¿Jacqueline?
Él casi no le decía su nombre completo ¿Qué significaba eso? ¿Por qué lo sentía
casi como una amenaza?
-
Por supuesto –
atinó a contestar. - ¿Puedo tomar a mi hija en brazos otra vez?
-
Tan solo tenías
que pedirlo.
-
No te veías muy
dispuesto a darla.
-
Es cierto. –
Sonrió por esa admisión. Le pasó a la bebita. Al tenerla de nuevo consigo vio
iluminarse el rostro de Jackie. Se ponía así de resplandeciente también cuando
estaba en el éxtasis al hacer el amor. De inmediato su cuerpo respondió a ese
recuerdo y tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para tranquilizarse. – Tengo un
departamento aquí, iremos allí para estar más tranquilos.
-
Por que no me
extraña – Volvió a hablar para si Jackie en un susurro.
-
¿Decías…?
-
¿Por qué no
mejor un restaurante?
-
¿Te parece un
sitio apropiado para discutir el futuro de nuestra hija?
Aquello
la desarmó por completo y también la fastidió. Pero tenía razón.
-
Está bien. –
Dijo reacia.
-
Perfecto.
Camino
al departamento de Stefano que por supuesto estaba ubicado en una zona
excelente del centro de Nueva York, Jackie no dejó de reír y hacer reír a
Maddison, logrando olvidarse del hombre que iba en el auto con ellas y que las
observaba sin perder detalle.
La
imagen que tenía Stefano ante sí le hacía sentirse diferente, experimentaba
sensaciones desconocidas con su hija y también con la madre. Ahora era padre,
ahora tenía una hija y esa hija venía con la madre incluida pero lejos de
sentirse atrapado la idea le llamaba la atención profundamente ¿Sería por que
la madre de Maddison era Jackie? Por supuesto que era por eso. Jackie era
hermosa, pero ahora veía que aparte de su belleza y de la inteligencia que él
mismo había comprobado tenía, era una mujer que le fascinaba ser madre. Tenían
demasiados asuntos pendientes.
Aun no hablaban con calma de la primera noche
que habían pasado juntos y que echaba por tierra su argumento de que había
visto un hombre en su cuarto cuando estaba ella en Grecia, tenía que admitir
que se había equivocado por que ella había sido virgen hasta que él cambió eso,
el recuerdo le hizo sonreír con satisfacción. Tenía ante si una excelente
perspectiva. Tendría a su pequeña con él por que por nada del mundo la daría y
se encargaría también de tener a su hermosa madre ¿Cómo hubiera sido ver a Jackie
embarazada de Maddison? Se preguntó. Quizás con el tiempo podría averiguarlo.
La idea le asaltó sin aviso el pensamiento y lo sorprendió. Él jamás se había
planteado la posibilidad de ser padre con ninguna mujer. Era cierto que ahora
lo era pero no por que lo hubiese planeado y encima de ello, ahora se
encontraba pensando en Jackie embarazada ¿Qué rayos le pasaba? Necesitaba
poseerla hasta sacársela del pensamiento. Después quedaría la garantía de que
sería la madre para Maddison y ya no le afectaría tanto los sentidos ¿verdad?
No se sentía tan seguro de ello.
- El tráfico está
infernal. – Comentó de pronto ella, mirando hacia la ventanilla y haciendo que
la pequeña volteara su cabecita en la misma dirección junto con ella. Ambas
eran parecidas notó Stefano, hasta parecía que Maddison tenía ya los mismos
gestos de Jackie. El pelo era del mismo color y la boca era una replica en
miniatura de la de su madre lo mismo que la nariz. De él tenía los ojos
únicamente por lo visto.
-
Fue la razón de
mi retraso el día de hoy.
-
Casi dos horas –
le recordó ella.
-
Fue solo una.
-
¿Seguro no lo
hiciste a propósito?
-
Ten la seguridad
de que no. Era un asunto de máxima importancia como para encima llegar tarde.
-
No creí que
pensaras así.
-
Como de
costumbre estás equivocada. – Le dijo burlón.
-
En lo que a ti
respecta no me equivoco con frecuencia en cuanto a lo que pienso que eres o
harás.
-
¿Ah si?
Interesante ¿Ya sabes lo que haré en cuanto lleguemos entonces?
-
Tampoco es que
sea adivina. – Gruñó ella. – Dijiste que hablaríamos y por lo pronto espero que
te mantengas firme en tu palabra.
-
¿Acaso temes que
intente otra cosa que no sea hablar?
-
La única razón
por la que te acompaño es por que se trata de Maddie.
-
Nuestra Maddie.
Por
toda respuesta Jackie lo miró fijamente y se volvió a concentrar en Maddison.
Llegaron al elegante edificio y Stefano se apeó del automóvil con elegantes
movimientos, cosa que a ella no le resultó tan fácil ni que decir que no lo
hizo con elegancia pues estuvo a punto de caer con toda y la pequeña, pero las
manos de Stefano las detuvieron de acabar en el suelo. Con el corazón a mil por
hora por lo que pudo haberle pasado a Maddison si hubieran caído no reparó en
que él seguía sosteniéndola y le rodeaba la cintura con un brazo.
-
Todo esto se
pudiera haber evitado si hubieras aceptado mi mano para bajar. – Gruñó él.
¿Mano?
¿Cuál mano? Se interrogó Jackie, en su prisa por seguirlo ni siquiera había
visto que él le estaba ayudando a bajar.
- No soy experta
en bajar de autos con un bebé en brazos, y no vi tu mano. – Replicó ella.
-
Seguías
contemplando a la niña - dijo con tono
algo irritado – No me gustaría que mandaras al suelo a mi hija.
-
¡Sabes que no
era mi intención! – Explotó ella apartándose bruscamente de él.
-
¿Puedes esperar
a que entremos para gritar? – Le dijo con voz glacial.
Hasta
entonces se percató que seguían frente al edificio y que había varias personas
observando la escena.
-
Tú me provocas.
– Dijo aún furiosa.
-
Claro, todo es
mi culpa. – Añadió cínico.
Sin
darle oportunidad a responderle, le quitó a la niña de los brazos y con la mano
libre la tomó del codo y la guió apresuradamente al interior seguidos de cerca
por su equipo de seguridad. Subieron solos al ascensor y demasiado pronto para
el gusto de Jackie pues casi inmediatamente se encontraban ya en el
departamento.
El
típico departamento de hombre millonario, soltero y playboy, estilo
minimalista, en tonos negros y blancos, todo muy aséptico y estéril hasta
cierto punto. Ciertamente no era lugar para un bebé. Jackie analizaba todo con
ojo crítico, para poder dar su mejor crítica destructiva del departamento solo
para fastidiarlo cuando en una pared estratégicamente ubicada que tenía a cada
lado espléndidos ventanales y por lo tanto vistas geniales de la ciudad, le
llamó la atención lo que había en casi toda la pared, cuando se acercó a
observarla no podía creerlo.
Hacía meses ella había expuesto en una galería en
Londres. Había tenido mucho éxito y todas sus fotografías se habían vendido con
celeridad, eso le había dado más prestigio y numerosas invitaciones de
importantes galerías en otros países para exponer. Y ahora se encontraba en esa
pared con por lo menos la mitad de las fotografías que se habían vendido en
Londres ¿Pero por que? ¿Por qué las había comprado? ¿Para humillarla? ¿Para que
se diera cuenta que si él no hubiera comprado todas esas fotografías ella no
hubiera vendido nada? ¡Cuánto no debía haber disfrutado con ello! ¡Cuanto se
debía haber reído de ella! Quería gritar y arrancar esas fotografías de la
pared. Pero ella amaba esas fotografías como todas las que tomaba, así que
trató de serenarse y enfrentar a ese hombre que sabía como darle siempre en sus
puntos débiles.
-
¿Qué significa
esto? – Preguntó tratando de controlar la ira.
Stefano
había observado el cúmulo de sensaciones que recorrían a Jackie por haber visto
las fotografías. Estaba enfadada, no, enfadada era poco. Estaba furiosa ¿Cómo
explicarle que había comprado las fotografías por que le habían gustado? Sin
motivos ocultos más que él de tener algo de ella, aunque en ese entonces no lo
hubiera reconocido, lo hacía en ese momento. Pero ahí estaba ella, pensando que
sólo lo había hecho para enojarla, que lo había hecho para humillarla. Si se
tomaba en cuenta su tormentosa relación no era para menos lo que pasaba por la
mente de ella.
-
Significa que
hice una excelente compra.
-
¿La mitad de mi
exposición? – Preguntó arrastrando las palabras en un claro intento de no
gritar.
Tenía
ventaja al tener a la niña con él en brazos viendo que por ello, Jackie se
controlaba para no espantarla, puso a Maddie en su carrito de bebé que su
personal subía en ese instante. La llegada de las cosas de la niña también
ayudó a detener por un momento la explosión de Jackie cosa que agradeció. En
cuanto se marcharon los empleados que habían llevado las cosas él le contestó.
-
Independientemente
de lo que haya pasado entre nosotros. Me gustó tu trabajo. Por eso compré las
fotografías. – Aclaró esperando le creyera, después de todo era parte de la
verdad. La otra era que quería tener algo de ella con él ¿Absurdo? Bastante,
pero era la maldita verdad. Estaba en Londres por negocios, supo de la
exposición y acudió esperando encontrarla allí. Ella no se presentó, pero el
caso es que se encontró disfrutando de las fotografías y admirándola por su
excelente trabajo. De hecho no había sido fácil conseguir todas esas fotos,
había muchos deseosos de llevárselas.
-
¿Esperas que lo
crea? – siseó – Todo este tiempo he estado plenamente segura que has querido
encontrar la manera de humillarme por lo que dices que hice ¡y por una simple
bofetada que te merecías de sobra!
-
Al contrario de
todo lo que dices, lo que menos quería era recordarte. Puedes estar segura que
nunca, nunca – recalcó con casi la misma furia que ella – Una mujer me había
hecho lo que creí que tú me habías hecho y eso era motivo más que suficiente
para desterrarte de mis pensamientos no para buscar la manera de devolverte el
golpe, por que lo que menos quería era saber la mínima cosa de ti.
-
¿Me estás
diciendo que un Troyanos pasaría por alto una afrenta a su orgullo?
-
Cuando viene por
parte de una mujer que no vale la pena, sí. – Dijo cruel logrando que ella se
encendiera más todavía – Estaba equivocado contigo – Añadió prontamente,
estando seguro que Jackie ardería en llamas, si no se retractaba. Pero tenía
que reconocer que pelear con ella era realmente estimulante. – Juzgué a partir
de lo que vi…
-
Un hombre en mi
habitación… - Repitió ella con voz cansada. – Y tuviste suficientes pruebas de
que no fue así cuando descubriste que no hubo hombre alguno ¿Tan grande fue la
mancha en la sabana, que no te cupo la menor duda de que…?
-
¡Por Dios!
¿Tienes que decir eso?
-
¿Te incomoda?
Por que a mí no. Lo único que lamento es que tú fueras el encargado de quitarme
la estorbosa condición de virgen. – Con una calma que estaba lejos de sentir Jackie
se sentó cerca del carrito de la niña, estaba agotada mentalmente pero a pesar
de ello no bajaría la guardia ni por un segundo con Stefano, primero muerta a
que supiera que de todos los hombres que existen, él de todas maneras hubiera
sido su elección para su primera vez.
-
Lo que realmente
lamentarás es decir eso Jacqueline – Respondió sonriendo para confusión de ella
- ¿Podrías explicarme como es que si lamentas aquella primera vez, de buen
grado seguiste acostándote conmigo después?
¿Qué
podía contestar a eso? ¿Qué podía decirle que no sonara a una gran mentira?
Siguió acostándose con él por que el hombre era un experto en la cama, por que
ahora comprendía lo que era tener un maldito vicio, era intoxicante, embriagador
y sublime la manera en que ese condenado hombre hacía el amor, ¡sexo! Se
corrigió.
-
Digamos que le
he tomado el gusto – Respondió con una sonrisa altanera. – Pero eso no
significa que siga cayendo en el mismo error, al menos no con la misma persona.
-
Cuando dices
esas cosas me dan ganas de zarandearte – Le confesó con los dientes apretados
Stefano. – Lamento informarte que tus errores tendrán que seguir siendo con la
misma persona.
-
¿Cómo dices? –
Preguntó levantándose para ponerse frente a él, con gesto belicoso.
-
¿Crees que
permitiré que te lleves a mi hija?
-
¿Eso que tiene
que ver lo que acabas de decir?
-
Que no permitiré
que apartes a Maddie de mí, que no permitiré que tú le des mal ejemplo y te vea
con un hombre y con otro.
-
¿Qué yo que…? –
Dijo exaltada.
-
Lo que has oído.
En todo caso independientemente de Maddie ¿Crees que permitiré que te acuestes
con otros?
-
¿Otros? –
Repitió ella furiosa. – Soy libre de hacer lo que me plazca – Le susurró
furiosa, iba a gritar pero vio por el rabillo del ojo que la niña se movía
inquieta.
-
¿Así que no
tienes reparo alguno en afirmar que te da igual ir de una cama a otra?
-
¡Yo no he dicho
semejante cosa! He dicho que no pienso seguir cometiendo los mismos errores y
que tengo todo el derecho a estar con quien yo quiera.
-
Pues no lo
tienes desde que Maddie entró en escena. – Le dijo con voz helada.
-
Entonces los
hombres están prohibidos para mí ¿Y que hay de ti? ¿Vivirás en celibato? –
Preguntó burlona.
-
No tengo por que
hacerlo, sobre todo cuando estás a la mano…
Una
sonora bofetada siguió a esa declaración. Una furiosa Jacqueline no había
tardado ni dos segundos en responder a tan cruel comentario.
-
Maldito seas. – Dijo
Jackie. Stefano se tocó la mejilla donde ella había aplicado su fuerza sin
pensarlo un segundo.
-
Eres condenadamente
rápida – Le dijo con fuego en los ojos.
-
No soy tu
juguete, que te quede bien claro. No tengo ningún problema en que vayas y te
acuestes con miles de mujeres, lo tendré cuando Maddie ya tenga edad para
entenderlo. Mientras tanto no seas hipócrita y no me exijas lo que tú ni
queriendo harías.
-
¿Crees que no
puedo estar sin una mujer? ¿Es eso? ¿Para que si te tengo a ti? Llenas
perfectamente bien mis noches, claro, cuando te tengo al lado.
-
¿Insistes con
esa clase de comentarios?
-
¿Insistes en
negar lo evidente?
-
Si fueras tan
amable de decirme que es lo evidente…
-
Que tú y yo
hemos hecho el amor, sexo, como quieras llamarlo y que te ha encantado tanto
como a mí y que no puedes apartar de tu mente las noches que hemos pasado
juntos, tal como no puedo hacerlo yo.
Lo has llamado aventura, locura y error. Pero desde el momento en
que Maddie ha pasado a formar parte de nuestras vidas significa que esto no se
queda así, no pienso permitirlo. Tenemos una relación Jackie te guste o no.
-
¿Cómo se te
ocurre meter a la niña en esto?
-
Por que es
nuestra hija y no pienso dejar que se críe con sus padres separados.
-
¿Y como
entonces? – bufó Jackie – Yo vivo en España y tú en… los Hoteles por tus viajes
continuos de negocios ¿no?
-
La solución es
de lo más sencilla
-
Ilumíname… - Se
burló ella.
-
Tendremos que
vivir juntos. – Dijo tranquilamente acercándose al mueble bar y sirviendo dos copas. Le pasó una a Jackie que aún no
pronunciaba palabra. – La necesitas – Añadió al darle la copa y riendo
malévolamente.
-
¿Es una broma?
-
Claro que no,
querida. Hablo muy en serio.
-
No es gracioso.
-
No es una broma.
Creo que eso ya te lo dije.
-
¿Vivir juntos?
Es una de las ideas más descabelladas que he oído en mi vida.
-
Es eso o ir a
los tribunales.
-
¡No estarás
hablando en serio! – Exclamó Jackie con los ojos muy abiertos.
-
¿Tengo que
repetir que no estoy jugando con este asunto?
-
Pero es… sería
una tontería ¡No podríamos vivir juntos!
-
Dime por que no.
-
Bueno, para
empezar no pretenderás que arrastre a Maddie por los Hoteles de toda Europa,
Norteamérica, etcétera, etcétera – Finalizó con sorna.
-
Nunca he
pretendido tal cosa. Nos estableceremos en Grecia por supuesto.
-
¿Sabes? Cuando
hablas en plural me dan escalofríos ¿En serio iniciarías una batalla por Maddie
si no acepto que vivamos juntos?
-
¿Lo dudas?
-
No quiero
creerte tan ruin y tan cruel.
-
No quiero creer
que hagas un drama de todo esto cuando la solución más viable está ante
nuestros ojos. O vivimos juntos y le damos a Maddie la estabilidad de un hogar
normal o tendré que quitártela – Imprimió a su voz el tono que acobardaba a
cualquiera y con placer vio que Jaquie perdió el color, sintió placer pero
también algo de lástima, pero si no actuaba así no conseguiría lo que quería.
-
No le estaremos
dando estabilidad alguna. ¡Nos la pasaremos discutiendo! Solamente no lo
hacemos cuando estamos en la cama, pero no podemos pasárnosla ahí todo el día
¿verdad? – Dijo ella con sarcasmo.
-
Aunque es una
excelente idea – Le respondió con ojos brillantes.
-
No viviremos
juntos y punto final de esta absurda conversación. Tengo toda la disposición
del mundo de que veas a Maddie cuando puedas y así te convenga pero de ninguna
manera voy a permitir que manipules todo a tu conveniencia ¿Qué fácil, no? Tener a tu hija en tu casa y de paso a la
madre que la cuidará y amará como nadie y con la cual pretendes acostarte cada
vez que te venga en gana mientras tú no renuncias a absolutamente nada.
-
Dicho así la
idea suena realmente interesante. Pero no he pedido renuncies a nada, al
contrario el estar juntos significará darle un hogar a nuestra hija ¿O es que
es demasiado pedirte? Si tener a mi hija conmigo, significa tenerte también a
ti, bueno, puedes apostar querida que estando tú en mi cama, no se me antojará
visitar otras.
-
No va a
funcionar – con los dientes apretados, Jackie empezó a caminar de un lado a
otro, para ella no había nada que no hiciera por la niña, pero el vivir juntos
no sería provechoso, al contrario. La idea era francamente tentadora pero se
resistía a ella con todas sus fuerzas. No tenía la menor intención de vivir con
su mayor tentación, con el hombre que sabía ocupaba algo más que su mente, ese
pensamiento la aterró y cambió el rumbo de sus pensamientos a las desventajas
de estar junto a él. Ella sería novedad un tiempo de ahí el seguiría con su
interminable colección de bellezas, y ella con el corazón roto se quedaría allí
por la pequeña. Maddie no tenía por que vivir con una madre que seguramente
estaría frustrada y hasta amargada y con un padre ausente que viviría la vida
como quisiera, por que así sería, de eso estaba segura. – Quiero lo mejor para
Maddie – Se paró a mirarlo – Pero lo mejor no eres tú y yo juntos
definitivamente.
-
¿Es tu última
palabra?
-
Eso creo.
-
¿Lo crees? Debes
estar plenamente segura y consciente de a lo que estás renunciando y las consecuencias
que se te vienen encima, no saldrás de aquí con mi hija. – Furioso como estaba,
avanzó hacia ella y Jaquie se obligó a
no dar un solo paso atrás.
-
No puedes
impedirme salir de este departamento con la niña.
-
Puedo impedirte
que salgas del País y no sólo eso, no darás un paso sin que yo sepa hacia que
dirección vas. Estarás vigilada Jacqueline, todo el tiempo que dure esto, hasta
que tenga la custodia completa de Maddie y en ese caso, será muy poco tiempo,
créeme. No tienes la menor posibilidad de ganar. Haré uso de todo lo necesario
para que Maddie esté conmigo y será demasiado tarde para que admitas que te has
equivocado.
-
No te tengo
miedo Troyanos, que no pase por tu cabeza semejante pensamiento. Por que
también haré de todo por quedarme con Maddie. Te ofrecí permanecer con la
custodia compartida.
-
¿Le llamas
compartir a ver a mi hija de vez en cuando?
-
Dije que podías
hacerlo cuando tú quisieras y pudieras, pero veo que eso es de vez en cuando
¿no?
-
Quiero a mi hija
y a su madre en mi casa. – Dijo determinante.
-
Lamento decir
que eso no sucederá.
-
Espero puedas
con lo que tú misma has provocado. Será divertido ver como regresas suplicando
piedad y entonces tendré que decirte que no.
-
¿Sabes? Algo me
dice que alguien pedirá piedad como tú dices, pero no seré yo. Puedes
apostarlo.
-
Así que…
¿Quieres apostar? – La pregunta la hizo con un brillo y un gesto malicioso que
advirtió Jackie, pero no se dejó amedrentar.
-
Está bien ¿Qué
propones? – Agregó en un arranque.
-
El que pida
piedad aceptará hacer todo lo que él otro quiera. – El brillo en los ojos de
Stefano hacían ver ese par como dos pozos de plata brillante y ella tragó
saliva. – ¿Aceptas, o es demasiado para ti?
-
No, no lo es.
Será muy agradable verte haciendo lo que yo quiera.
-
Que coincidencia
pues pienso exactamente lo mismo. – Sonrió mostrando una perfecta dentadura que
le recordó un depredador.
-
Entonces –
Prosiguió ella – Él que sienta que no puede seguir con esto, el que pida
clemencia, será el perdedor.
-
Estamos de
acuerdo. Sellemos el trato.
-
¿cómo?
-
Un apretón de
manos, por supuesto. – Sonrió de nuevo.
-
Por supuesto – Jackie
sonrió falsamente y extendió la mano.
Craso
error por que Stefano le tomó la mano y la atrajo hacia él tan rápido que ella
de pronto se vio sobre él y cuando abrió la boca para protestar, él ya había
bajado la cabeza y la besaba sin contemplaciones, lo hizo con dureza si bien
sabía a pasión. Cuando ella empezaba a responder un llanto sobresaltó a ambos y
ella enseguida se separó de él lanzándole una fría mirada.
-
¡Eres… eres…! –
Empezó ella sin terminar la frase para ir hacia la niña que se calmó en cuanto
ella la tomó en brazos y la acunó.
-
Soy… ¿soy…? –
Insistió él con burla, ganándose otra mirada digna de una reina de hielo.
-
¡Nos vamos de
aquí! – Se levantó con la niña en brazos.
-
Déjame tenerla
un rato más. – Pidió él extendiendo los brazos para cargar a la niña y de paso
sorprendiéndola.
Maddie
se veía a gusto en brazos de su padre observó Jackie no sin algo parecido a los
celos, tenía rato ya que Stefano cargaba a la niña y jugaba suavemente con
ella. Sabía que era un perfecto tío con la nena de Ally y Max pero ahora
comprobaba que si le gustaban en realidad los niños y que de paso parecía que
si sería un buen padre ¿había cometido un error? No. Se dijo rápidamente, sería
lo peor para los tres estar en la misma casa. Y ella no se retractaría de lo
dicho, no lo haría.
-
Es hora de irnos
– Le dijo a Stefano.
-
A esto es a lo
que nos estás condenando Jacqueline, a visitas breves y estipuladas por un
tribunal ¿Es lo que quieres?
-
Quiero la custodia
compartida. Pero no quiero vivir contigo.
-
No te sorprenda
estar vigilada todo el tiempo.
-
No desapareceré,
enfrentaré esto.
-
Nos veremos
pronto.
-
Puedes verla
cuando gustes ya te lo he dicho. Bien, adiós.
Tengo que confesar que hice trampa, pero no lo pude evitar!!!!! :(
ResponderEliminarbaje la novela completa del grupo, me encanto, y al fin respire tranquila de esos dementes, locos de William y Oscar.....que tuvieron su merecido, nose que mas decir, solo recalcar que me encantoooooooo :)
Ahhh cuidado con los spoilers!!! jajaja que bueno que te gusto, gracias por leer. Kisses.
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