Minutos
después iba sentada viendo sin ver por la ventanilla en un elegante coche con
chofer teniendo a su lado a Ojos Negros como mentalmente le había llamado. Ojos
Negros duros, determinantes e impacientes a juzgar por la llamada telefónica
que realizaba, discutía con alguien sobre asuntos de negocios a las diez de la noche, no cabía duda de que para él no
existían las reglas convencionales y ella era una prueba más de ello. Pensó en Marcos y como en pocas horas le
había quedado claro lo que ella significaba para él.
Quizás el amor no era el
del principio pero, ¿apostarla? ¡Cielo santo! Que poco la apreciaba ese hombre
con el que ya imaginaba pasar el resto de su vida. Sintió afluir las lágrimas y
con un gesto furioso se limpió una que le resbaló por la mejilla, parpadeó para
alejarlas y estrujó su bolso de mano para tratar de liberar un poco de la furia
que alojaba su cuerpo.
-
Va a destruir su
bolso si sigue estrujándolo de esa manera.
-
¿Suele aceptar
apuestas tan ridículas? – Preguntó sin más, sin dejar de ver por la ventanilla.
-
¿Suele ser tan
directa? – Respondió él con un dejo de diversión en la voz.
-
Sí. – Dijo por toda
respuesta. Oyó una suave risa.
-
No entiendo que hacía
al lado de un pelele como ese.
-
Ni yo lo entiendo. –
Concordó a su pesar. - ¿Por qué aceptó? – Insistió ella. Sintió su mano tomar
su barbilla para girar su cara hacia él, ella no se resistió ¿tenía sentido
hacerlo? Estaba cansada, harta y tan decepcionada de todo que se limitó a
esperar su siguiente movimiento. Él le dirigió una mirada cargada de deseo,
arrastró pesadamente su vista por su cuerpo y finalizó en su cara como si con
ello le respondiera sin necesidad de palabras.
-
Es más que obvio ¿no
cree? Desde que entró en la sala captó mi atención, la mía y la de muchos más
¿acaso no se dio cuenta?
-
Si me di cuenta
¿debería haberme importado? – Retiró su mano de su barbilla con un movimiento
suave pero firme, pero no dejo de verle.
-
Solo tenías ojos para
ese pelele aficionado. – La tuteó de pronto.
-
Ha hecho una mala
jugada, no tengo nada digno de ver o apreciar cuando recién me levanto por la
mañana o cuando estoy sin maquillaje o cuando estoy sin ropa de esta clase.
Todo esto tan solo es una súper producción que queda reducida a lo más normal
del mundo en cuanto termina la función. – Lo vio sonreír y esa sonrisa transformó
su cara volviéndolo ahora sí letalmente guapo.
Giró
el rostro hacia la ventanilla. Se suponía que no debía sentir nada de nada por
Ojos Negros. Ni siquiera la más mínima apreciación.
-
Sé de mujeres, lo que
hice sé que valdrá la pena con súper producción o sin ella.
-
Suena como si hubiera
adquirido un nuevo caballo de carreras. ¿Así son ustedes los ricos? ¿Están tan
aburridos que hacen esta clase de cosas? No debería haber venido…
-
Demasiado tarde para
arrepentimientos. Y respecto a lo otro que dices definitivamente soy de los que
aprovechan una buena oportunidad en cuanto la ven. ¿Podrías dejar de mirar por
la ventanilla, que es tan atrayente allí afuera que tiene toda tu atención?
-
¿La libertad? – Le
oyó suspirar pesadamente y ella se alegró de poder exasperarlo aunque sea un
poquito.
-
La recuperarás en
diez días junto a tu preciado departamento.
-
Podrían ser dos
horas. – Le dijo mirándole de nuevo.
-
¡Ah, pero si también
eres optimista! – Dijo burlón. Ella se giró nuevamente para ver hacia fuera. - Si
vuelves a hacer eso, voy hacer algo que no te gustará.
-
¿Forzarme aquí en el
auto? – Le preguntó intentando ocultar el miedo en su voz.
-
¿Por qué todas las
mujeres tienden al drama? No lo haría por que no es mi estilo, segundo por que
tenemos compañía y tercero ¿Qué divertido puede ser obtener sexo a la fuerza?
Simplemente iba a besarte.
-
No tienes ningún
derecho, al menos hasta… - Se interrumpió deseando no terminar la frase e
ignorando que le había tuteado.
-
Hasta las doce de la
noche mí querida cenicienta, aunque esta vez el cuento es ligeramente alrevés. Tu
príncipe te ha abandonado, no está el hada madrina por ningún lado, estás a
punto no de perder un zapato pero si un departamento y te ha tocado irte con el
malo del cuento, pobre de ti.
-
No le veo la gracia
por ningún lado. – Le espetó furiosa.
-
¡Vaya, pero si ahí
tenemos ese carácter de nuevo! Mucho mejor.
-
¿Estás manipulándome?
-
Simple y
sencillamente quiero que salgas de ese letargo, supera el hecho de que eliges
mal a los hombres y de que no aparecerá
tu adorado novio por mucho que lo intente.
-
¿Bloquearas sus
posibilidades? – Empezó a estrujar de nuevo el bolso terriblemente nerviosa.
-
No juego sucio. – Le
dijo serio. – Cualquiera podría decirte que él no lo logrará y esta apuesta
quedará a mi favor. ¿Ni siquiera preguntarás a donde vamos? – Cambió de pronto
la conversación.
-
No.
-
¿En serio?
-
Sí.
-
¿Vamos a jugar a ver
quien dice más monosílabos ahora?
-
No… No tengo deseos
de hablar más. – Puso su cabeza sobre el asiento y cerró los ojos deseando que
todo fuera una pesadilla. Minutos después aparcaron en un lujoso Hotel, en
cuanto ella vio donde estaban no pudo evitar soltar una palabrota ganándose una
sonrisa divertida por parte de él. La puerta se abrió y él estaba allí
extendiéndole la mano para ayudarla a bajar, ella se negó.
-
¿Piensas quedarte
allí toda la noche? – Le preguntó enarcando una ceja.
-
Por lo menos hasta
medianoche.
-
Me niego a esperar
por lo que nunca sucederá o bajas o…
-
¿Me bajarás a la
fuerza?
-
No. Puedes quedarte
pero te acompañará Bruce. – Bruce era el gigante que ya conocía, ella lo miró y
de inmediato le dio más desconfianza que la que le generaba Derian y con un
gesto de infinito enojo bajó ignorando su mano. En cuanto estuvo en la acera él
se la tomó de todas maneras y enfiló al interior del Hotel yendo directo al
elevador, una persona le alcanzó y le dio la tarjeta llave, ella en todo
momento agachó la mirada y luchó por no ocultar su rostro con su pequeño bolso
de noche.
-
¿A que piso vamos? –
Preguntó ella de pronto.
-
¿Por qué quieres
saber?
-
Quiero ver si puedo
sobrevivir a la caída. – La risa de él llenó el espacio del elevador y ella
eligió nuevamente no mirarle, su rostro definitivamente cambiaba cuando sonreía
o reía o simplemente se relajaba.
-
Piso 15 ¿aun quieres
intentarlo?
-
Creo que paso.
-
Bien. A tu novio le
queda hora y veinte por cierto.
-
Él vendrá. – Dijo más
para ella que para su acompañante e intentó soltar su mano, él se lo impidió.
como me gusta me gusta me gusta..¿sis ya te dije que me gusta?
ResponderEliminartengo un hormigueo en los dedos cuando leo esta novela.... Impaciente, por llegar al punto en donde me dejaste mequetrefe!!!!!
ResponderEliminarMe encanta, me intriga, me rio con las pullas que tiene la chica.... Aich... Y dices, que no sabes hacer con humor? Tu estás majareta!!!!!!
Por cierto, no se me olvida el sabor del chocolate.....
Tu ya me entiendes!!!!!
jejeje
A Nata le gusta, a EJ le produce hormigueo, uuumm... yo estoy desesperada, necesito mas por fi, por fi, por fi; y por cierto, y unos bombones de chocolates que tienes por ahí guardados, por favor sacalos y repártelos jijiji.
ResponderEliminarMuchos besos