-
¿A pique has
dicho? – Le dirigió otra de esas sonrisas odiosas. – no se ha secado la tinta
en el acta matrimonial querida ¿No podías haber esperado que hiciéramos el mes
de casados? Recuerda que si decides divorciarte ahora, lo único que lograrás
será perder a Maddie. – Al verla palidecer continuó sin piedad – No pienso
tener contemplación alguna contigo, no te equivoques. Tendré la custodia
completa de la niña y lo sabes, no pienso compartirla. Pero, supongo que con tu
trabajo que es tan ajetreado y que te lleva a distintos puntos del planeta te
vendría de maravilla que el juez sentencie que la veas solo ciertos días del
año ¿verdad?
-
Maldito seas. –
Siseó ella sintiendo como su corazón palpitaba con tanta rapidez que parecía
querer salirse de su pecho. – Amo a mi hija con todo mi corazón y más que a
nada en el mundo. No me amenaces Stefano, no soy una indefensa mujer sujeta e
impresionada por tus demostraciones de poder y por tu dinero.
¿Qué
rayos estaba pasando? Hace un momento estaban besándose y ahora peleaban como
dos enemigos jurados. Pero ella le hacía despertar sentimientos intensos. Sobre
todo cuando había dicho que su matrimonio terminaría ¿es que nunca lograría que
ella lo amara? ¿Es que todo lo vivido no significaba nada? ¿Tan dura era? Si
pensaba que quedaría impasible viendo como pretendía librarse de él tan pronto,
estaba muy pero muy equivocada. Usar a Maddie no había sido justo, pero era su
mejor opción para obligarla a quedarse. Él jamás separaría a Maddie de su
madre, si Jackie decidía irse, él no le negaría a su hija, pero eso Jackie no
lo sabía, así que jugaba esa carta.
-
Tienes familia
poderosa en el ámbito legal lo sé, ¿pero realmente piensas que es suficiente
para luchar contra mí? Eso quizás fuera antes, ahora tengo un muy explicito
documento firmado por ti que dice que si este matrimonio termina en menos de
tres años pierdes a la niña. – Al recordar ese pequeño gran detalle, Jackie
sintió un leve mareo. Había pensado que sería fácil estar a su lado esos tres
años, que por Maddie sería poco y al contrario lograría mucho: Llevarse a su
hija con ella.
-
Puedo encontrar
la manera de anularlo.
-
¿Y como? Está
prácticamente blindado, me aseguré de ello. Así que te aconsejo querida que
sigas ejerciendo tu papel de esposa y madre por poco que te guste el primero y
reflexiones antes de llevar a cabo cualquier arriesgada decisión que pienses te
ayudará a salir de este matrimonio. Por que puedo jurarte aquí y ahora que si
bien antes fui casi indulgente contigo y tus deseos de pelear contra mí, ahora
seré todo lo desalmado que puedas imaginar.
Jackie
ejerció un control férreo sobre el cúmulo de emociones que sintió. Temor a
perder a su hija, ira, desesperación y decepción.
-
Amenaza todo lo
que quieras. A estas alturas debes saber que nunca te he tenido miedo y que jamás
lo tendré. Jamás podrás doblegarme Stefano. – Le dijo con voz firme, aunque lo
único que quería era llorar. – No era mi idea deshacer este matrimonio tan
pronto ni pelear de nuevo contra ti. Dejar en claro que no soy una posesión mas
en tu haber, era mi única intención. Pero no dudes que si me veo en la
necesidad de hacerlo… pelearé contra ti y contra quien sea por mi hija. – Dicho
eso se alejó de él y salió sin dar un portazo. Subió las escaleras rápidamente
y fue a la habitación de la niña.
Al
verla desaparecer Stefano arrojó hacia la pared lo primero que encontró que fue
un jarrón lleno de flores que ella misma había puesto allí. El sonido del
jarrón estrellándose le pareció una ironía, pues su incipiente matrimonio
parecía ir por ese mismo camino, aunque el que se había estrellado era él al
creer que sería rápido conseguir a Jackie. No sabía en que momento se había
olvidado que ella podía ser una magnifica contrincante, una adversaria
inteligente y la única mujer que jamás había logrado impresionar con nada. No
quería pelear contra ella. No quería que ella lo odiara. Cosa que seguramente
estaba haciendo en ese momento. Él debía respetar su personalidad, su
independencia, el que ella no se sujetara a nada ni a nadie, que no se
considerara pertenencia de él. Por mucho que lo enfureciera todo eso, la verdad
es que él la amaba por todo lo que era.
Fue
al comedor donde fue informado que Jackie había dicho que no cenaría esa noche.
Él tampoco estaba de humor para comer. Subió las escaleras de dos en dos ansioso
por verla y esperando que estuviera más tranquila. No la vio por ninguna parte.
Seguro estaba en la habitación de Maddison, pero cuando no vio a ninguna de las
dos, sintió una garra fría apretándole el corazón. Comprobó enseguida con su
jefe de seguridad que no había salido nadie de la propiedad y él mismo las
buscó en toda la casa. Al no encontrarlas por ninguna parte, hizo que todo el
mundo desde empleados de la casa y todo el personal de seguridad las buscara.
Susan la niñera de Maddie había tenido el día libre. Llamó al móvil de Jackie y
este lo mandó a buzón aumentando su miedo a que ella lo hubiera abandonado. Una
hora después seguían sin aparecer por ningún lado y justo cuando estaba por
linchar a su personal, el encargado de los jardines habló con él.
-
La señora
frecuenta las plantas que están en el torreón en la parte sur. – Era un antiguo
torreón que más bien parecía un pequeño faro
y que desde donde estaba ubicado tenía toda su vista hacia el mar. Ahí
era el lugar perfecto para ciertos tipos de plantas que necesitaban sombra y un
lugar no demasiado caluroso, esas plantas le encantaban a la madre de Stefano
así que ella había sido la de la idea y
se había puesto de acuerdo con los jardineros para tenerlas allí, de vez en
cuando se llevaba unas a su casa. – Probablemente esté allí. – Sugirió el
hombre. Esa zona no era un lugar adecuado para visitar de noche y no habían
revisado allí.
-
Yo iré. –
Impidiendo que nadie más fuera y mandando a todos a sus labores normales y en
el caso de muchos a la cama, se encaminó a través de los jardines con celeridad
teniendo la certeza de que ella estaba allí. El recorrido era largo, se
atravesaba los rosales y otras variedades de flores que impregnaban el ambiente
con su aroma. Cosa que él no notó para nada en su afán por llegar. El torreón
era viejo pero todo en el estaba en buenas condiciones y contaba con
electricidad. Abrió la puerta al llegar y antes de subir percibió una tenue luz
en la parte de arriba. Subió las escaleras y llegó enseguida al único y pequeño
piso, todo estaba lleno de plantas y cerca del ventanal había una mecedora que
ocupaba Jackie quien sin percatarse de su presencia acunaba a Maddie y le
cantaba muy bajito una tonada en español, escena que lo dejó paralizado ¿Por
qué diantres se le había ocurrido amenazarla de esa manera? El alivio de verla
dio paso al remordimiento pero después dejó lugar al coraje por lo que le había
hecho pasar al no encontrarlas. La melodía que entonaba Jackie cesó.
-
No tenía pensado
irme sin decir nada. No es mi estilo. – La voz de Jackie interrumpió sus
pensamientos. – Te hubiera dicho inmediatamente que me iba con mi hija. Pero
aun no es el condenado momento.
-
Estuve como un
loco buscándolas. – Se acercó a ellas. Maddie dormía plácidamente. - ¿Así que
aún no es el momento? – Preguntó y la imagen de su hija acurrucada al pecho de
su madre le llegó al alma logrando evitar una ácida respuesta a lo dicho por
Jackie. Pensaba dejarlo tarde o temprano, cosa que no permitiría por supuesto,
pero siendo realistas tampoco podía evitarlo del todo.
-
No, tengo que
esperar tres años ¿No es así? – la voz de ella sonaba lejana a pesar de no
estar separados más que unos centímetros. – Pienso hacerlo no por el maldito
papel que firmé, sino por ella. – Y dirigió su mirada a la niña que dormía
sobre su pecho. – Está muy acostumbrada a ti, quiero que sepa quien es su padre
y conviva con él.
-
¿Qué hacías
aquí? – Era una especie de respiro saber que contaba con más tiempo al lado de
ambas, aunque hiciese a un lado el hecho
de que se quedaba por la pequeña y no por él.
-
Necesitaba paz.
– Dicho eso se levantó- Es hora de que esta niña se vaya a la cama.
-
La llevo yo. –
Ella no protestó cuando él se la pidió. Lo precedió y bajó las escaleras. Los
dos entraron a la habitación de Maddie y cerraron con cuidado la puerta al
salir. – No vuelvas a hacerme esto. – Le dijo él a Jackie cuando ya iban por el
pasillo. – No te desaparezcas sin decir palabra.
-
No era mi
intención asustarte haciendo que pensaras que me llevaba a la niña. Como te
dije quería paz. – Ahora no solo sonaba lejana, sino también ausente y cansada
impidiéndole desahogar el temor por haber pensado que las perdía.
-
Vamos a dormir,
mañana hablaremos. – Eso hizo que ella se detuviera en seco.
-
No me apetece
compartir contigo la habitación, mucho menos la cama, así que… - No terminó la
frase por que él la alzó en brazos sorprendiéndola.
-
De eso nada,
puedes estar todo lo enfadada que quieras conmigo y puedo estar todo lo furioso
que pueda contigo, como lo estoy ahora pero tú y yo no dormiremos separados en
el tiempo que estemos juntos.
-
¿Nuevamente una
decisión unilateral? - Lamentablemente estaba demasiado cansada como para
protestar. Ahogó un bostezo. Ese día había transcurrido como cualquier otro,
pero hasta antes de la cena. La discusión sostenida con él hacía unas horas, lo
dicho por ambos, había acabado por dejarla extenuada mental e incluso
físicamente. - ¿Podrías respetar lo que quiero? – Insistió desde sus brazos
mientras él seguía avanzando por el pasillo.
-
En cuanto a esto
no.
-
Ni en esto ni en
nada al parecer ¿Siempre va a ser así?
-
¿llamas siempre
a tres años? – Esas palabras de Stefano le dolieron a ella, pero eran ciertas.
-
Tres años al
parecer serán mucho tiempo. – Le respondió Jackie intentando bajarse, él la
sujetó con fuerza y entró en la habitación que ocupaban.
-
Tú eliges que
serán: El cielo o el infierno.
-
¿Así que yo seré
la única responsable de cómo sea este matrimonio? Muy conveniente. Ya bájame.
-
No. – la
depositó en la cama y sin permitirle moverse se acomodó a su lado. La sujetó
por la cintura y con la otra mano apagó las luces.
-
¡No estoy con
ropa de dormir! Quiero cambiarme.
-
No. – Volvió a
decir él que igual que ella estaba totalmente vestido.
-
Estás loco. – Gruñó
ella. – No pienso aprovechar a que te duermas y escaparme con la niña, esta
casa es una maldita fortaleza.
-
Ni por un
momento he pensado que harías tal cosa.
-
Mentiroso. –Lo
acusó.
-
Bueno, sí, se me
pasó por la mente cuando no las encontraba que te habías ido. Pero como tú
misma has dicho no es tu estilo hacer tal cosa y menos sin anunciarlo. Antes de
irte me habrías arrojado algo a la cabeza, hubieras dado una paliza a los
guardaespaldas y salido de aquí con Maddie. Así que analizando bien las cosas,
no es algo que tú harías. – Dijo burlón.
-
Entonces
suéltame. – Se removió en sus brazos.
-
No quiero.
Duérmete.
-
¿Por qué no? –
Insistió ella.
-
Si te suelto no
podría dormir y mañana debo irme temprano, viajo a Durban. Te lo iba a decir en
la cena, pero elegiste desaparecer. Me voy por varios días.
-
En ese caso buen
viaje y sigo sin entender por que no me sueltas.
-
Por que no tengo
la menor intención de permitir te me escapes para dormir en otra cama, ya te lo
dije, pase lo que pase esta es tu cama. Conmigo a tu lado, te guste o no.
Aunque los dos sabemos que sí te gusta. – Jackie bufó enfadada y la mano de él
acarició su vientre. Ella se tensó, no quería que cada pelea acabara en sexo.
Él se detuvo para su sorpresa y posterior decepción a pesar de su supuesta
negativa. – Así que por el amor de Dios – Continuó él. – Ya duérmete. –
Asombrosamente lo hizo pasados unos minutos quedando profundamente dormida, no
así Stefano que con cada movimiento de ella se despertaba y se aseguraba que
siguiera allí y luchaba con el deseo, por tenerla al lado y no poder hacer nada
más.
Cuando
Jackie se despertó horas mas tardes, los rayos del sol ya entraban por las
ventanas con fuerza. Palpó a su lado y él ya no estaba. Se sentó en la cama y
al verse en ropa interior se cubrió instintivamente con la sabana ¿Así que, él
la había desvestido? Recordó la pelea de la noche anterior y se sintió fatal,
era el primer viaje de negocios después de la boda de Stefano y él se iba sin
despedirse y tras una fuerte pelea. Lo que menos quería en la vida era dejarlo.
Pero no soportaba que él la viera como una simple posesión, algo sin más valor
que el sexual. Después de ducharse y bajar a desayunar con Maddie, siguió
investigando por la Web para su próximo reportaje y llamó a su editor. A media
mañana Mirna una de las empleadas le dijo que tenía una llamada y le pasó el
teléfono, pensando que era Allyson contestó sintiéndose un poco mejor, pues
todo la mañana se la había pasado deprimida y luchando consigo misma, pensando
en si llamaba o no a Stefano.
-
Hola. – Al otro
lado de la línea solo hubo un largo silencio - ¿Hola? ¿Quién es? – Al no
escuchar nada, pensó que la llamada se había cortado y colgó. Casi
inmediatamente el teléfono volvió a sonar. Quizás era Stefano hablando desde el
avión, donde la cobertura podía fallar, así que respondió.- ¿Stefano?
-
No. – Respondió
una voz baja y gutural de hombre que no era la de su esposo. Ella sintió algo
extraño recorrerle la piel.
-
¿Quién es?
-
No soy él. –
Respondió con esa voz rasposa alterándola.
-
¿Entonces quien
es? – preguntó ella controlando el miedo en su voz ¿Habrían secuestrado a
Stefano? ¿A alguien de su familia? No podía ser posible.
-
Cuanto tiempo. –
Le dijo el hombre. – Espero verte pronto.
-
Se ha equivocado
de número. – Dijo ella colgando rápido.
Sumamente
nerviosa marcó al móvil de Stefano y la
mandó al buzón de voz ¿lo tendría apagado? Cada vez se sentía mas alterada, lo
único que quería era comprobar si todo estaba bien, probablemente ya había
aterrizado en Durban. Rogaba que así fuera. Buscó rápidamente todos los números
que tenía para comunicarse con Stefano, en eso estaba cuando el teléfono sonó
de nuevo, se quedó paralizada ¿sería ese desconocido de nuevo? Pero, ¿y si era
Stefano? Levantó el auricular.
-
¿Jackie? - Al
escuchar la voz de Stefano sintió un alivio inmediato y se sentó en el primer
sofá que vio.
-
Sí, soy yo.
-
Estoy en el
aeropuerto, iba llamarte en cuanto pasara la aduana. – Y se la había pasado trabajando
y combatiendo el impulso de llamarle, no quería escuchar a una Jackie enfadada.
Podía
haberla llamado desde el avión, hecho que no se le pasó por alto a ella, pero
no importaba, él estaba bien y eso era lo único que le interesaba.
-
¿Qué tal tu
vuelo? ¿todo bien?
-
Excelente – Él notó
algo extraño en su voz. - ¿Allá todo está en orden?
-
Sí.
-
Maddie…
-
Ella está bien,
jugando en el jardín con Susan.
-
No es oportuno
decirlo por teléfono, pero respecto a muchas de las cosas que te dije ayer, lo lamento – Empezó él.
¿Stefano
disculpándose? Eso si era algo para no olvidar.
-
Pienso lo mismo.
Hablaremos cuando vuelvas.
-
Te llamaré en
cuanto termine toda la ronda de reuniones programadas para hoy.
-
Está bien. Salúdame
a Gabriela, por favor.
-
¿Te refieres a
la princesa? ¿La conoces?
-
Desde mucho
antes de que fuera una princesa, a León también lo conozco, compró algunas de
mis fotografías. Pero a él no me lo saludes, no la dejó venir a la boda.
-
Buenas razones
debió tener.
-
No lo defiendas,
ya se que es tu amigo. - Su móvil empezó a sonar, en la pantalla aparecía un
número desconocido ¿sería la misma persona? Por lo pronto, Stefano estaba bien,
no iba a preocuparlo, además ellas estaban fuertemente custodiadas.
-
Sí, es mi amigo
y creo que al igual que yo se ha topado con una mujer que es sumamente
diferente y por lo tanto requiere medidas extraordinarias. – Dijo divertido.
-
No es gracioso.
Tengo que colgar. ¿Stefano…?
-
¿Si? – Volvió a
percibir su tono tenso. – ¿Segura que todo está bien? Conociéndote, pensé que
ni siquiera me contestarías la llamada. – Lo dijo con suavidad para no
enfadarla. – Esperaba que no me dirigieras la palabra.
-
Ciertamente te
lo mereces. Tengo que colgar y, todo está bien. Adiós.
Colgó
y se quedó mirando el móvil que no dejaba de sonar.
-
¿Sí? – Fue lo
único que dijo al contestar.
-
No me equivoqué
de número – Le dijo la misma voz. - ¿Es que ya no te acuerdas de mí?
-
¿Cuál es su
nombre?
-
Soy un antiguo amiguito tuyo.
-
Yo nunca he
tenido amiguitos.
-
Claro que sí,
los has tenido y muchos. Pero todos ricos y famosos ¿no? por eso no te acuerdas
de mí. – La voz rasposa tenía un tono amargado.
-
Dígame su
nombre. Insisto en que se ha equivocado de persona.
-
La bella
Jacqueline Alcántara no me recuerda… Jacqueline Troyanos ahora. – El tono que
usó fue más suave, pero no le quitó la tensión para nada.
-
¿Cuál es su
maldito nombre? – Preguntó con voz fría.
-
Sigues siendo
una gata salvaje ¿eh? No esperaba menos. – Dicho eso colgó y ella quiso arrojar
el móvil y estrellarlo contra una pared. Alguien quería hacerle la vida
imposible, quizás alguien que no tenía nada que ver con ella, pero lo cierto es
que había dicho que ella seguía siendo una gata salvaje y esa era una
afirmación un tanto cercana a como era cuando se le provocaba. Sin embargo su
carácter no era una faceta desconocida tampoco. Pero a pesar de todo, no se
sentía desprotegida. Ahora agradecía el cerco protector que Stefano tenía
alrededor de ellas. Alguien simplemente con ganas de fastidiar era quien estaba
intentando todo aquello. Y seguro había muchas personas que querían destruir o
fastidiar a un hombre tan importante como lo era Stefano. Siendo ella ahora su
esposa, también era un blanco. Decidió salir a fin de despejarse un poco y por
seguridad dejó a Maddie con Susan. Había sitios de Atenas que incluiría en su
reportaje que aún no había visitado. Así que tomó su cámara y avisó que
saldría. A los pocos minutos iba en una camioneta con dos guardaespaldas, uno
de chofer y el otro en el asiento delantero.
El
trabajo la absorbió como casi siempre, pero pasada una hora llamó a la casa
para preguntar por Maddie, la cual dormía la siesta. Así que siguió tomando
fotografías y dos horas después decidiendo que era suficiente regresó a casa.
Nada
más entrar el teléfono sonó y ella se tensó de inmediato. Mirna apareció al
instante.
-
Debe ser el
señor, ha llamado en varias ocasiones. – Dijo Mirna antes de contestar y luego
confirmó que él era. Así que Jackie tomó el teléfono más tranquila.
-
Hola. – Saludó a
Stefano.
-
¿Dónde has
estado?
-
Salí a tomar
unas fotografías.
-
No llevaste el
móvil.
-
No, lo olvidé
¿cómo va todo?
-
Estupendamente,
Gabriela es encantadora. ¿Dijiste fotografías? ¿Piensas montar otra exposición?
-
No, tengo un
trabajo pendiente para la revista para la que trabajo y tiene que ver con
Grecia absolutamente.
-
Me tomarás en
cuenta para cuando te quieran dar un trabajo en otro país ¿verdad?
-
Bueno, te
avisaré por supuesto. De la misma manera en que tú mismo me comunicaste que te
ibas a otro País por cuestiones laborales.
-
Dadas las
circunstancias, no pensé que te importara que me fuera. Al contrario deduje que
te sentirías aliviada de no verme. – Le dijo burlón.
-
No pienso
aceptar trabajos demasiado lejos, no quiero apartarme de Maddie. – Admitió
ella, lo que menos quería era alejarse de la niña y pelear con él por teléfono.
-
Me parece
excelente, recuérdame agradecerle a Maddie por ello al volver a casa. – Hizo
una pausa ante de decirle. – Si te dijera que te extraño ¿Me creerías?
Jackie
sintió algo deliciosamente cálido envolviéndola al escucharle decir eso.
No me gusta cuando las cosas se ponen mal, aunque sea parte de la historia... En la vida ya hay cosas malas. Espero que pronto se arreglen las cosas entre ellos. Por fa quiero mas, pronto!!
ResponderEliminar