lunes, 6 de mayo de 2013

Un Amor para recordar XVI



¿Realmente sentiría eso o solo quería hacer las paces con ella por el bien de todos? Pensó Jackie, pero la verdad es que no tenía deseos de cuestionarle nada y pelear con él en ese momento, estaba intentando sacar de su mente el hecho de que eran blanco de gente mal intencionada. Lo cierto, es que se sentía segura sabiendo que Stefano no permitiría que les pasara nada, en cuanto él volviera le contaría todo acerca de las llamadas.


-       Jackie… ¿Me creerías? – Insistió él con la pregunta y ella sonrió.
-       Mm, no sé… déjame analizarlo bien. – Contestó con risa en la voz. La verdad era que la hacía flotar cuando le decía cosas así.
-       ¡Eres la mujer más difícil que he conocido en mi vida!
-       Gracias. – Esta vez no pudo más y se rió.
-       Así que te resulto divertido. – Dijo seco.
-       No sé si tú me extrañes, pero, la verdad es que… yo a ti, sí. La pregunta sería entonces, ¿me crees?
-       No sé. – También hizo una  pausa imitándola – Déjame pensarlo detenidamente.
-       Increíble pero es cierto. – Le aseguró ella. – No mentiría en algo así.
-       Entonces creo que debo creerlo.
-       Tú seguro lo que extrañas son nuestras peleas.
-       Eso me hace un masoquista ¿no?
-       Algo así. – Rió de nuevo Jackie.
-       La verdad es que extraño todo de ti. – la voz aterciopelada y sensual de Stefano le puso los pelos de punta.
-       No dilates demasiado tiempo entonces.
-       No lo haré. – Después de contarle lo que había hecho ese día ella y Maddie, Jackie colgó sintiéndose de lo mejor.

Stefano estuvo ausente casi toda la semana, durante la cual le llamaba a diario y le mandaba mensajes al móvil, algunos de ellos diciéndole lo divertido que era ver a su amigo León sufrir a causa de Gabriela, pero no había mensaje o llamada en que no le dijera que ya quería estar en casa con ella y Maddie. Jackie sintió renacer la esperanza en su corazón. Esos días sin Stefano se ocupó al máximo para no pensar demasiado en él, en el futuro de su relación y en si algún día la amaría, también lo hizo para olvidar esas escalofriantes llamadas. Hablaría de eso con Stefano por supuesto, pero en cuanto él estuviera en casa. Lo que menos quería era interrumpirlo en su viaje de negocios, por un asunto que estaba más que controlado, puesto que ella y Maddie estaban muy bien resguardadas. Así que viajó a varias islas griegas, dejando a la niña al cuidado de su eficiente niñera y prefiriéndolo así a fin de evitar cualquier peligro. Hizo su reportaje fotográfico y fue realmente irritante y fastidioso que en varias ocasiones la fotografiaran reporteros de la prensa rosa, mientras trabajaba, ya fuera haciendo fotos, pasándolas a su laptop, escribiendo sentada sobre una roca o buscando los mejores ángulos.  Tratando de evitarlos y que arruinaran su trabajo, optó por los sitios más remotos y de difícil acceso de las islas que visitó, todo el tiempo acompañada por dos miembros de su equipo de seguridad que no pudieron ocultar su sorpresa al verla caminar tan rápido, escalar sin perder el aliento y trepar sin dificultad alguna y teniendo todo el equipo que usaba en la espalda, pues acostumbrada a hacerlo así, no había dejado que le ayudaran, se sentía rara sin tener nada en la espalda.

-       Es la práctica. – Les había dicho ella con una sonrisa, cuando habían preguntado por que era tan hábil, mientras los veía luchar por llegar a la cima de un risco de difícil acceso desde donde tomó fotos fantásticas.
-       Te lo dije. – Comentó uno de ellos a su compañero.
-       ¿Qué cosa? – Preguntó ella sin dejar de mirar por la lente de la cámara.
-       Que solo de una mujer como usted, podría enamorarse el Jefe. – Eso hizo que Jackie detuviera sus movimientos para enfocar la toma. – Es usted única, una mujer excepcional para un hombre excepcional. No quería molestarla señora, disculpe.
-       No seas tonto Paolo – Sonrió al gigante rubio que tenía por guardaespaldas – No estoy molesta. Y si, me temo que no soy como la mayoría, quizás eso es algo que mi esposo tomó en cuenta. Aunque después lo lamentara. – Les hizo un guiño divertido a los dos y vio como sonreían a su vez y se relajaban.
-       Nadie del equipo olvidará jamás como eliminó a más de uno aquella vez en Grecia. – Esta vez si se sonrojó con las palabras de Paolo.
-       Fueron tres. – Apuntó Manuel, un moreno de iguales músculos y tamaño que Paolo. – Ese día nosotros estábamos de guardia en la mansión de Atenas. Nos perdimos todo su despliegue de habilidad en las artes marciales.
-       ¡No fue para tanto! – Exclamó ella, que empezaba a reír. – Los tomé por sorpresa, además ellos no se atrevían a derribarme por ser mujer.
-       Eso no fue lo que dijo el Jefe – Prosiguió Manuel refiriéndose a Stefano. – Por poco los despide, pero terminó dándoles otra oportunidad arguyendo que a lo mejor era usted alguna especie de acróbata de circo y experta en artes marciales.
-       Ni lo uno, ni lo otro. Simplemente lo que ya les dije.

Siguieron charlando sobre lo ocurrido aquel día, riendo en varias ocasiones por lo que le contaban acerca de la admiración que generó entre todos, incluyendo Stefano.

-       Desde ese día lo capturó usted, señora. – Le decía Manuel.

Dios te oyera,  pensaba Jackie entre divertida y nostálgica por los recuerdos. Cuando bajaron hasta la camioneta donde les esperaba otro miembro del equipo que hacía de chofer esa vez, ya estaba anocheciendo. Su móvil sonó y ella pensando que era Stefano contestó enseguida con alegría.

-       ¿Te sientes muy segura verdad? ¿Crees que tus gorilas podrían conmigo si decidiera raptarte? Con mucho gusto te digo que nada podrían hacer – Esas palabras dichas por la misma voz rasposa la pusieron pálida, en lugar de entrar a la camioneta echó a andar lejos de los guardaespaldas que la observaron preocupados. 
-       ¿Señora? – Preguntó Paolo. Ella le hizo señas con una mano indicándole que no hablara.
-       Sí les dices una palabra, provocaré que tengan un accidente en cuanto salgan a la carretera ¿sabías que es muy fácil provocarlo y que yo pueda salir  indemne? Puedo hacer que tu camioneta gire por los aires ¿Qué sería de tu pobre hija sin madre? – Jackie apretó el móvil con furia contenida.
-       Tus amenazas no hacen mella en mí, no seas idiota.
-       ¿Ah no? pobre ilusa.
-       ¿Qué quieres? – Exigió ella con rabia.
-       A ti, claro ¿Qué más puedo querer? – Dijo burlonamente y ella se estremeció por sus palabras.
-       Si crees que puedes salir limpio de esto que estás armando, estás muy equivocado. – Viendo que ya habían hablado más de un minuto y sin saber si eso serviría de algo para localizarlo colgó. Fue hacia sus guardaespaldas y les dijo exactamente lo que estaba ocurriendo.  A los pocos minutos llegaron dos camionetas más con más miembros de su equipo de seguridad y regresó a casa fuertemente vigilada, llegando a la mansión lo primero que quería era correr a la habitación de su hija, pero le pasaron el teléfono, era Stefano.
-       ¿Desde cuando recibes estas llamadas? – Preguntó sin preámbulos y ella cerró los ojos, lo que menos quería era una reprimenda por parte de él.
-       Hace unos días…
-       ¿Por qué no me habías dicho nada?
-       Te lo iba a decir en cuanto regresaras, no quería preocuparte. Además Maddie y yo estamos bien cuidadas y…
-       Esto es imperdonable ¿cómo pudiste ocultarme algo así? – Exigió saber.
-       ¡Ya te he dicho por que!
-       Vuelvo a casa hoy mismo. – No dijo más y colgó. A continuación le hicieron infinidad de preguntas sobre las llamadas recibidas por parte de la policía que ya estaba en la casa. Mucho después sintiéndose de lo más agotada mentalmente y después de ver a su hija por fin se deslizó agotada entre las sabanas.

Así fue como la encontró él, horas después cuando aún no había amanecido. Durmiendo, su suave y bello rostro no estaba relajado a pesar del sueño, su cabello enmarcaba la belleza de sus facciones, a pesar de estar molesto con ella por haberle ocultado algo tan importante, no pudo evitar ablandarse al verla sobre la cama, tan vulnerable. Sin embargo ella no tenía idea de lo mucho que se había preocupado al recibir la llamada de su Jefe de seguridad, lo mucho que le había enfadado que ella no lo considerara tan importante como para decirlo, y que incluso siguiera con sus actividades como si nada ¿Y si les hubiera pasado algo, a ella o a Maddie? Pero, por lo que sabía el ataque era directo contra Jackie solo contra ella. Y eso hacía que por primera vez en su vida sintiera un fuertísimo instinto de protección que jamás había experimentado antes. Se duchó y se metió en la cama con ella, la rodeó con sus brazos y la pegó con firmeza a su cuerpo, aspiró el dulce aroma de su cuerpo y de su cabello, lo cierto era que ya no se imaginaba la vida sin ella. La abrazó con más fuerza y ella se removió inquieta, aflojó el abrazo pero vio que ella seguía moviéndose como si tuviera una pesadilla. Comprobó que así era en cuanto ella empezó a hablar entre sueños.

-       ¡No, no! – Decía desesperada. Él trató de calmarla abrazándola pero eso solo empeoró las cosas, pues ella gritó.
-       ¡Jackie! ¡Despierta! – haciendo a un lado su intento de zafarse de él, la tomó por los hombros y eso al fin pareció ayudar un poco. Jackie se sentó de golpe en la cama casi golpeándolo en el trayecto. - ¿estás bien? – Le preguntó al ver que ella miraba a su alrededor desorientada.
-       ¿Stefano?
-       Sí, corazón soy yo. – En cuanto oyó su voz se lanzó a él abrazándolo con fuerza.
-       Estás aquí. – Sollozó sobre su hombro.
-       No pienso irme a ninguna parte.
-       Lo siento, no quería preocuparte por eso iba a esperar a que volvieras para decírtelo. – Le dijo Jackie atropelladamente.
-       Me preocupé demasiado y con razón, por eso me molestó que no me dijeras nada. Pero, olvidémoslo ya. – la besó en la frente. Ella volvió su rostro hacia él y Stefano la besó en la punta de la nariz, haciéndola suspirar. – Jackie, ¿Qué soñabas? – La sintió ponerse tensa entre sus brazos.
-       Era una pesadilla. – Alzó una mano y le acarició el rostro. – No te has afeitado.
-       ¿Te molesta?
-       No. Para nada, me haces cosquillas. – la mano de Jackie pasó a acariciar los labios de Stefano.
-       ¿Qué clase de pesadilla? – Insistió él a pesar de que le estaba costando trabajo hacerle preguntas, sobre todo teniéndola en sus brazos y teniendo su mano acariciándolo. Ella volvió a suspirar pero en señal de agotamiento y retiró la mano de su cara. – ¿Tiene que ver con tu acosador? – Preguntó con voz dura, ella sabía que el tono no era dirigido a ella.
-       Estoy cansada y seguro tú más ¿podemos hablar de eso mañana? – Por mucho que él quisiera saber que le había provocado tanta angustia en el sueño tenía que aceptar que debían dormir.
-       Ya es mañana, pero está bien. – La besó en la boca y ella le correspondió, cuando el beso amenazaba con salirse de control él se detuvo. – No sería justo para ti.
-       Pero… - Objetó ella. Sin embargo él ya se acostaba y la ponía a su lado.
-       Duérmete. – Le dijo.
-       Empiezo a odiar esa palabra. – Jackie escuchó su risa, y sin otro remedio se dispuso a dormir tratando de olvidar la pesadilla en donde corría como loca huyendo de un rostro desconocido y de esa maldita voz rasposa que de pronto se le hacía conocida, aumentando así su temor. Pero estando en los brazos de Stefano se sentía lo más segura posible, se apretó a él.
-       Sigue así y no seré tan caballero…
-       ¿Quién ha pedido un caballero esta noche? – lo provocó ella.
-       Jackie… - Advirtió él. Esta vez ella fue la que rió.
-       Ya no tengo sueño.
-       No lo tendrás si sigues hablando y provocándome.
-       Aguafiestas.

Rato después, ambos dormían.

El despertar de Jackie fue placentero, rodeada por los brazos y para ser exactos también por las poderosas piernas de su marido. Eran una especie de maraña de piernas y brazos los dos juntos. Se sintió dichosa. Ella había dormido bien en cuanto él había estado en su cama, vio el reloj y se dio cuenta que no era tan tarde,  él no había dormido lo suficiente todavía, así que se deslizó poco a poco de la cama para no despertarlo, cosa que no fue nada fácil. Fue al baño y se lavó la cara y los dientes, se cepilló el pelo y fue al armario a buscar que ponerse antes de darse un baño e ir a ver a Maddie. Al salir lo vio en la cama tan bello, tan fuerte, dormía tranquilo y su corazón lleno de amor por él inundó con la misma sensación todo su ser.  Se quedó como una boba observándolo y cuando vio que él se movía se apresuró a ir al armario para no quedar como una tonta.

-       ¿Qué haces fuera de la cama? – Le preguntó él despertando.
-       Sigue durmiendo. – Fue su respuesta.
-       Así ya no puedo.
-       ¿así como? – Preguntó Jackie confundida.
-       Sin ti.
-       ¿Cómo dormías en Durban entonces? – Le preguntó ocultando el placer de oír esas palabras.
-       ¿Quién dice que dormía bien?
-       Pobre de ti. – Dijo ella acercándose a la cama y entrando de nuevo en ella, él ya estaba sentado, lo rodeó con los brazos y le dio un suave beso. Cuando iba a separarse él la tomó de la cintura reteniéndola. Ella le sonrió burlona. – Ni te hagas ilusiones, es tarde y tengo que ducharme e ir a ver a Maddie.
-       Ella está bien. Iremos a verla juntos. – La besó en el cuello. – No seas vengativa por lo de esta madrugada, teníamos que dormir. – Siguió besando su fino cuello y sujetándola esta vez de las caderas atrayéndola a él logrando que cayeran juntos a la cama.
-       No es venganza. Es sentido común, además la poli… - se interrumpió cuando él la besó en los labios. – La policía… - Insistió ella.
-       ¿Qué pasa con la policía? – Logró captar su atención.
-       Llegará en unos minutos para otra ronda de preguntas. – Frunció el ceño al recordar todas las que le habían hecho el día de ayer. – Pensándolo bien, creo que ya no hay preguntas posibles que hacerme sobre el caso.
-       Tienes que contarme todo sobre esas llamadas. – Dijo él serio y levantándose de la cama junto con ella.
-       ¿No seguirás molesto conmigo por eso, verdad?
-       Ahora hablamos. – Dijo él entrando en el otro cuarto de baño de los dos que habían en su amplia habitación, con un sonido de resignación Jackie entró a ducharse también pero no en el mismo baño, al parecer Stefano seguía enfadado, si fuera mas valiente entraría y lo seduciría ahí mismo. Salió del baño aún sin saber que hacer y sopesando la idea,  cuando el teléfono de la habitación sonó y ella se lo quedó mirando como si se tratara de una serpiente. De inmediato salió Stefano con el cuerpo cubierto de gotas de agua y con una toalla anudada a las caderas, al verlo se sintió segura y simplemente atinó a decir:
-       No creo que sea él…
-       Imposible, todos los números han sido cambiados y todas las llamadas monitoreadas. – Cosa que antes no era necesario, pues el número de teléfono de la casa no aparecía en la guía telefónica. Stefano contestó en griego. Su semblante serio cambió y sonrió en cuanto escuchó la voz del otro lado de la línea. – Allyson, que gusto escucharte. –Dijo en italiano y luego riendo por algo que decía Ally.

Jackie esbozó una enorme sonrisa al saber de quien se trataba. Stefano le pasó el teléfono después de conversar brevemente con Allyson.

-       ¿Por qué no me habías dicho que estaba sucediendo? – Reclamó Ally en cuanto oyó la voz de Jackie.
-       Tú no por favor. – Imploró.
-       Yo, sí ¿tienes idea de lo preocupada que estaba cuando me lo contó Máximo?
-       Lo imagino, pero no me regañes tú también. Lo que menos quería era causar preocupación. Seguramente Stefano le contó todo ¿no? – Y le dirigió una mirada reprobatoria al susodicho quien ya estaba vistiéndose.
-       Lo llamó desde el avión, estaba muy preocupado Jack, realmente preocupado.
-       Iba a decírselo, pero en cuanto él estuviera aquí.
-       Bueno, olvidemos eso. ¿tienen idea de quien se trata?
-       Ninguna, pero tuve una pesadilla horrible, el hombre que me seguía tenía la misma voz del que me acosa, sentí que sabía de quien se trataba... 
-       ¿Entonces, de quien se trata?- Preguntó Allyson.
-       Sé quien es, pero al mismo tiempo no tengo la menor idea. 
-       Me lo has dejado claro. – Ironizó Ally.
-       No te preocupes. – Dijo suspirando para esperar dar por terminado el tema. Lo cual en realidad no iba a ser tan sencillo, aunque tenía la esperanza vana e ilusoria de que sí. Craso error.
-       ¿Qué no me preocupe? ¿Realmente acabas de decir eso?
-       Olvídalo, estaremos bien, recuerda que no estoy sola.
-       Claro que no, está Stefano, pero de todos modos iré para allá.
-       ¿Qué tú qué? – Preguntó Jackie sin poder creer lo que había dicho. – Máximo no lo permitirá.
-       Max no está aquí, está en Nueva York. Así que la pequeña Jackie y yo decidimos que no iríamos con él  y mejor te visitaríamos en Grecia. Tiene mucho que las niñas no se ven además. – Eso último la hizo reír. 
-       Si con lo de “las  niñas” te refieres a ti y a mi, es cierto. Volviendo al tema, si sabes que un lunático me acecha ¿verdad? Por que parece que no lo supieras, aquí no es seguro como para que vengan, no quiero que les pase nada. Aunque lo que más me gustaría es verlas, no quiero ponerlas en peligro.
-       Oh, no lo estaremos. Simplemente quiero estar contigo, además entre las dos tenemos como cien guardaespaldas así que no nos pasará absolutamente nada. – No eran cien precisamente, pero la verdad es que si eran más que suficientes.
-       Repito: ¿Máximo sabe que vendrán?
-       No, y no lo digas tan fuerte o Stefano que deduzco sigue en la habitación se lo dirá y bueno, me meteré en un lío. Iremos, estaremos unos días y regresaremos antes de que mi querido esposo se percate.
-       Él se enterará, vendrá por ti en un santiamén y después no sabrás ni donde esconderte.
-       Claro que no.
-       Claro que si.
-       Que no. Está todo fríamente calculado.
-       Si tú lo dices… - Tenía que rendirse, cuando a Allyson se le metía algo en la cabeza… Se parecían en eso.
-       Nos vemos pronto.
-       No digas que no te lo advertí.
-       Yo también te quiero, hasta muy pronto. – Y colgó.

¿Y ahora que podía hacer? Nada, solo esperar a que Stefano se diera cuenta de la situación y la regresara a casa.

-       ¿Todo bien? – Le preguntó en ese momento Stefano.
-       Eso creo. 
-       Te espero abajo. – Dijo y salió.

¿Habría retomado su enojo por que ella le ocultara que recibía esas llamadas? Antes de que Allyson hablara ellos estaban a punto de… ¡Hombres! ¿Quién rayos podía entenderlos? Ella, al menos no.
 Después de ducharse y de ir a ver a Maddie, bajó con ella a fin de que desayunaran. Stefano ya había desayunado y estaba en su despacho haciendo llamadas, como le había dicho una empleada.

Antes de salir al jardín rato después para jugar con la pequeña que ya se encontraba allí con su niñera, le fue entregada una invitación.

-       La han traído esta mañana señora. – Le informaron.  Jackie la abrió, era para un evento que era principalmente patrocinado por los Troyanos, una exposición de objetos antiguos recién desenterrados en una expedición con patrocinio de la familia.
-       Gracias ¿Mi esposo sigue en su despacho?
-       Si, señora.

Jackie decidió ir a verlo, tenían que dejar las cosas tranquilas entre ellos, no soportaba la idea de vivir todo eso y encima que él estuviera enfadado con ella. Pero antes de que atravesara el salón principal rumbo al despacho, llegaron unos agentes de la policía listos para otra ronda de preguntas respecto a lo sucedido. Stefano se reunió con ella y se sentó a su lado, tomó su mano y ella suspiró aliviada cuando lo hizo. Respondió a las mil y un preguntas que le hicieron. No, no sabía quien podía ser, no tenia enemigos, no había tenido problemas serios con nadie, no entendía que pasaba.

-       Bueno, todo se reduce a que es objeto de interés de algún lunático, por el simple hecho de estar en la mira pública ahora, debido a su matrimonio con el Sr. Troyanos. – Dijo uno de los agentes. Stefano pasó un brazo por sus hombros y la atrajo a sí.
-       ¿Por qué el ataque no es contra mí? -. Preguntó él.
-       No siguen un patrón razonable y lógico esta clase de personas. Pero no se preocupe Sra. Troyanos está fuertemente resguardada y custodiada tanto por su propio equipo de guardaespaldas como por nosotros.
-       Gracias. – fue lo único que pudo decir y enseguida se retiraron los agentes dejándolos solos en el salón. – Lamento no habértelo dicho. – Le dijo a Stefano.
-       Lo sé. – Se levantó del sofá. – No saldrás a ninguna parte.
-       ¿Pretendes que me mantenga encerrada aquí? – Hizo la pregunta con voz tranquila aunque no se sentía así en absoluto.
-       No quiero arriesgarte de ninguna manera.
-       ¿Permitiremos que ese… loco trastorne nuestra vida? – Ella también se levantó y fue hacia la ventana, desde allí veía a Maddie reír contenta mientras jugaba con su niñera. Él se acercó por detrás y la rodeó con sus brazos.
-       No será por mucho tiempo. Daremos con él y esto acabará más pronto de lo que tienes una idea. – Dijo él con voz confiada y segura. - ¿Confiarás en mí?
-       Confío en ti. – Y eso era muy cierto. – Tenemos un evento, ha llegado la invitación es para dentro de dos días, había pensado que podríamos asistir, pero… ahora, veo que no podrá ser.
-       No, pero tendré que ir yo. Somos los principales patrocinadores, daré un pequeño discurso y luego volveré a casa. – Le dio un beso en la sien. – No tardaré casi nada.
-       Quería acompañarte… - Empezó ella, realmente tenía ganas de ir y olvidarse un momento de todo.
-       No creo que sea buena idea Jackie.

Quizás la llegada de Allyson no estaba tan mal después de todo. Le preocupaba la reacción de Máximo al enterarse de que su esposa iba directo a donde había problemas y claro que también le preocupaba que pudiera verse afectada por la situación. Sin embargo, ambas estarían bien cuidadas como ella misma había dicho y solo serían unos días. Tomando en cuenta que estaría encerrada en casa, tener a Allyson y a su sobrinita sería ideal para sentirse mejor. 

-       No sé cuanto tiempo soportaré esto. – Le dijo ella.
-       El tiempo que haga falta. – Le dio la vuelta para poderle ver la cara. – No te arriesgarás bajo ningún concepto ¿entendido? – Al no recibir respuesta la besó con firmeza y decisión.
-       No siempre vas a conseguir todo lo que quieres con estos métodos. – Jadeó Jackie cuando la soltó.
-       No importa. – Volvió a besarla. - ¿Tienes una idea de lo que es ser  un adicto a ti? Vamos. – La tomó de la mano y echó a andar hacia las escaleras.
-       ¿A dónde? – habló ella pero no detuvo su paso en lo que casi parecía una carrera. Empezó a reír. Apenas llegaron al cuarto, él la despojó de toda la ropa con prisas y la apretó contra la pared. - ¿Podríamos al menos llegar a la cama? – Pidió ella.
-       Han sido demasiados días. – Fue lo último que escuchó por que ahí mismo teniendo como apoyo la pared él entró en ella y no le importó, fue el paraíso. El clímax no tardó demasiado en llegar pues ya estaba más que lista para recibirlo. Suaves gemidos y al mismo tiempo fuertes sonidos de placer salieron de su garganta durante todo el interludio. Agotada y satisfecha se dejó caer sobre él quien finalmente la llevó a la cama.
-       Demasiados días… tienes toda la razón. –Dijo entrecortadamente.




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