Estaba
a punto de convertirse en la reina del drama se dijo enojada mientras se
limpiaba esa lágrima. Tendría que hacer un esfuerzo y no pensar solamente en
sus penas, que se concentraban en saber que él no la amaba, que solo deseaba su
cuerpo y tenerla en su cama, eso la corroía y si seguía por ese camino
terminaría totalmente destruida. Tenía que tomar lo que la vida le daba, él
amaba a Maddie eso era más que obvio y ella debía aceptar que no era un mal
padre. Así que a aceptar su destino, se casaría con un hombre que le hacía
amarlo y odiarlo al mismo tiempo pero que había hecho de todo para tener a su
hija a su lado, no era tan malo después de todo.
Así que ahora tenía el sueño
de muchas mujeres: Un hombre que era fabuloso en la cama y fuera de ella, sumamente
rico, poderoso, con todo lo que cualquier mujer desearía aunque ella lo único
que quería era que fuera capaz de amarla algún día. Sin embargo sabía que eso
no pasaría, pero no tenía que amargarse por ello. Disfrutaría esos meses o esos
años, no sabía cuanto tiempo, era mejor algo que nada ¿verdad? Y en el proceso
aprendería a salvaguardar su corazón todo lo que pudiera y rescatar su alma o
parte de ella. Podía hacerlo, podía lograrlo. Con esa resolución bajó y trató
de aparentar calma y tranquilidad durante toda la cena cosa nada sencilla pues
lo tenía al lado y sentía su mirada intensa sobre ella la mayor parte del
tiempo haciendo que le resultara de lo más difícil comer y tener una
conversación en esas circunstancias. Mas tarde esa noche en su cama y haciendo
a un lado las escenas eróticas que se le venían a la mente pensando en él,
reafirmó su decisión de aceptar lo que la vida le estaba dando en ese momento y
más aún de protegerse pero sin parecer que la llevaban a la hoguera como él le
había dicho ese día.
MILAN…
-
He hablado con
Gabriela ¡Por fin! – Decía Allyson la
mañana siguiente mientras iban cómodamente sentadas en el auto que las llevaba
a través de Milán, después de pensarlo bien habían decidido dejar a las
pequeñas en Florencia a cargo de eficientes niñeras. – No está en Durban, de
hecho volvió hace unos meses pero dice que no se encontraba nada bien y tuvo
que pedir a su madre que me dijera que seguía de vacaciones cuando los invité a
mi aniversario, se disculpó por ello pero prometió que nos contaría todo, está
de lo más extraña.
-
Tú dijiste que
el tapete te había llegado de Durban ¿No? Como es que estaba aquí y ese paquete
llegó de allá.
-
En realidad
llegó en una caja que no tenía sello, yo deduje que venía de allá pero no era
así. – Contestó Ally.
-
Me alegrará
verla ¿Le has dicho que estamos aquí?
-
Sí y prometió
que nos veríamos, pero te digo está muy rara. Seguro son cosas del amor, solo
falta que me diga que tuvo un romance con algunos de los Príncipes de ese País.
– Rió al decirlo.
-
Espero que no
esté metida en ningún lío. A veces creo que ella era más aventurera que yo.
–Suspiró Jackie.
-
¿Gaby? Claro que
no. En eso nadie te gana créeme.
-
No sé si
sentirme halagada. – Dijo frunciendo el ceño.
-
Yo tampoco lo
sé. – Bromeó Ally.
-
Bueno, el asunto
del vestido será rápido y después de eso ¿Nos veremos en esa cafetería que
solíamos frecuentar aquel verano?
En
ese verano de vacaciones de la
Universidad lo había pasado con Ally y sus padres, había
conocido gran parte de Italia entre ellas Milán, hogar de Gabriela. Se habían
hecho buenas amigas, aunque era Allyson quien la había conocido primero en
Turín donde Gabriela estaba igualmente de paseo y fue en una biblioteca donde
las dos querían el mismo libro y
pelearon por él como un par de niñas.
Poco
después las tres lo habían pasado bien juntas y muchas de sus más divertidas
conversaciones habían sido en esa cafetería de Milán. Tampoco olvidaba que
hacían un café espléndido. Le haría bien pensar en otra cosa que no fuera su
próxima boda y que mejor que al lado de Ally y de Gaby.
-
Hemos llegado,
te encantaran las creaciones de Vinicio. – Decía una sonriente Allyson mientras
se bajaba del auto y la llevaba a un pequeño establecimiento que no estaba en
la zona de elegantes boutiques de la ciudad, cosa que no se le hizo rara puesto
que Ally aunque era una mujer que se sabía vestir muy bien no era una esclava
de las marcas famosas. Las saludó un joven alto y desgarbado de barba crecida
que se presentó inmediatamente como Vinicio Santana.
-
Es un placer
tenerlas aquí, tengo algo para ti. – Le dijo a Jaquie.
-
No deseo nada
ostentoso ni llamativo. – Se apresuró a decirle ella.
-
Tú necesitas
algo muy sencillo que realce tu belleza. – Le contestó Vinicio haciendo que se
sonrojara.
-
¿Desde cuando te
sonrojas? – Preguntó Ally con diversión en los ojos.
-
Creo que tu
primito me ha echado a perder.
-
Ya veo, por
cierto creo que… - De pronto Ally se calló y quedó como en blanco, después se
dio una palmada en la frente – ¡Lo había olvidado! ¿Qué voy hacer ahora? ¡Dios!
¡Soy una tonta! ¿Por qué no me había acordado? – Estaba visiblemente nerviosa y
se paseaba de un lado a otro del pequeño local.
-
¿Qué sucede? –
Jackie estaba confundida y justo cuando iba a insistir, Vinicio las condujo a
la parte trasera de la tienda donde tallaban los vestidos y se ofreció a
traerles un café. - ¿Vas a decirme o no? por que estoy a punto de zarandearte
para que pares de andar de un lado a otro, siéntate por lo menos, este sofá
está muy cómodo – Ofreció en un intento por pararla.
-
Máximo no sabe…
- Susurró Ally dejando perpleja a Jackie.
-
¿De que rayos
hablas?
-
¿Recuerdas que
yo antes me desaparecía y despistaba a mi equipo de seguridad? – Preguntó Ally
con voz baja.
-
Y nunca me has
dicho como lo lograbas – Reclamó Jackie.
-
Te lo diré. –
Echó una mirada alrededor y dándose
cuenta que estaban solas pues Vinicio no aparecía, se sentó en el sofá y miró a
Jaquie con mirada cómplice y gesto un tanto travieso. – Nunca tuve oportunidad
de decírtelo antes. Me agobiaba mi equipo de seguridad, ya me conoces… No me
gustaba sentirme rodeada de tantas personas pendientes de mí. Así que de vez en
cuando me escapaba y para ello… Gabriela me ayudaba. – Terminó con voz más baja
todavía.
-
¿Gaby? ¿Pero
como?
-
Bueno, si te das
cuenta vistas desde atrás somos casi iguales. Así que cuando planeábamos mi
escape, nos quedábamos de ver en algún café o sitio donde pudiéramos
intercambiar la ropa y así despistar a mis guardaespaldas. Funcionó todas las
veces y hasta la fecha Máximo no ha podido averiguar como lograba escabullirme
y aunque ha usado los métodos más persuasivos para hacerme hablar – Al decir eso,
rió un tanto colorada – No le he dicho nada, me gusta verme misteriosa con él.
-
¡Fue una idea
genial! – Se rió Jackie. – ¿Nunca se dieron cuenta?
-
Jamás. Pero
ahora que nos vean juntas, no estoy tan segura. – Dijo Ally con gesto
pensativo.
-
¿Qué las vean
juntas? Pero si no veo a ningún equipo de seguridad por ninguna parte.
-
Mí querida Jackie
no solo yo traigo guardaespaldas sino que tú también traes los tuyos. – Con
mirada de diversión Ally contempló el gesto de estupefacción de Jackie.
-
¿Qué? Pero si no
he visto a nadie que… que nos siguiera.
-
Eso es por que
son más discretos ahora, de lo contrario la situación me incomoda y por fin
Máximo lo ha entendido. Y claro, ahora Stefano vela por tu seguridad.
-
¡No tenía ningún
derecho de ponerme guaruras a vigilarme! – Explotó Jackie.
-
Es por tu
seguridad y no seas niña con ese tema.
-
¡Mira quien lo
dice!
-
Está bien, ya
entendí. Pero mira, es cierto. Ahora eres la prometida de un hombre conocido,
que digo conocido… Famoso por todo el orbe terrestre, millonario y en este
mundo hay gente muy loca. Ya ves lo que me pasó a mí. – Terminó con tristeza.
-
Lo siento
Allyson no quería hacerte recordar a ese mal nacido.
-
Es cosa del
pasado. – Allyson sonrió al notar como realmente estaba muy atrás lo vivido con
el hombre que había intentando destrozar su matrimonio, por un tiempo lo había
logrado pero el amor que tenían ella y Máximo al final había resistido la dura
prueba. Y todo había empezado por deshacerse de su equipo de seguridad si ella
no lo hubiera hecho jamás habría pasado nada. Aunque ahora no había peligros de
ese tipo y ella y su esposo se tenían la más absoluta confianza e incluso
Máximo había tratado muchas veces de que le dijera su secreto para escapar y
ella siempre lo dejaba con la duda.
-
Así que tenemos
todo un regimiento de guardaespaldas diseminados cerca pero que tratan de pasar
desapercibidos – Dijo con sorna Jackie.
-
No podría
haberlo dicho mejor querida ¿Ahora que hacemos?
-
Dile a Gaby que
lleve una capa larga o algo así que le oculte el cuerpo.
-
¿Capa? Parecerá
la mujer maravilla.
-
Solo si la capa
es roja Ally. Mejor un abrigo y que se cubra el cabello o se ponga un sombrero
o gorro ¡Ya verás que divertido!
-
¡Eso es! Le
llamaré por teléfono mientras tú te pruebas las creaciones de Vini. – Dicho eso
entró Vinicio y le mostró tres vestidos hermosos en distintos tonos: crema,
marfil y perla.
-
¡Son divinos! –
No pudo evitar decir Jackie. – No te tardes Ally para que me digas que opinas.
– Luego se dio cuenta que actuaba como novia emocionada y frunció el ceño, pero
el gesto no pasó desapercibido para Allyson que rió por sus contradicciones. -
¡Oh! ¡Vete ya! – Le dijo para que no viera el rubor que cubría sus mejillas
¡Dios! ¿Por qué seguía ruborizándose de esa manera? Ella no estaba emocionada
ni nada de eso ¿No?
Un
rato después había desechado dos vestidos. Uno por que le quedaba demasiado
escotado y no quería sentirse demasiado expuesta de lo que ya se sentía, el
otro era demasiado romántico con volantes y esas cosas que se veían geniales
por la manera como Vinicio las había hecho y puesto, no era cursi ni anticuado
pero no iban con su situación para nada. El tercero era el que le había
encantado prácticamente desde un principio era color crema y se ajustaba a su
figura sutilmente, el escote era en V y dejaba ver el inicio de sus senos
también de manera sutil.
Era
sin mangas, sin adornos de ningún tipo y cortado al bies razón por la que
moldeaba sus curvas, le llegaba a los tobillos y se sentía femenina, era
sencillo pero elegante. Digno de la novia de un magnate se dijo para luego
pensar en que otra mujer hubiera elegido algo más despampanante. Pero ella era
así y Stefano tenía que conformarse. Stefano, siempre Stefano apareciendo en su
mente. Ally entró y después de soltar un gritito le dijo con ojos brillantes:
-
¡Te ves
preciosísima!
-
¿Tú crees? –
preguntó con ojos entrecerrados aún dudando de si se veía adecuada.
-
¡Claro que si!
¿Es el elegido?
-
Sí. El elegido. –
Suspiró. Vinicio apareció de la nada y alabó su buen gusto. Cuando preguntó el
precio del vestido se desconcertó, se lo estaba regalando. - ¡Por supuesto que
no Vinicio! Debes cobrar por tu trabajo – Le dijo al diseñador.
-
Mi trabajo será
bien recompensado – Dijo con una enorme sonrisa- Apenas me estoy dando a
conocer y gracias a ustedes dos mi nombre empezará a ser reconocido ¡Imagínense!
Las esposas de dos hombres tan importantes usando mis diseños ¿Qué mejor
promoción que esa? Este vestido será el de su boda ¡Todo mundo querrá saber
quien diseñó el vestido de la novia!
Rato
después y a pesar de insistir en pagarle no consiguieron nada. Así que salieron
del lugar con el vestido primorosamente empaquetado y se dirigieron a la camioneta.
Con mirada inquisidora Jackie paseó la vista y se dio cuenta de dos camionetas
oscuras cerca del auto en el que ellas iban y en las cuales iban seguramente
varios hombres, así que esos eran los que querían pasar desapercibidos ¿eh?
¿Así iba a ser su vida? tenía que reconocer que Ally tenía razón, había gente
enferma que solo quería causar daño y ahora no solo se trataba de ella sino
también de la pequeña Maddie. Con un suspiro de resignación subió al mercedes.
-
Tardaste un poco
hablando con Gaby. – Le dijo a Ally.
-
Hay novedades y
muchas.
-
¿Peores que las
mías?
-
Pues no sé… -
Sonrió Ally. - Gaby está casada.
-
¿Y no nos
invitó? ¿Por qué?
-
Quizás por que
ni ella sabía que estaba casada.
-
¿Qué? ¿Es eso posible?
¡No lo creo! – Dijo Jackie con mirada incrédula.
-
Pues créelo.
Según las leyes del País de su esposo ella está legalmente casada y su esposo
es nada más y nada menos que el Príncipe Asad Khan Al Rached.
-
Ese es todo un
lío. Un lío monumental y bello, es un hombre muy guapo. Pero ya imagino que
Gaby siente que le han quitado la libertad y quiere escapar a toda costa a
pesar de que seguramente está enamorada de ese magnifico ejemplar masculino.
-
¿Hablas de ella
o de ti? – Preguntó con mirada divertida Allyson. - ¿Así que Asad es bello? –
Preguntó después para evitar no reír al ver la mirada de asesinato que tenía
Jackie para ella.
-
Muy graciosa
Ally, y Asad es de esa clase de hombres que gracias a su aspecto, arrogancia y
dinero rompen corazones donde quiera que van, igual que Stefano.
-
Stefano es un
hombre felizmente comprometido – Ally lo dijo para picarla.
-
Ni está feliz y
mucho menos se siente comprometido ¡Lo sabré yo!
-
No por que tú te
sientas atrapada, sin salida y con ganas de correr lejos de tu bello ejemplar
masculino como lo es Stefano, no significa que él sienta lo mismo que tú. Está
feliz aunque te cueste creerlo.
-
Claro. – Dijo
con sarcasmo.
-
¿De que conoces
a Asad? – Cambió de tema Ally para hacer que Jackie dejara su postura terca en
cuanto a Stefano al menos por un momento. Estaba que se moría por él pero no lo
admitiría tan fácilmente.
-
Tenía idea de
Durban su País, pero me puse a investigar un poco en Internet y sí lo conozco,
personalmente incluso.
-
¿Es tan guapo
como aparece en las revistas? Aunque claro, mi hermoso esposo no se queda atrás
para nada. De hecho, creo que Máximo es mucho más….
-
¡Oh, para por
favor! Un momento ¿Desde cuando lees a la prensa del corazón? – Acusó con ceño
fruncido. Ella las detestaba y sabía que Ally también.
-
Vi fotos suyas
en una revista de economía. Al igual que Máximo y Stefano es un genio de las
finanzas y cosas así. En cuanto a la prensa rosa la evito lo más que puedo,
pero hay ocasiones en que veo que nuestro personal sobre todo el de la cocina
compra esa clase de revistas y periódicos, hay cosas de las que no puedo evitar
enterarme y sucede lo mismo con la televisión y el Internet…
-
Como te decía
tuve una exposición en Londres a la que no pudiste asistir ¿Recuerdas? Bueno,
Su Alteza Real llegó y quiso conocerme. Compró dos de mis fotografías y sí es
guapísimo y sí, es encantador y no, no coqueteó conmigo – Ni tiempo le dio a
Allyson para preguntarle - Me dijo que conocía a alguien que le había dicho
maravillas de mi trabajo y dado que la persona que se lo había dicho era
realmente buena para reconocer lo que realmente valía la pena y él confiaba
mucho en esa persona, que no tengo la menor idea de quien es, asistió a la
exposición expresamente para ver mi trabajo y bueno con una sonrisa traviesa y
divertida dijo que su buen amigo no se había equivocado conmigo.
-
¿Nunca te dijo
el nombre de ese amigo? – Preguntó con suma curiosidad Allyson sospechando que
se trataba de Stefano ¿Cómo es que Jackie no se daba cuenta?
-
No, nunca y la
verdad ya no pude preguntarle nada por que se retiró poco después. La gente se
arremolinaba a su alrededor tal como le pasa a Máximo y claro a su primito
querido ¿cómo puedes sobrellevarlo?
-
No es fácil. –
Admitió Ally – Pero no tenemos demasiada vida pública más que la necesaria. Así
que nuestra querida Gaby es ahora ¿Su Alteza Real? Está casada con un príncipe.
– Añadió Ally volviendo al tema.
-
Tendrán hijos
preciosos eso no lo dudes…
-
Pero ella no
quiere ese matrimonio ¿Por qué no me sorprende esa actitud? ¡Ah si! Contigo ya
me acostumbré a esa clase de comportamiento – Remató Allyson con sorna.
Una
indignada Jackie no pudo responder pues en ese momento la camioneta se detuvo y
Allyson bajó muy rápido para evitar una respuesta agria de su parte y no pudo
evitar sonreír. Bajaron del auto y esta vez varios hombres altos y enormes con
aspecto de mercenarios se mantuvieron cerca, unos vigilando el alrededor y
otros a ellas.
-
¿Esto es la
versión discreta de su vigilancia? – Le susurró a Ally incrédula y sólo escuchó
la risa de su amiga.
-
Me temo que sí.
A veces son más discretos pero este es un lugar demasiado expuesto y público.
Entraron
al sencillo café y el dueño casi se va de espaldas al verlas. Sobre todo a
Allyson que era una mujer muy conocida ya que era la flamante esposa de Máximo
Vecchio-Salvatore el magnate italiano sueño de muchas mujeres a pesar de que
ahora estaba felizmente casado y enamorado de su esposa. Jackie rió bajito al
ver su reacción.
-
Ni te burles,
pronto tú también serás bastante conocida. – Dijo Ally y eso hizo que Jackie
callara de inmediato.
-
No me lo
recuerdes.
Atendidas a la perfección se encontraban esperando a Gabriela y en
eso vieron llegar a través del enorme ventanal que daba a la calle varias
camionetas negras, unos hombres vestidos de negro bajaron y enseguida se
acercaron a sus propios guardaespaldas, al parecer todos se conocían y se
estrecharon las manos amigablemente.
-
¿Qué hay
convención de guardaespaldas o algo así? – Bromeó Jackie.
-
Por lo visto se
conocen. Creo que en una de esas camionetas viene Gabriela. Espero que no la
reconozca nadie de mi equipo de seguridad ¡Dios! ¡Que nervios! – Tal como había
dicho Allyson, Gabriela bajó de la camioneta después de que lo hizo un
imponente hombre con turbante, parecía un gigante. Gabriela se detuvo y le dijo
algo en voz baja. El hombre se quedó afuera y ella entró a la cafetería
buscándolas con la mirada, el pobre dueño casi se desmaya. En cuanto las vio
prácticamente corrió hacia ellas con una enorme sonrisa. Llevaba un abrigo
negro que la cubría toda, el cabello recogido en un moño y en general intentaba
no ser reconocida por los guardaespaldas de Allyson.
-
¡Chicas! ¡Están
preciosas! – Las abrazó efusivamente - ¡Cuánto tiempo! Las he extrañado
horrores, lamento no haberme comunicado antes, pero han pasado tantas cosas y
estaba del humor más horrible que pueda haber. – Se sentó a la mesa sin dejar
de hablar.
-
Estamos
encantadas de verte – Dijo Ally – Entiendo que no hayas podido hablar antes, yo
también me desaparecí una temporada.
-
Lo sé. – Le dijo
apretándole la mano en un gesto afectuoso. - ¿Y tú Jack? No tienes más excusas
que ese fascinante trabajo que tienes.
-
¿Hablas de cosas
fascinantes? No sabía si decirte alteza en cuanto te vi o decirte simplemente
pequeña matrioska - En alusión a la
famosa muñeca rusa, apodo cariñoso que le decían debido a sus orígenes rusos.
Gabriela rió al escuchar a Jackie.
-
Ustedes pueden
decirme como quieran.
-
Pero ahora eres
una princesa ¿no es así? – Dijo Ally.
-
Sí. – Suspiró – este día hubiera sido horrible,
sino hubiera recibido su llamada con noticias de ustedes. No tenía la menor
idea de estar casada ¡Lo juro! Pero ahora resulta que mi flamante esposo
reclama que esté con él y como verán ahora recibo el trato de una estrella de
rock. – Dijo con gesto cansado mirando hacia fuera donde su dispositivo
personal de seguridad esperaba. – Aunque ustedes por lo visto ya saben lo que es esto.
-
¿No puedes
deshacer el matrimonio? – Preguntó Jaquie.
-
Claro que puedo,
pero eso significaría la ruina de mi familia.
-
¿A que te
refieres? – Dijo asombrada Allyson.
-
A que si no
vuelvo con él, se encargará personalmente de mandarnos a la quiebra. Sí, me ha
amenazado.
A ustedes puedo decírselos, así que hoy mismo se ha presentado
exigiendo que vuelva y de hecho nos vamos hoy mismo no tengo idea de a donde
pero nos vamos.
-
Si necesitas
ayuda económica y de cualquier tipo Gaby sabes que cuentas con ella. No dudes
en pedírmela. Te apoyaré hasta el final.
-
No sé que tanto
pueda hacer pero cuentas conmigo igualmente – Añadió Jaquie.
-
Gracias chicas –
Dijo secándose una escurridiza lágrima – Pero tengo que resolver esto sola y lo
lograré. Ten por seguro también que a Máximo no le agradaría nada esto.
-
¿Por que dices
eso? – Preguntó extrañada Ally.
-
No le gustaría
que me apoyaras en contra de él, es amigo de León. Si sabías ¿no?
-
¿Qué? Sé que han
hecho negocios, pero ¿amigos? Eso, yo no lo sabía.
-
Pues lo son y de
tiempos de la universidad, lo mismo que con Stefano, el magnate griego primo de
tu esposo. No solo hacen negocios juntos sino que se llevan de maravilla ¿no es
irónico en cierta forma? Si otra fuera la situación brincaría de gusto. Supe de
su estrecha amistad el escaso tiempo que estuve en Durban.
-
¿Irónico? No
tienes idea cuanto – Refunfuñó Jaquie. - ¿Sabes que voy a casarme?
-
Sí. – Dijo
Gabriela sonriendo - ¿Quién es el afortunado? Jamás creí vivir para verte
comprometida.
-
Gracias por eso.
– Dijo con una mueca graciosa – El
afortunado es Stefano Troyanos…Y estás invitada a la boda, será en Grecia
por supuesto. Tendrás que decirme en dónde estarás para enviarte la invitación
para el aciago día.
-
¿Aciago día?
-
Es una larga
historia – Interrumpió Ally – Pero Jaquie tiene una pequeña con él, se llama
Maddison.
-
Si que hemos
estado demasiado tiempo sin vernos, demasiado… - Dijo Gabriela – Nos tenemos
que poner al día definitivamente… No importa cuanto nos lleve, así que Troyanos
¿eh? Bueno, es un bombón de hombre – Bromeó. – sólo alguien como él podría
hacerte pensar en el matrimonio…
Después de varias horas, la charla seguía siendo de lo más amena.
Se habían contado de todo, habían estado más tranquilas al ver que los
guardaespaldas de Allyson no la habían reconocido y en general a pesar de los
problemas se la estaban pasando en grande. El teléfono de Gabriela sonó y al
ver la pantalla gruñó. Era hora de despedirse. Después de muchos abrazos y de
promesas de verse más seguido, se despidieron. En cuanto Gabriela se fue, los
teléfonos tanto de Allyson como de Jaquie sonaron.
-
Es Máximo. –
Sonrió Ally y contestó.
-
Es mi pesadilla
particular. – Dijo a su vez Jaquie y le contestó a Stefano. - ¿Sí?
-
Estás dejando
vacías las tiendas a juzgar por lo que te has tardado. – le dijo secamente.
-
Estoy bien,
gracias – Dijo con sorna - No te preocupes, mis gastos los estoy pagando yo. –
El oírlo le causó la acostumbrada emoción que prefería no sentir.
-
El ajuar lo paga
el novio.
-
No en esta
ocasión – Únicamente había ido a Milán por el vestido y no le había costado
nada. Ropa tenía a montones y de hecho no siempre se la ponía toda, ya que su
trabajo no siempre se lo permitía, así que tenía lo necesario y mucho más.
-
Lamento diferir,
y no está sujeto a discusión ¿ya vienen de regreso?
-
¿Acaso me
extrañas? – Le preguntó ella con burla.
-
¿Tú que crees? –
Fue la ambigua respuesta de Stefano.
-
Llegaremos
pronto, ¿Cómo está Maddie? – Jackie prefirió no seguir por esa línea de
conversación y optó por algo seguro y que le interesaba pues quería saber de la
niña.
-
Ella está
perfectamente. No tardes.
-
¿Es una orden?
-
No, pero esta
misma noche salimos hacia Grecia, así que sugiero que te des prisa…
-
¿Qué esta noche
que…? – Por poco lo dice a gritos.
-
Nos casamos en
tres días, lo normal y lógico es que los novios ya se encuentren en el lugar
donde contraerán matrimonio.
-
Pero… pero es
que…
-
No hay peros que
valgan, date prisa. – Y colgó sin darle tiempo a nada, ella soltó diversos
improperios dirigidos a Stefano y le informó a Allyson la situación.
-
En ese caso,
vámonos ya. Nosotros salimos en dos días, te llevaré otras cosas más que puedas
necesitar. –Dijo Ally.
-
No creo
necesitar nada más. – Decía enfadada Jaquie mientras se dirigía a la puerta del
establecimiento.
-
Eso dices ahora…
-
Por que es así.
-
Ya veremos… te
llevaré un negligé para la noche de bodas, con el cual Stefano se hincará de
rodillas a agradecer a Dios por ti. – Ally empezó a reír en cuanto lo dijo y
Jaquie solo movió la cabeza de un lado a otro.
-
Stefano no sabe
lo que le espera a mi lado, no seré una dócil mujercita sumisa a la espera de
que su flamante esposo le diga que hacer, que decir y no se le ocurra en la
vida rebelarse y sobre todo que le espere sensualmente vestida en la cama
cuando al señor se le antoje. Stefano no sabe lo que le espera…
-
Algo me dice que
si lo sabe y está ansioso por empezar – Canturreó Allyson.
Horas
después Jacqueline se desabrochaba el cinturón de seguridad y comprobaba que
Maddison siguiera dormida. Ya se encontraban volando hacia Grecia y a pesar de
estar hecha un manojo de nervios trataba de controlarse. Stefano estaba
enfrascado en unos documentos y ella que lo había ignorado desde que se había
subido al avión ya que ahí las estaba esperando él, quiso ponerse a gritar solo
para ver si así lo hacía salir de ese estado impasible e indiferente. No cabía
duda que él podía ignorar mejor que nadie. Había tomado a su hija en brazos y
ese había sido el único contacto que habían tenido, el de ella al darle a la
pequeña. Sacó su computadora portátil, con el fin de trabajar en las últimas
fotos que había tomado y así no seguir pensando en las horas venideras.
Sonrió
como boba al ver las fotos que le había tomado a Maddie, ella no lo había
confesado pero no pasaba un día sin que no le tomara fotos a su hija. Su
corazón de madre estaba pleno y rebosante de amor por su pequeña, por ella
valían la pena infinidad de esfuerzos y sacrificios, con esa mentalidad, abrió
la carpeta donde tenía las fotos tomadas en la selva negra y que le servirían
para su futuro libro.
Pasaron
los minutos y ella se encontró enfrascada en su trabajo, mientras al mismo
tiempo hacía las anotaciones necesarias que indicaban el lugar, hora y demás
datos de interés de las fotografías.
Ya
tenía prácticamente vendido el libro, trabajaría con el mismo editor que
Gabriela su amiga, quien escribía novelas y la había contactado con esa
editorial así que dentro de unas semanas firmaría el contrato.
Absorta
en su trabajo pero sin dejar de ver a Maddie por si se despertaba, la había
llevado a una cuna especial que iba en el jet privado de Stefano en el cual
viajaban y de cuando en cuando dejaba de trabajar y le daba un vistazo. Le
sirvieron de comer y ella se dedicó a picotear la ensalada que le habían
servido, seguro que después le daría hambre, ella no era de ensaladas
únicamente. Comía muy bien, pero cuando estaba frente a la computadora no
dedicaba mucha atención a la comida.
-
¿Desde cuando
comes tan poco? – La voz de Stefano llegó a sus oídos y aunque hubiese
preferido no contestar, sabía que se vería como una chiquilla. Así que se
obligó a hacerlo.
-
No tengo mucha
hambre. – respondió sin apartar la vista de la pantalla.
-
No me gustaría
que cayeras desmayada antes de dar el “si quiero” – Se burló él. Ella levantó
la vista por fin de la pantalla y lo miró fijamente.
-
Sería una buena
manera de poner fin a esta locura ¿no crees?
-
No volveremos a
esa conversación – Anunció tajante – Desmayada o como sea, te aseguro que
estarás casada conmigo en pocas horas.
-
No puedo esperar… - Dijo
ella con sarcasmo y falsa alegría.
-
Come. – Ordenó.
Ella
retiró su plato negándose a obedecer y se enfocó de nuevo en la pantalla,
despreciando la deliciosa ensalada, que de pronto se le antojó. Stefano seguía
observándola y cuando estaba segura que se levantaría y la obligaría a comer,
una llamada la salvó de lo que pensaba ocurriría. Casi inmediatamente vio como
él se sumergía en una conversación en italiano y ella volvió a su trabajo.
Pasado un rato, él seguía al teléfono y ella se levantó para ver a Maddie,
quien tenía el dulce sueño de los bebes, sonrió y le acarició la mejilla, la
pequeña respondió con una hermosa sonrisa aún dormida.
Una
azafata se le acercó y le indicó que
pronto aterrizarían, así que se sentó para abrocharse el cinturón,
mientras la joven azafata colocaba a Maddie en una sillita especial y le
abrochaba el cinturón. En esos momentos recordó que tenía hambre y cerró los
ojos para pensar en otra cosa que no fuera la comida.
-
¿Todo bien? – Le
dijo la joven acercándose a ella, interpretando que cerraba los ojos por temor.
-
Mejor,
imposible. – Contestó y logró detener el sarcasmo a tiempo. Sonrió a la chica.
-
No se preocupe,
muchas personas tienen miedo a volar, sobre todo cuando es el despegue y el
aterrizaje. Pero todo irá bien.
-
Gracias. Lo que
sucede es que me siento un poco mareada. – No estaba del todo mintiendo, la
falta de comida, la tensión de todo la estaba haciendo sentir un poco de mareo.
-
¡Oh! Ya veo. –
Sonrió la chica, con algo de picardía. – Entiendo.
Jackie
se dio cuenta que la había mal interpretado de nuevo y esta vez pensaba que
estaba embarazada ¿sino por que había sonreído con picardía? Exhaló con fuerza
y volvió a cerrar los ojos, que pensara lo que quisiera. Su vida sería pública
dentro de poco y así todos podrían ver que no había embarazo alguno y nunca lo
habría.
Hola, gracias por seguir subiendo esta serie, cuando leia sobre ally y maximo, pensaba que seria genial que escribieras la historia de ellos, que pava soy, recien ayer me di cuenta que amargo recordar es esa historia, muchas veces la pase de largo por no saber de que trataba, asi que la lei enterita ayer. gracias.
ResponderEliminarMe halaga que la hayas leído, muchas gracias. Amargo Recordar fue mi primer historia, tenía tanta verguenza de hacerla que usé otro nombre para subirla al grupo de yahoo llamado creaciones apasionadas, que es la madre por así decirlo del blog jajaja, y si, esta historia también esta terminada y la seguiré subiendo,saludos.
Eliminarme costo encontrarla en creaciones, la buscaba por tu nombre y lei el resumen de Nata y ahi decia con que nombre la escribiste. falta la de gaby y su jeque. jaja.
EliminarJejeje si, pero esa esta super mega estancadisima, pero le echaré ganas en un futuro próximo ;)
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