La
mañana siguiente se encontraron para firmar el contrato prenupcial el cual
estipulaba que si quería
conseguir una custodia compartida en caso de divorcio deberían permanecer por
lo menos tres años casados ¡Tres! Explotó Jackie y Stefano sonrió divertido al
ver su reacción.
Si
se daba el divorcio después de ese tiempo, la custodia de Maddie sería
compartida pero si el matrimonio se rompía antes, Maddie quedaría bajo custodia
total de Stefano aunque claro, también estaba la opción de ir nuevamente a
juicio para establecer con quien se quedaba la pequeña. Por cada año de
matrimonio la cantidad de su renta mensual subía estratosfericamente en caso de
disolución matrimonial. Jackie informó que no quería absolutamente nada de
Stefano en caso de divorcio, pero Jan le dijo que no era precisamente una buena
idea. Necesitaría dinero para pelear por Maddie dado el caso o para darle a su
hija lo que quisiera, aunque en realidad Stefano era un padre que no
escatimaría en nada. Jan logró convencerla casi forzándola a firmar y ella a regañadientes
lo hizo provocando miradas confusas del otro abogado, impacientes en Jan y
sobre todo divertidas en Stefano cosa que solo sirvió para empeorar su estado
de ánimo.
Una
vez firmados los documentos, Jackie no pudo menos que desear borrar esa sonrisa
de triunfo de la cara de Stefano. Jan y el otro abogado salieron de la
habitación dejándolos solos.
-
Esto no es una
rendición Troyanos ni mucho menos.
-
No considero que
nadie haya perdido querida.
-
No, pero de
todas maneras no me siento precisamente una ganadora – Tuvo que admitir ella.
-
La boda será en
Grecia. En dos semanas.
-
¿Por qué no
aquí?
-
Por que ni tú ni
yo pertenecemos a este País para empezar y la prensa es particularmente
terrible también.
-
La prensa es así
en todos lados.
-
Quizás pero la
boda será en la casa de los Troyanos.
-
¿Por qué no en
mi país? De hecho quiero que ahí sea – Dijo alzando la barbilla.
-
No seas
testaruda. Será realmente imposible que logren traspasar la seguridad de
nuestra casa en Grecia. Cosa que no puedo decir que sucederá si nos casamos en
donde tú quieres. Además Maddie debe conocer la tierra de su padre, sus
orígenes.
-
En ese caso
salgo inmediatamente para Francia – Informó Jackie – Mis padres están allá de
visita. Quiero que conozcan a Maddie y de paso toda la familia. Después tengo
que volar a Florencia por supuesto, Allyson no me lo perdonaría. De hecho - Añadió viendo el reloj – Si me apresuro
puedo salir hoy mismo. Así que tengo que irme.
-
¿Vas a recorrer media Europa? Te recuerdo que
la boda es en solo dos semanas.
-
¿Y eso que? Me
presentaré, no te preocupes. Tú harás los arreglos ¿no? así que solo se trata
de que llegue, firme el maldito papel y ¡listo! Estaremos felizmente casados
¿Cierto?
-
Cierto. –
Confirmó Stefano con mirada peligrosa. - ¿Cómo sé que no te escaparás con mi
hija?
-
Puedes seguirme,
vigilarme. Haz lo que prefieras. No importa. Tengo que hablar con mi jefe
también. Tengo que posponer el reportaje que me asignó.
-
¿A dónde te
asignó? – Preguntó sabiendo de inmediato que ese arriesgado trabajo que tenía
debía acabar.
-
Nepal. –
Respondió sonriente. – A Maddie le encantará ¿No crees? Pero claro, iremos
después de la boda.
-
No llevarás a mi
hija a ninguna parte.
-
Sólo serán unos
cuantos días. No creo poder dejarla la extrañaría muchísimo.
-
Tú no irás a
ninguna…
-
¡Tengo que irme!
– Lo interrumpió ella dirigiéndose a la salida.
-
Escúchame bien Jackie
– La atajó y la tomó por el brazo reteniéndola - Estás acostumbrada a salirte
siempre con la tuya. Pero ahora tienes una hija que también es mía y no por
molestarme vas a arrastrar a Maddie a lugares inhóspitos o aceptarás trabajo
tras trabajo para estar fuera de casa.
-
¡No es un lugar
salvaje! ¡Jamás arriesgaría a Maddie de ninguna manera! ¿Sabes cual es el
problema? Te tomas demasiado en serio. No todo gira derredor tuyo.
-
Como sea. Ya
tendremos tiempo para hablar. Ve a ver a tu familia y a Allyson si eso es lo
que quieres. Pero acostúmbrate a que no siempre harás lo que quieras.
-
¿Ah no?
–Contestó intentando librarse de su agarre sin conseguirlo.
-
Y tampoco pase
por esa cabecita que dormirás en otro lado que no sea mi cama ¿Entendido? -
-
Yo… No tenemos
que dormir juntos – Dijo sintiendo el rubor subir por su cuello y llegar a su
cara. – No tenemos por que. Esto es un matrimonio de papel nada más, no de
hecho.
-
Eso es lo que tú
quieres creer. No pienso dejar que duermas en otra habitación que no sea la
mía.
-
Ya hablaremos –
Siseó ella. – Pero en esto si es cuestión de lo que yo quiera. Y no quiero
dormir contigo.
-
Mentirosa…
-
Arrogante.
-
Necia.
-
¡Suéltame!
-
Está bien – dijo
él haciéndolo. – Por lo pronto que te quede claro no eres una mujer libre.
-
Ni tu tampoco
¿Crees que esto va a ser muy sencillo verdad? Caíste en tu propia trampa
Stefano. Si me entero que te atreves a tan solo coquetear con otra mujer lo
usaré en tu contra, invalidaré este contrato y te mandaré al diablo, lo que sea
para conseguir a Maddie. Si una vez casados te atreves a serme infiel no dudes
que te costara caro, muy caro.
-
No lo dudo
querida. Pero eso va también para ti. Pero yo no me quedaré sólo con Maddie si
no con la satisfacción de saber que el tipo que se atreva a ponerte una mano
encima con tu consentimiento estará tres metros bajo tierra. Así es esto ¿no,
querida? De todos modos, no creo llegues a tanto. Estando en mi cama no
necesitarás a nada ni nadie más.
-
¡Cretino
presumido! No necesitas lanzar esa clase de amenazas. Mi moral no es como la
tuya.
-
¿Qué clase de
moral es esa?
-
Dímelo tú que te
acuestas con cuanta mujer tonta cae a tus pies.
-
No es así en
absoluto. Soy sumamente selectivo.
-
Te repito esto
Stefano. Un solo maldito rumor de que andas con otra y te arrepentirás. Lo
Juro.
-
No necesitas
jurar nada.
-
Oh, claro que
sí. Me largo de aquí, hasta el fatídico día. –Dijo por toda despedida.
-
Hasta entonces
querida. – No hizo intento alguno de retenerla y Jackie se sintió algo
decepcionada. Con rapidez salió de allí.
Aquí
voy de nuevo gimió interiormente Jackie al llegar a la casa de los Vecchio en
Florencia. Comentar sobre su repentina boda a sus padres suprimiendo todo el
embrollo legal no había sido precisamente fácil pero les había convencido lo
que ella había dicho, todo era por el bien de la pequeña y en cuanto habían
conocido a su nieta todo lo demás había carecido de importancia. Maddie venía
sumamente mimada y para la próxima no dejaría que se la malcriaran tanto sus
padres, cosa que sinceramente dudaba lograr. Pero Allyson era otra cosa, sabía
de la aversión que supuestamente tenía Jackie hacia Stefano, o supuesta
aversión por que había dado paso a encuentros de sexo apasionado, se llevó gran
sorpresa al encontrarse con una Allyson que no la acosó a preguntas al menos no
de momento si no que después de recibirla con una ancha sonrisa solo tuvo ojos
para la pequeña Maddie la llenó de besos y después la puso enseguida en la cuna
de su hija. Ambas nenas se observaron atentamente y Jackie sintió un nudo de
emoción en su garganta al ver que se sonreían.
-
¿Lo ves? Ya
saben que son familia. – Dijo muy complacida Allyson.
-
Se ven tan
hermosas.
-
Es que se
parecen a sus madres – Dijo una voz masculina a sus espaldas, era Máximo.
-
Hola Máximo –
Saludó Jackie.
-
Hola. – le
devolvió el saludo con una enorme sonrisa mientras le daba un beso en la
mejilla. Después de un beso no tan casto a Allyson se inclinó en la cuna para
observar a las dos pequeñas. – Pero si son una versión de sus madres en
miniatura. – Le dio un beso a su hija y tomó en brazos a Maddie. – Ya veo por
que traes loco a tu padre, eres preciosa y encantadora – Le dijo a Maddie que
le sonrió ampliamente. – En otras palabras eres en todo igual a tu madre. Bueno,
casi en todo – Concluyó con una carcajada.
-
No es gracioso –
Le reclamó Jackie - ¡El que me trae loca
por este pedido de boda absurda es él!
-
Quien lo diría…
Mi primo obligando a una mujer a casarse con él ¡Es completamente hilarante! –
Reía Máximo a carcajadas y tomaba también en brazos a su hija que reclamaba no
haber sido tomada en cuenta.
-
Deja a Jackie en
paz – Lo regañó Allyson – Es lo mejor que pueden hacer por el bien de Maddie.
-
Deduzco que has
hablado ampliamente sobre el tema con tu primito ¿verdad? – Reclamó Jackie a
Máximo.
-
Digámoslo así:
Estoy al tanto de que ninguna mujer había logrado que él viera el matrimonio
como la mejor solución a todos sus problemas.
-
¡Cuánto me
halaga ese hecho! – Dijo ceñuda Jackie.
-
Pues deberías
alegrarte de que serás una Troyanos – Dijo muy sonriente Max – Los hombres de
nuestra familia somos sumamente codiciados, tenemos un no se qué, que enloquece
a las mujeres – Decía tratando de no reír para proseguir con la broma, logrando
de paso que su esposa lo viera con el ceño
fruncido al igual que Jackie.
-
Sal de esta
habitación o no respondo Máximo Vecchio. Tú y Stefano son un par de…ángeles
caídos. – Dijo Jackie.
-
Sí, pero
recuerda que hermosos son los ángeles…- Rió Máximo.
-
Oh ¡basta ya!
Anda llévate a las pequeñas y déjanos charlar a Jaquie y a mí – Lo regañó
Allyson.
-
Creo que
necesito un trago. – Dijo Jaquie en cuanto Máximo salió con las niñas,
conciente del interrogatorio que se le avecinaba.
-
Que sean dos. –
Sonrió Ally mientras salían de la habitación.
Dos
horas después habiendo pasado por muchas preguntas, cuestionamientos,
conjeturas, suposiciones y también después de muchas risas y unas copas de vino
fabuloso, Jaquie estaba más relajada de lo que había estado en mucho tiempo.
-
Todo irá para
bien – Decía una optimista Allyson.
-
Por centésima
vez Ally, no olvides que nos casamos por el bien de Maddie. Si hubiera otra
alternativa créeme que la tomaría.
-
Siempre te ha
encantado ese hombre, no me vengas con esas.
-
Pero si fue un
idiota al creer que me acosté con otro, un imbécil por como se portó en aquella
ocasión y un…
-
No cabe duda de
que me caso con una mujer que me adora. – Una profunda voz masculina con
marcada burla llegó hasta ellas haciendo que ambas dieran un respingo en sus
asientos. Allyson tuvo la decencia de sonrojarse, Jaquie no, pero si que se
quedó paralizada, aunque reaccionó a tiempo.
-
En realidad
estaba hablando bien de ti querido - Le dijo maliciosa. Stefano sonrió y arqueó
una ceja en franca burla, se acercó a
ellas y Jaquie maldijo que oliera tan divino. Maldijo por como se aceleró su
corazón desde el instante en que le oyó y por querer perderse en ese cuerpo
maravilloso. A pesar de que ella estaba muy pendiente de su presencia, la tomó
por sorpresa y le dio un beso rápido pero intenso que la dejó sin aliento,
después devolviéndole la sonrisa maliciosa que ella le había dedicado hacía
escasos segundos se acercó a Ally que reía encantada con la escena a sabiendas
que Jaquie había sido tomada por sorpresa, le dio un beso en la mejilla y se
sentó entre ambas.
-
Que sorpresa
tenerte aquí querido primo – Dijo Allyson.
-
Sorpresa es que
me digas “Querido” y primo en la
misma frase.
-
Trato de
acostumbrarme a la idea – Le contestó socarrona. – Ahora seremos realmente
parientes. – Añadió.
-
¿Qué no ya lo
eras por estar casada con Máximo? – Preguntó Jaquie obligándose a decir algo
para que no se le notara el efecto del beso de Stefano.
-
Digamos que
Stefano no era mi primo favorito por motivos que bien conocemos, pero ahora que
ha decidido sentar cabeza y hacer lo correcto con la madre de su hija que
resulta ser la mujer que considero mi hermana pues…
-
¿He sido
redimido a tus ojos? – Preguntó Stefano divertido.
-
Algo así. –
Respondió Ally y con picardía añadió – Bueno, dejo a los novios solos.
-
Serás
chistosita… - Reclamó Jaquie con la mandíbula apretada.
-
Eres un encanto
querida prima. – Dijo Stefano con una enorme sonrisa.
-
Voy a ver a las
niñas. – Y luego se alejó riendo.
Después
de que Allyson desapareciera nada
oportunamente Jaquie se giró hacia Stefano.
-
¿Qué haces aquí?
-
¿No puedo
visitar a mi hija y a mi futura esposa?
-
Quedamos de
vernos en dos semanas.
-
Que ya casi han
pasado.
-
Faltan cinco
días para el fatídico día todavía.
-
No hay nada como
una novia emocionada por su boda ¿Verdad querida? – Preguntó burlón.
-
¿Ya viste a Maddie?
– Dijo por cambiar de tema rápidamente.
-
Por supuesto,
tiene bastante tiempo que llegué y estuve con Máximo y las niñas. Como buenos
caballeros las dejamos charlar sin distracciones. He venido también por que
parece que siempre que te llamo estás ocupada y no puedes concederme más de
cinco minutos, por lo que no te he podido dar los detalles del matrimonio. –
Dijo sin gesto de que realmente le importara.
-
Aquí me tienes,
soy toda oídos. – Siempre cortaba las llamadas que él le hacía al poco de
recibirlas, y es que el sonido de su voz no la ponía en un estado coherente.
Sólo de pensar en que estaría con el dueño de esa voz en pocos días le ponía
totalmente tensa producto de muchas emociones encontradas.
-
La boda será en la Isla de los Troyanos… -
Empezó él.
¿Una
Isla propiedad de la familia? ¿Por qué no le sorprendía? Máximo tenía una y
ella ya había estado de visita allí. Pero eso era una cosa y otra era casarse
con un hombre que fuera dueño de una ¿Realmente importaba que él tuviera ese
estilo de vida? ¡Sí, por que iba a casarse con él! Aunque era extraño que una
mujer encontrara objeciones a casarse a un hombre como él. En realidad, ella
estaba rara desde que había aceptado casarse, a todo le encontraba peros y
excusas. Sin embargo decidió cerrar la boca, era preferible firmar el condenado
papel que la ataba a él de una vez por todas y salir del asunto, los pormenores
no le tenían que interesar.
-
… En Grecia, por
supuesto como habíamos quedado- Prosiguió él.
-
Cómo tú quisiste
más bien.
-
Sabes que es lo
mejor Jacqueline. – Dijo mirándola intensamente y esperando que ella
contraatacara, pero lo cierto es que Jaquie estaba cansada y quería terminar
con todo cuanto antes.
-
Prosigue. –
Respondió sin ánimo alguno.
-
Los preparativos
están casi terminados – Decía sin dejar de mirarla con la misma intensidad como
si quisiera diseccionarla ahí mismo – No tendrás que preocuparte por
absolutamente nada, aunque claro, dudo que te preocupe lo más mínimo.
-
Simplemente
quiero firmar lo que haya que firmar y ponerle punto final a esta situación.
-
Lo que menos
estarás haciendo querida mía – Y se inclinó hacia ella, hasta quedar muy cerca
- será poner un punto final.
-
A la boda sí – Y
sin pararse a pensar dijo: - Al matrimonio será cuestión de tiempo ¿No?
-
Siempre
encuentras la manera para hacerme perder los estribos, te sugiero no sigas por
ese camino – Amenazó.
-
No habrás
ordenado todo un despliegue de lujo y excentricidades para la boda ¿verdad? –
Preguntó tratando de cambiar de tema, no le apetecía una batalla verbal en toda
regla, realmente el verlo la ponía con los nervios de punta y encima tenía que
combatir con sus impulsos traicioneros que la hacían querer arrojarse encima de
él y comérselo a besos.
-
Será algo
sencillo. – Dijo con una sonrisa burlona y ella se preguntó el motivo de esa
sonrisa ¿Adivinaba su lucha interior?
-
¿A quienes has
invitado?
-
La familia y
unos cuantos más. En contra de tus raros deseos de no hacerlo público, quiero
que todos sepan que Maddie es mi hija y que me caso con su madre.
-
El padre
ejemplar y marido perfecto ¿No es así? - ¿Qué no acababa de decirse a si misma
que no tenía deseos de una batalla verbal con él? ¿Qué sucedía entonces? Él, era lo que sucedía. Él la ponía en contra de sus propios deseos.
-
Tienes muchas,
pero muchas ganas de incordiar ¿Verdad Jaquie?
Podía
ser un grave problema tenerlo cerca, esos ojos parecían un océano de plata. Que
fácil perderse en ellos. Esas pestañas no hacían mas que hacerlos más bellos si
es que acaso eso era posible ¿Ganas de incordiarlo? Tenía ganas pero de otras cosas,
casi se rió por ello.
-
¿Jackie? –
Insistió él y ella parpadeó como si eso sirviera para hacerla recuperar el hilo
de la conversación. – No soy un fanfarrón, pero puedo asegurarte que muchísimas
mujeres matarían por ocupar tu lugar y se hubieran dejado cortar algún miembro
del cuerpo en su lucha por organizar ellas mismas la boda. Es de lo más extraño
que eso lo haga el novio ¿No te parece? Pero eso contigo hubiera sido demasiado
pedir. Sé que esto no es un matrimonio normal ¿Pero podrías al menos dejar esa
cara de funeral y esa actitud? ¡Parece como si estuvieras condenada a la
hoguera! – Explotó de pronto para sorpresa de ella. Así que al gran Stefano
Troyanos le molestaba la falta de entusiasmo de la novia. Bueno, se lo tenía
bien merecido.
-
No puedes
esperar que salte de alegría – Protestó ella y se levantó del asiento, era
frustrante y desesperante tenerlo al alcance de la mano. Él se levantó
igualmente y ella se apresuró a ponerle un alto a esa discusión, no le apetecía
terminarla como habían terminado en más de una ocasión, ella perdiendo al
sucumbir a él. No, tenía que protegerse. – Está bien. – Dijo de inmediato y él dejó de avanzar hacia ella. – No soy la
novia ideal, ansiosa y anhelante, pero como bien dijiste esto no es un
matrimonio normal y…
-
Lo será. – La
interrumpió.
-
Como sea. El
caso es que pido un poquito de paciencia, tengo que acostumbrarme a la idea de
que voy a casarme… contigo. – Finalizó titubeante.
¿Paciencia?
¿Ella le estaba pidiendo paciencia? Lo que tenía que hacer era echársela al
hombro y desaparecer con ella en algún lugar lejano lejos de todos y todo y
marcarla como suya hasta que ella gritara su nombre, hasta que le rogara la
poseyera y no existiera nada ni nadie más en esa exasperante cabecita. Pero
todo a su tiempo, dentro de poco ella ya no tendría más escapatoria y se le
acabarían las excusas. Era realmente frustrante, exasperante y sobre todo digno
de su cólera el que ella adoptara esa actitud, pero no tenía que sorprenderle.
Ella no se rendiría sin dar batalla y sabía que al estar casados sería una
lucha constante, la perspectiva le excitaba y le fastidiaba al mismo tiempo por
que quería que ella dejara de hacerlo, que se rindiera a él sin tantas
protestas y artimañas para hacerlo enfadar.
En unos días tendría todo el tiempo del mundo para alejar de su mente
todo lo que ella ponía conscientemente como barrera entre ambos y sería delicioso y placentero lograrlo.
Aunque por primera vez se sentía con lo más parecido a la tensión y por una
mujer, cosa que jamás le había pasado. Pero con ella todo era posible, todo era
impredecible, ciertamente no se aburriría. Así que quería paciencia, ésta ya se
le había agotado pero sacaría de donde ya no había un poco más.
Quiso
zarandearla en cuanto ella dijo que la necesitaba para acostumbrarse ¡Dios! A la idea de casarse con él. Lo peor es que
ella sabía que había muchas interesadas en ocupar su sitio y él sabía que eso a
ella le venía dando exactamente igual. Era hora de echar mano del control, cada
vez le estaba resultando más difícil.
-
Así que la Señorita pide paciencia.
-
Por favor – Dijo
ella y eso lo apaciguó un poco.
-
Está bien. –
Concedió y apretó la mandíbula al ver como ella se relajaba un poco ¿Acaso
casarse con él era tan difícil? – Sólo dime una cosa.
-
¿Sí?
-
¿Estás
embarazada? – Soltó sin más y la observó con el claro objetivo de no perderse
ni un solo detalle de su reacción y observó todas: Sorpresa, incredulidad, ira,
después el desconcierto y por último la duda. Aquella última reacción le hizo
latir más rápido el corazón. - ¿Lo estás? – Insistió y ella lo fulminó con la
mirada, mucho más recuperada.
-
Eso a ti no te
inte… - Empezó ella.
-
¡Oh por todos
los cielos! ¿Vas a decir que no tengo nada que ver con ello? Es de lo más tonto
que lo hagas ¿No crees? – Ella volvió a lanzarle una mirada llena de
resentimiento. – Hicimos el amor sin protección, muchas veces…
-
Sí. sería algo
tonto decir que no tienes nada que ver. – Concedió para sorpresa de él. – En
cuanto a lo de la protección también fue mi culpa…
-
¿Entonces…? –
Presionó. Jamás se había descuidado a los extremos con los que había llegado
con ella, nunca le había pasado, todo el tiempo había usado protección. Siempre
había tenido presente los recuerdos de esos momentos de pasión, pero fue hasta
después de enterarse de que era padre y hasta que tuvo que empezar a idear
estrategias arriesgadas para quedarse con madre e hija es que se le vino a la
mente esa posibilidad, al momento de pensarlo se quedó sorprendido de no haber
reparado en ello antes. Era más que probable que ella estuviera esperando un
hijo de él y la idea le pareció excelente pues así no podría librarse de él tan
fácilmente. Pero casi inmediatamente las cosas se arreglaron a su favor y
teniendo todo de su parte decidió esperar para averiguar si ella estaba o no
embarazada. Aunque claro no se detenía mucho a pensar como es que eso podía
resultar favorable tomando en cuenta que él detestaba las ataduras y dos
pequeños podían serlo, pero la idea resultaba bastante agradable sobre todo con
esa madre incluida en el paquete. Así que esperó ansioso la respuesta.
Jackie
había pasado por distintas emociones en cuanto él le había hecho esa pregunta.
Sabía que no podía estarlo, pero sus encuentros con él por llamarlos de alguna
manera habían sido bastante intensos ¿Sería posible que…? Una pequeña duda se
había formado en su interior, pero la realidad de su situación hizo que la
lógica se impusiera. Tenía la increíble fortuna de tener a Maddie con ella y
eso debía bastarle, ver su vientre enorme por tener un bebé dentro era algo que
ella no vería y tampoco estaba nada segura de que si eso sucediera, cosa
improbable por supuesto, de que Stefano fuera nuevamente el padre ¿Pero por que
no se imaginaba a nadie más? ¿Para que seguir con esas ideas? Ella no se
embarazaría nunca.
-
No. No lo estoy.
– Y quiso correr lejos de allí.
-
¿Estás
completamente segura?
-
Sí. – ¿Era
desilusión lo que había en los ojos de él? Imposible.
-
Bien. Te veo en
la cena, Máximo me ha invitado. – Dicho eso se alejó y al verlo irse ella tuvo
unas ridículas ganas de llorar.
-
¿Ya has elegido
que te pondrás? – Le preguntaba Allyson horas después poco antes de la cena.
-
¿Para la cena?
¿Será algo formal?
-
No, me refiero
para tu boda.
-
No he decidido
nada todavía. – Respondió dándose cuenta que se le había pasado ese pequeño
gran detalle.
-
No te has puesto
a ello, más bien – Le reprochó Ally.
-
¿Por qué has de
conocerme tan bien? – Suspiró.
-
Vi algo que
seguro te va a fascinar – Prosiguió Ally – Es de un diseñador relativamente
nuevo de Milán. Vamos mañana si te parece.
-
Claro. – Lo que
fuera por no seguir pensando en su imposibilidad para dar hijos.
-
Sé que esto será
un gigantesco cambio para ti Jackie, pero esto que haces por Maddie tendrá sus
recompensas. – Dijo de pronto Ally entendiendo lo difícil que era para ella y
logrando que por poco se echara a llorar.
-
Lo sé. Pero aunque
no haya beneficios extras, lo único que quiero es a mi hija conmigo.
-
Todo irá bien.
Lo prometo. – Le sonrió Ally.
-
¿Ahora eres mi
hada madrina? – Río Jackie.
-
Algo así.
Digamos que sé que todo irá para bien.
-
Te has vuelto
una romántica incurable.
-
¡Oh calla! Y
apurémonos que las niñas deben comer para que duerman plácidamente y no
molesten a sus papas a la hora de la cena.
La
vivacidad y la alegría de Allyson eran contagiosas, y se alegró de tenerla a su
lado y contar con ella. Pero llegada la hora de la cena seguía aún cavilando
sobre lo que el futuro le deparaba. Pasados unos años, vendría el divorcio y
ella por fin se quedaría con Maddie pero, ¿Sería feliz? ¿Se podía tener a un
hombre como Stefano para luego dejarlo y seguir como si nada? Sabía
perfectamente que no. Su pobre corazón ya era de él y el constatarlo le
aterrorizaba lo indecible ¿Cómo sobrevivir todo ese tiempo? Imposible. No
saldría indemne. Pero al menos tendría su libertad y a su hija. Eso era más que
suficiente, tenía que bastar ¿no? se vistió de manera automática y optó por lo
primero que encontró, una blusa de seda color uva y una falda negra que le
llegaba a las rodillas, tacones y brillo de labios.
Maddie
dormía plácidamente desde hacía unos minutos pero antes de bajar se dirigió al
cuarto de su pequeña sobrina donde habían puesto otra cuna para instalar a
Maddie a fin de que las dos pequeñas estuvieran juntas. Escuchó antes de entrar
una conocida voz que susurraba despacio una tonada en griego. Se asomó
lentamente y vio a Stefano tararearle a su hijita que reacia batallaba contra
el sueño que ya se apoderaba de ella. Cuando la vio dormida por fin, él sonrió
y la besó tiernamente haciendo que esta vez si la dominaran las emociones.
Luchó contra ello y parpadeó para alejar las lágrimas. Conteniéndose a base de
mucha fuerza de voluntad se obligó a entrar por que percibió que Stefano ya
sabía que no era el único en la habitación.
-
La dejé dormida.
– Le dijo acercándose a la cuna para ver a su hija.
-
La encontré
despierta y a punto de hacer una rabieta que pudo haber despertado a la pequeña
Jackie. – Respondió y ella verificó que la hija de Ally siguiera durmiendo y
así era.
-
Gracias por
hacerla dormir.
-
No tienes por
que darlas soy su padre ¿No es así? – Y volvió a irse dejándola nuevamente en
un mar de confusiones. Solo que esta vez una silenciosa lágrima se deslizó por
su mejilla.
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