lunes, 25 de marzo de 2013

Un Amor para Recordar VII



¿Jacqueline? Él casi no le decía su nombre completo ¿Qué significaba eso? ¿Por qué lo sentía casi como una amenaza?

-         Por supuesto – atinó a contestar. - ¿Puedo tomar a mi hija en brazos otra vez?
-         Tan solo tenías que pedirlo.
-         No te veías muy dispuesto a darla.
-         Es cierto. – Sonrió por esa admisión. Le pasó a la bebita. Al tenerla de nuevo consigo vio iluminarse el rostro de Jackie. Se ponía así de resplandeciente también cuando estaba en el éxtasis al hacer el amor. De inmediato su cuerpo respondió a ese recuerdo y tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para tranquilizarse. – Tengo un departamento aquí, iremos allí para estar más tranquilos.
-         Por que no me extraña – Volvió a hablar para si Jackie en un susurro.
-         ¿Decías…?
-         ¿Por qué no mejor un restaurante?
-         ¿Te parece un sitio apropiado para discutir el futuro de nuestra hija?


Aquello la desarmó por completo y también la fastidió. Pero tenía razón.

-         Está bien. – Dijo reacia.
-         Perfecto.

Camino al departamento de Stefano que por supuesto estaba ubicado en una zona excelente del centro de Nueva York, Jackie no dejó de reír y hacer reír a Maddison, logrando olvidarse del hombre que iba en el auto con ellas y que las observaba sin perder detalle.

La imagen que tenía Stefano ante sí le hacía sentirse diferente, experimentaba sensaciones desconocidas con su hija y también con la madre. Ahora era padre, ahora tenía una hija y esa hija venía con la madre incluida pero lejos de sentirse atrapado la idea le llamaba la atención profundamente ¿Sería por que la madre de Maddison era Jackie? Por supuesto que era por eso. Jackie era hermosa, pero ahora veía que aparte de su belleza y de la inteligencia que él mismo había comprobado tenía, era una mujer que le fascinaba ser madre. Tenían demasiados asuntos pendientes. 
Aun no hablaban con calma de la primera noche que habían pasado juntos y que echaba por tierra su argumento de que había visto un hombre en su cuarto cuando estaba ella en Grecia, tenía que admitir que se había equivocado por que ella había sido virgen hasta que él cambió eso, el recuerdo le hizo sonreír con satisfacción. Tenía ante si una excelente perspectiva. Tendría a su pequeña con él por que por nada del mundo la daría y se encargaría también de tener a su hermosa madre ¿Cómo hubiera sido ver a Jackie embarazada de Maddison? Se preguntó. Quizás con el tiempo podría averiguarlo. La idea le asaltó sin aviso el pensamiento y lo sorprendió. Él jamás se había planteado la posibilidad de ser padre con ninguna mujer. Era cierto que ahora lo era pero no por que lo hubiese planeado y encima de ello, ahora se encontraba pensando en Jackie embarazada ¿Qué rayos le pasaba? Necesitaba poseerla hasta sacársela del pensamiento. Después quedaría la garantía de que sería la madre para Maddison y ya no le afectaría tanto los sentidos ¿verdad? No se sentía tan seguro de ello.

-   El tráfico está infernal. – Comentó de pronto ella, mirando hacia la ventanilla y haciendo que la pequeña volteara su cabecita en la misma dirección junto con ella. Ambas eran parecidas notó Stefano, hasta parecía que Maddison tenía ya los mismos gestos de Jackie. El pelo era del mismo color y la boca era una replica en miniatura de la de su madre lo mismo que la nariz. De él tenía los ojos únicamente por lo visto.
-         Fue la razón de mi retraso el día de hoy.
-         Casi dos horas – le recordó ella.
-         Fue solo una.
-         ¿Seguro no lo hiciste a propósito?
-         Ten la seguridad de que no. Era un asunto de máxima importancia como para encima llegar tarde.
-         No creí que pensaras así.
-         Como de costumbre estás equivocada. – Le dijo burlón.
-         En lo que a ti respecta no me equivoco con frecuencia en cuanto a lo que pienso que eres o harás.
-         ¿Ah si? Interesante ¿Ya sabes lo que haré en cuanto lleguemos entonces?
-         Tampoco es que sea adivina. – Gruñó ella. – Dijiste que hablaríamos y por lo pronto espero que te mantengas firme en tu palabra.
-         ¿Acaso temes que intente otra cosa que no sea hablar?
-         La única razón por la que te acompaño es por que se trata de Maddie.
-         Nuestra Maddie.

Por toda respuesta Jackie lo miró fijamente y se volvió a concentrar en Maddison. Llegaron al elegante edificio y Stefano se apeó del automóvil con elegantes movimientos, cosa que a ella no le resultó tan fácil ni que decir que no lo hizo con elegancia pues estuvo a punto de caer con toda y la pequeña, pero las manos de Stefano las detuvieron de acabar en el suelo. Con el corazón a mil por hora por lo que pudo haberle pasado a Maddison si hubieran caído no reparó en que él seguía sosteniéndola y le rodeaba la cintura con un brazo.

-         Todo esto se pudiera haber evitado si hubieras aceptado mi mano para bajar. – Gruñó él.

¿Mano? ¿Cuál mano? Se interrogó Jackie, en su prisa por seguirlo ni siquiera había visto que él le estaba ayudando a bajar.

-       No soy experta en bajar de autos con un bebé en brazos, y no vi tu mano. – Replicó ella.
-         Seguías contemplando a la niña -  dijo con tono algo irritado – No me gustaría que mandaras al suelo a mi hija.
-         ¡Sabes que no era mi intención! – Explotó ella apartándose bruscamente de él.
-         ¿Puedes esperar a que entremos para gritar? – Le dijo con voz glacial.

Hasta entonces se percató que seguían frente al edificio y que había varias personas observando la escena.

-         Tú me provocas. – Dijo aún furiosa.
-         Claro, todo es mi culpa. – Añadió cínico.

Sin darle oportunidad a responderle, le quitó a la niña de los brazos y con la mano libre la tomó del codo y la guió apresuradamente al interior seguidos de cerca por su equipo de seguridad. Subieron solos al ascensor y demasiado pronto para el gusto de Jackie pues casi inmediatamente se encontraban ya en el departamento.
El típico departamento de hombre millonario, soltero y playboy, estilo minimalista, en tonos negros y blancos, todo muy aséptico y estéril hasta cierto punto. Ciertamente no era lugar para un bebé. Jackie analizaba todo con ojo crítico, para poder dar su mejor crítica destructiva del departamento solo para fastidiarlo cuando en una pared estratégicamente ubicada que tenía a cada lado espléndidos ventanales y por lo tanto vistas geniales de la ciudad, le llamó la atención lo que había en casi toda la pared, cuando se acercó a observarla no podía creerlo.
Hacía meses ella había expuesto en una galería en Londres. Había tenido mucho éxito y todas sus fotografías se habían vendido con celeridad, eso le había dado más prestigio y numerosas invitaciones de importantes galerías en otros países para exponer. Y ahora se encontraba en esa pared con por lo menos la mitad de las fotografías que se habían vendido en Londres ¿Pero por que? ¿Por qué las había comprado? ¿Para humillarla? ¿Para que se diera cuenta que si él no hubiera comprado todas esas fotografías ella no hubiera vendido nada? ¡Cuánto no debía haber disfrutado con ello! ¡Cuanto se debía haber reído de ella! Quería gritar y arrancar esas fotografías de la pared. Pero ella amaba esas fotografías como todas las que tomaba, así que trató de serenarse y enfrentar a ese hombre que sabía como darle siempre en sus puntos débiles.

-         ¿Qué significa esto? – Preguntó tratando de controlar la ira.

Stefano había observado el cúmulo de sensaciones que recorrían a Jackie por haber visto las fotografías. Estaba enfadada, no, enfadada era poco. Estaba furiosa ¿Cómo explicarle que había comprado las fotografías por que le habían gustado? Sin motivos ocultos más que él de tener algo de ella, aunque en ese entonces no lo hubiera reconocido, lo hacía en ese momento. Pero ahí estaba ella, pensando que sólo lo había hecho para enojarla, que lo había hecho para humillarla. Si se tomaba en cuenta su tormentosa relación no era para menos lo que pasaba por la mente de ella.

-         Significa que hice una excelente compra.
-         ¿La mitad de mi exposición? – Preguntó arrastrando las palabras en un claro intento de no gritar.

Tenía ventaja al tener a la niña con él en brazos viendo que por ello, Jackie se controlaba para no espantarla, puso a Maddie en su carrito de bebé que su personal subía en ese instante. La llegada de las cosas de la niña también ayudó a detener por un momento la explosión de Jackie cosa que agradeció. En cuanto se marcharon los empleados que habían llevado las cosas él le contestó.

-         Independientemente de lo que haya pasado entre nosotros. Me gustó tu trabajo. Por eso compré las fotografías. – Aclaró esperando le creyera, después de todo era parte de la verdad. La otra era que quería tener algo de ella con él ¿Absurdo? Bastante, pero era la maldita verdad. Estaba en Londres por negocios, supo de la exposición y acudió esperando encontrarla allí. Ella no se presentó, pero el caso es que se encontró disfrutando de las fotografías y admirándola por su excelente trabajo. De hecho no había sido fácil conseguir todas esas fotos, había muchos deseosos de llevárselas. 
-         ¿Esperas que lo crea? – siseó – Todo este tiempo he estado plenamente segura que has querido encontrar la manera de humillarme por lo que dices que hice ¡y por una simple bofetada que te merecías de sobra!
-         Al contrario de todo lo que dices, lo que menos quería era recordarte. Puedes estar segura que nunca, nunca – recalcó con casi la misma furia que ella – Una mujer me había hecho lo que creí que tú me habías hecho y eso era motivo más que suficiente para desterrarte de mis pensamientos no para buscar la manera de devolverte el golpe, por que lo que menos quería era saber la mínima cosa de ti.
-         ¿Me estás diciendo que un Troyanos pasaría por alto una afrenta a su orgullo?
-         Cuando viene por parte de una mujer que no vale la pena, sí. – Dijo cruel logrando que ella se encendiera más todavía – Estaba equivocado contigo – Añadió prontamente, estando seguro que Jackie ardería en llamas, si no se retractaba. Pero tenía que reconocer que pelear con ella era realmente estimulante. – Juzgué a partir de lo que vi…
-         Un hombre en mi habitación… - Repitió ella con voz cansada. – Y tuviste suficientes pruebas de que no fue así cuando descubriste que no hubo hombre alguno ¿Tan grande fue la mancha en la sabana, que no te cupo la menor duda de que…?
-         ¡Por Dios! ¿Tienes que decir eso?
-         ¿Te incomoda? Por que a mí no. Lo único que lamento es que tú fueras el encargado de quitarme la estorbosa condición de virgen. – Con una calma que estaba lejos de sentir Jackie se sentó cerca del carrito de la niña, estaba agotada mentalmente pero a pesar de ello no bajaría la guardia ni por un segundo con Stefano, primero muerta a que supiera que de todos los hombres que existen, él de todas maneras hubiera sido su elección para su primera vez.
-         Lo que realmente lamentarás es decir eso Jacqueline – Respondió sonriendo para confusión de ella - ¿Podrías explicarme como es que si lamentas aquella primera vez, de buen grado seguiste acostándote conmigo después?

¿Qué podía contestar a eso? ¿Qué podía decirle que no sonara a una gran mentira? Siguió acostándose con él por que el hombre era un experto en la cama, por que ahora comprendía lo que era tener un maldito vicio, era intoxicante, embriagador y sublime la manera en que ese condenado hombre hacía el amor, ¡sexo! Se corrigió. 

-         Digamos que le he tomado el gusto – Respondió con una sonrisa altanera. – Pero eso no significa que siga cayendo en el mismo error, al menos no con la misma persona.
-         Cuando dices esas cosas me dan ganas de zarandearte – Le confesó con los dientes apretados Stefano. – Lamento informarte que tus errores tendrán que seguir siendo con la misma persona.
-         ¿Cómo dices? – Preguntó levantándose para ponerse frente a él, con gesto belicoso.
-         ¿Crees que permitiré que te lleves a mi hija?
-         ¿Eso que tiene que ver lo que acabas de decir?
-         Que no permitiré que apartes a Maddie de mí, que no permitiré que tú le des mal ejemplo y te vea con un hombre y con otro.
-         ¿Qué yo que…? – Dijo  exaltada.
-         Lo que has oído. En todo caso independientemente de Maddie ¿Crees que permitiré que te acuestes con otros?
-         ¿Otros? – Repitió ella furiosa. – Soy libre de hacer lo que me plazca – Le susurró furiosa, iba a gritar pero vio por el rabillo del ojo que la niña se movía inquieta.
-         ¿Así que no tienes reparo alguno en afirmar que te da igual ir de una cama a otra?
-         ¡Yo no he dicho semejante cosa! He dicho que no pienso seguir cometiendo los mismos errores y que tengo todo el derecho a estar con quien yo quiera.
-         Pues no lo tienes desde que Maddie entró en escena. – Le dijo con voz helada.
-         Entonces los hombres están prohibidos para mí ¿Y que hay de ti? ¿Vivirás en celibato? – Preguntó burlona.
-         No tengo por que hacerlo, sobre todo cuando estás a la mano…

Una sonora bofetada siguió a esa declaración. Una furiosa Jacqueline no había tardado ni dos segundos en responder a tan cruel comentario.

-         Maldito seas. – Dijo Jackie. Stefano se tocó la mejilla donde ella había aplicado su fuerza sin pensarlo un segundo.
-         Eres condenadamente rápida – Le dijo con fuego en los ojos.
-         No soy tu juguete, que te quede bien claro. No tengo ningún problema en que vayas y te acuestes con miles de mujeres, lo tendré cuando Maddie ya tenga edad para entenderlo. Mientras tanto no seas hipócrita y no me exijas lo que tú ni queriendo harías.
-         ¿Crees que no puedo estar sin una mujer? ¿Es eso? ¿Para que si te tengo a ti? Llenas perfectamente bien mis noches, claro, cuando te tengo al lado.
-         ¿Insistes con esa clase de comentarios?
-         ¿Insistes en negar lo evidente?
-         Si fueras tan amable de decirme que es lo evidente…
-         Que tú y yo hemos hecho el amor, sexo, como quieras llamarlo y que te ha encantado tanto como a mí y que no puedes apartar de tu mente las noches que hemos pasado juntos, tal como no puedo hacerlo yo.
Lo has llamado aventura, locura y error. Pero desde el momento en que Maddie ha pasado a formar parte de nuestras vidas significa que esto no se queda así, no pienso permitirlo. Tenemos una relación Jackie te guste o no.
-         ¿Cómo se te ocurre meter a la niña en esto?
-         Por que es nuestra hija y no pienso dejar que se críe con sus padres separados.
-         ¿Y como entonces? – bufó Jackie – Yo vivo en España y tú en… los Hoteles por tus viajes continuos de negocios ¿no?
-         La solución es de lo más sencilla
-         Ilumíname… - Se burló ella.
-         Tendremos que vivir juntos. – Dijo tranquilamente acercándose al mueble bar y sirviendo  dos copas. Le pasó una a Jackie que aún no pronunciaba palabra. – La necesitas – Añadió al darle la copa y riendo malévolamente.
-         ¿Es una broma?
-         Claro que no, querida. Hablo muy en serio.
-         No es gracioso.
-         No es una broma. Creo que eso ya te lo dije.
-         ¿Vivir juntos? Es una de las ideas más descabelladas que he oído en mi vida.
-         Es eso o ir a los tribunales.
-         ¡No estarás hablando en serio! – Exclamó Jackie con los ojos muy abiertos.
-         ¿Tengo que repetir que no estoy jugando con este asunto?
-         Pero es… sería una tontería ¡No podríamos vivir juntos!
-         Dime por que no.
-         Bueno, para empezar no pretenderás que arrastre a Maddie por los Hoteles de toda Europa, Norteamérica, etcétera, etcétera – Finalizó con sorna.
-         Nunca he pretendido tal cosa. Nos estableceremos en Grecia por supuesto.
-         ¿Sabes? Cuando hablas en plural me dan escalofríos ¿En serio iniciarías una batalla por Maddie si no acepto que vivamos juntos?
-         ¿Lo dudas?
-         No quiero creerte tan ruin y tan cruel.
-         No quiero creer que hagas un drama de todo esto cuando la solución más viable está ante nuestros ojos. O vivimos juntos y le damos a Maddie la estabilidad de un hogar normal o tendré que quitártela – Imprimió a su voz el tono que acobardaba a cualquiera y con placer vio que Jaquie perdió el color, sintió placer pero también algo de lástima, pero si no actuaba así no conseguiría lo que quería.
-         No le estaremos dando estabilidad alguna. ¡Nos la pasaremos discutiendo! Solamente no lo hacemos cuando estamos en la cama, pero no podemos pasárnosla ahí todo el día ¿verdad? – Dijo ella con sarcasmo.
-         Aunque es una excelente idea – Le respondió con ojos brillantes.
-         No viviremos juntos y punto final de esta absurda conversación. Tengo toda la disposición del mundo de que veas a Maddie cuando puedas y así te convenga pero de ninguna manera voy a permitir que manipules todo a tu conveniencia ¿Qué fácil, no?  Tener a tu hija en tu casa y de paso a la madre que la cuidará y amará como nadie y con la cual pretendes acostarte cada vez que te venga en gana mientras tú no renuncias a absolutamente nada.
-         Dicho así la idea suena realmente interesante. Pero no he pedido renuncies a nada, al contrario el estar juntos significará darle un hogar a nuestra hija ¿O es que es demasiado pedirte? Si tener a mi hija conmigo, significa tenerte también a ti, bueno, puedes apostar querida que estando tú en mi cama, no se me antojará visitar otras.
-         No va a funcionar – con los dientes apretados, Jackie empezó a caminar de un lado a otro, para ella no había nada que no hiciera por la niña, pero el vivir juntos no sería provechoso, al contrario. La idea era francamente tentadora pero se resistía a ella con todas sus fuerzas. No tenía la menor intención de vivir con su mayor tentación, con el hombre que sabía ocupaba algo más que su mente, ese pensamiento la aterró y cambió el rumbo de sus pensamientos a las desventajas de estar junto a él. Ella sería novedad un tiempo de ahí el seguiría con su interminable colección de bellezas, y ella con el corazón roto se quedaría allí por la pequeña. Maddie no tenía por que vivir con una madre que seguramente estaría frustrada y hasta amargada y con un padre ausente que viviría la vida como quisiera, por que así sería, de eso estaba segura. – Quiero lo mejor para Maddie – Se paró a mirarlo – Pero lo mejor no eres tú y yo juntos definitivamente.
-         ¿Es tu última palabra?
-         Eso creo.
-         ¿Lo crees? Debes estar plenamente segura y consciente de a lo que estás renunciando y las consecuencias que se te vienen encima, no saldrás de aquí con mi hija. – Furioso como estaba, avanzó hacia ella y Jaquie se obligó a  no dar un solo paso atrás.
-         No puedes impedirme salir de este departamento con la niña.
-         Puedo impedirte que salgas del País y no sólo eso, no darás un paso sin que yo sepa hacia que dirección vas. Estarás vigilada Jacqueline, todo el tiempo que dure esto, hasta que tenga la custodia completa de Maddie y en ese caso, será muy poco tiempo, créeme. No tienes la menor posibilidad de ganar. Haré uso de todo lo necesario para que Maddie esté conmigo y será demasiado tarde para que admitas que te has equivocado.
-         No te tengo miedo Troyanos, que no pase por tu cabeza semejante pensamiento. Por que también haré de todo por quedarme con Maddie. Te ofrecí permanecer con la custodia compartida.
-         ¿Le llamas compartir a ver a mi hija de vez en cuando?
-         Dije que podías hacerlo cuando tú quisieras y pudieras, pero veo que eso es de vez en cuando ¿no?
-         Quiero a mi hija y a su madre en mi casa. – Dijo determinante.
-         Lamento decir que eso no sucederá.
-         Espero puedas con lo que tú misma has provocado. Será divertido ver como regresas suplicando piedad y entonces tendré que decirte que no.
-         ¿Sabes? Algo me dice que alguien pedirá piedad como tú dices, pero no seré yo. Puedes apostarlo.
-         Así que… ¿Quieres apostar? – La pregunta la hizo con un brillo y un gesto malicioso que advirtió Jackie, pero no se dejó amedrentar.
-         Está bien ¿Qué propones? – Agregó en un arranque.
-         El que pida piedad aceptará hacer todo lo que él otro quiera. – El brillo en los ojos de Stefano hacían ver ese par como dos pozos de plata brillante y ella tragó saliva. – ¿Aceptas, o es demasiado para ti?
-         No, no lo es. Será muy agradable verte haciendo lo que yo quiera.
-         Que coincidencia pues pienso exactamente lo mismo. – Sonrió mostrando una perfecta dentadura que le recordó un depredador.
-         Entonces – Prosiguió ella – Él que sienta que no puede seguir con esto, el que pida clemencia, será el perdedor.
-         Estamos de acuerdo. Sellemos el trato.
-         ¿cómo?
-         Un apretón de manos, por supuesto. – Sonrió de nuevo.
-         Por supuesto – Jackie sonrió falsamente y extendió la mano.

Craso error por que Stefano le tomó la mano y la atrajo hacia él tan rápido que ella de pronto se vio sobre él y cuando abrió la boca para protestar, él ya había bajado la cabeza y la besaba sin contemplaciones, lo hizo con dureza si bien sabía a pasión. Cuando ella empezaba a responder un llanto sobresaltó a ambos y ella enseguida se separó de él lanzándole una fría mirada.

-         ¡Eres… eres…! – Empezó ella sin terminar la frase para ir hacia la niña que se calmó en cuanto ella la tomó en brazos y la acunó.
-         Soy… ¿soy…? – Insistió él con burla, ganándose otra mirada digna de una reina de hielo.
-         ¡Nos vamos de aquí! – Se levantó con la niña en brazos.
-         Déjame tenerla un rato más. – Pidió él extendiendo los brazos para cargar a la niña y de paso sorprendiéndola.

Maddie se veía a gusto en brazos de su padre observó Jackie no sin algo parecido a los celos, tenía rato ya que Stefano cargaba a la niña y jugaba suavemente con ella. Sabía que era un perfecto tío con la nena de Ally y Max pero ahora comprobaba que si le gustaban en realidad los niños y que de paso parecía que si sería un buen padre ¿había cometido un error? No. Se dijo rápidamente, sería lo peor para los tres estar en la misma casa. Y ella no se retractaría de lo dicho, no lo haría.

-         Es hora de irnos – Le dijo a Stefano.
-         A esto es a lo que nos estás condenando Jacqueline, a visitas breves y estipuladas por un tribunal ¿Es lo que quieres?
-         Quiero la custodia compartida. Pero no quiero vivir contigo.
-         No te sorprenda estar vigilada todo el tiempo.
-         No desapareceré, enfrentaré esto.
-         Nos veremos pronto.
-         Puedes verla cuando gustes ya te lo he dicho. Bien, adiós.

2 comentarios:

  1. Tengo que confesar que hice trampa, pero no lo pude evitar!!!!! :(
    baje la novela completa del grupo, me encanto, y al fin respire tranquila de esos dementes, locos de William y Oscar.....que tuvieron su merecido, nose que mas decir, solo recalcar que me encantoooooooo :)

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    Respuestas
    1. Ahhh cuidado con los spoilers!!! jajaja que bueno que te gusto, gracias por leer. Kisses.

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