos hasta… - Se interrumpió deseando no terminar la frase e ignorando que le había tuteado.
-      Hasta las doce de la noche mí querida cenicienta, aunque esta vez el cuento es ligeramente alrevés. Tu príncipe te ha abandonado, no está el hada madrina por ningún lado, estás a punto no de perder un zapato pero si un departamento y te ha tocado irte con el malo del cuento, pobre de ti.
-      No le veo la gracia por ningún lado. – Le espetó furiosa.
-      ¡Vaya, pero si ahí tenemos ese carácter de nuevo! Mucho mejor.
-      ¿Estás manipulándome?
-      Simple y sencillamente quiero que salgas de ese letargo, supera el hecho de que eliges mal a los hombres  y de que no aparecerá tu adorado novio por mucho que lo intente.
-      ¿Bloquearas sus posibilidades? – Empezó a estrujar de nuevo el bolso terriblemente nerviosa.
-      No juego sucio. – Le dijo serio. – Cualquiera podría decirte que él no lo logrará y esta apuesta quedará a mi favor. ¿Ni siquiera preguntarás a donde vamos? – Cambió de pronto la conversación.
-      No.
-      ¿En serio?
-      Sí.
-      ¿Vamos a jugar a ver quien dice más monosílabos ahora?
-      No… No tengo deseos de hablar más. – Puso su cabeza sobre el asiento y cerró los ojos deseando que todo fuera una pesadilla. Minutos después aparcaron en un lujoso Hotel, en cuanto ella vio donde estaban no pudo evitar soltar una palabrota ganándose una sonrisa divertida por parte de él. La puerta se abrió y él estaba allí extendiéndole la mano para ayudarla a bajar, ella se negó.
-      ¿Piensas quedarte allí toda la noche? – Le preguntó enarcando una ceja.
-      Por lo menos hasta medianoche.
-      Me niego a esperar por lo que nunca sucederá o bajas o…
-      ¿Me bajarás a la fuerza?
-      No. Puedes quedarte pero te acompañará Bruce. – Bruce era el gigante que ya conocía, ella lo miró y de inmediato le dio más desconfianza que la que le generaba Derian y con un gesto de infinito enojo bajó ignorando su mano. En cuanto estuvo en la acera él se la tomó de todas maneras y enfiló al interior del Hotel yendo directo al elevador, una persona le alcanzó y le dio la tarjeta llave, ella en todo momento agachó la mirada y luchó por no ocultar su rostro con su pequeño bolso de noche.
-      ¿A que piso vamos? – Preguntó ella de pronto.
-      ¿Por qué quieres saber?
-      Quiero ver si puedo sobrevivir a la caída. – La risa de él llenó el espacio del elevador y ella eligió nuevamente no mirarle, su rostro definitivamente cambiaba cuando sonreía o reía o simplemente se relajaba.
-      Piso 15 ¿aun quieres intentarlo?
-      Creo que paso.
-      Bien. A tu novio le queda hora y veinte por cierto.
-      Él vendrá. – Dijo más para ella que para su acompañante e intentó soltar su mano, él se lo impidió. 


3 comentarios:

  1. como me gusta me gusta me gusta..¿sis ya te dije que me gusta?

    ResponderEliminar
  2. tengo un hormigueo en los dedos cuando leo esta novela.... Impaciente, por llegar al punto en donde me dejaste mequetrefe!!!!!

    Me encanta, me intriga, me rio con las pullas que tiene la chica.... Aich... Y dices, que no sabes hacer con humor? Tu estás majareta!!!!!!

    Por cierto, no se me olvida el sabor del chocolate.....

    Tu ya me entiendes!!!!!

    jejeje

    ResponderEliminar
  3. A Nata le gusta, a EJ le produce hormigueo, uuumm... yo estoy desesperada, necesito mas por fi, por fi, por fi; y por cierto, y unos bombones de chocolates que tienes por ahí guardados, por favor sacalos y repártelos jijiji.
    Muchos besos

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...