martes, 7 de agosto de 2012

Amargo Recordar Capítulo 9


Una llamada a la puerta, la sacó de sus pensamientos. Y ella seguía desnuda. Buscó frenética algo con que taparse y por fin encontró las sabanas en el suelo. Se envolvió torpemente y abrió un poco la puerta, segura que no se trataba de Máximo pues él hubiera entrado sin tocar con su arrogancia acostumbrada.


-         ¿Señora Vechio? – habló una voz femenina.
-         ¿Sí? – y asomó únicamente la cabeza.
-         Su esposo me pidió le trajera esto- y le extendió una pequeña maleta que no reconocía como suya. Aunque en realidad ella no tenía por que reconocerla.
-         Gracias.
-         Y, también me pidió le ayudara en todo lo que necesite.
-         Por ahora estoy bien. Gracias de nuevo.
-         Me da gusto que se encuentre bien – le dijo la bonita y elegante azafata sinceramente.
-         ¿tú me conoces? – preguntó curiosa Allyson.
-         Por supuesto, señora – y le dirigió una brillante sonrisa.
-         En ese caso, pasa por favor por que si necesito tu ayuda.
-         Encantada señora Vechio.
-         Allyson, dime Allyson – y una chispa de esperanza surgió en su interior.

Una vez duchada, cambiada y ayudada en todo momento aunque no lo necesitaba por la chica. Empezó a conversar con ella. Al principio de cosas sin importancia.

-         Entonces trabajas para mi esposo desde hace años.
-         Así es. El señor Vechio ha sido siempre un buen jefe.
-         Me lo imagino – sonrió falsamente, para no despertar sospechas.
-         ¿Y cuando fue la última vez que me viste? – le dijo aparentando una conversación normal y disimulando su creciente interés.
-         Oh, es cierto. Usted tiene perdida de memoria ¿verdad?
-         ¿lo sabes? – preguntó sorprendida Allyson.
-         Si, su esposo quería que la tripulación la supiera para no importunarla en lo más mínimo por su estado de salud y al mismo tiempo estar al pendiente de lo que usted deseara en todo sentido. Aunque en realidad- y sonrió soñadora- su esposo siempre ha sido un ángel con usted, se nota que está completamente enamorado.

No tenía idea que mantener la sonrisa le fuera a costar tanto. Pero haciendo otro esfuerzo la mantuvo y asintió como si en realidad fuese así. Por dentro, ardía de furia. Hacer todo ese despliegue de atenciones para ella, cuando en realidad la detestaba. Y la había llamado dramática. ¡El actor era él!

-Entonces – continuó Allyson, tratando de ignorar la cara de ensoñación de la azafata al hacer referencia a Máximo – ¿Cuándo fue la última vez que estuve en este avión? – quizás era información no tan importante, pero algo era algo y con un poco de empeño podría reunir poco a poco las piezas de su rompecabezas personal.

- Bueno, de ello hará ya varios meses y no recuerdo con exactitud.

Perfecto, lo que le faltaba. Tenía que buscar en otro lado.

-         Y dime, ¿Cómo te enteraste de que tu jefe se había casado?
-         La noticia no se supo, si no hasta que usted y el señor fueron fotografiados comprando unas flores y ambos llevaban sus alianzas de matrimonio – le informó gustosa de estar ayudando en algo a la señora Vechio.

Así que eso le confirmaba que su matrimonio no fue algo público. Un momento, ¿fotografiados? Entonces eso también le corroboraba lo que le había dicho Jaquie y las miradas de todos en el aeropuerto su vida era como la de esas personas que siempre tenían fotógrafos pegados detrás todo el tiempo. Un motivo más para dejar esa vida. Ahora recordaba mejor las fotos de las revistas que le había mostrado Jaquie.

-         Lamento que te haga estas preguntas – y le sonrió dulcemente – te parecerá raro que no se las haga a mi esposo ¿verdad? Pero verás, él desea que recupere la memoria poco a poco sin forzarme para nada y bueno, yo soy algo impaciente –volvió a sonreírle –
-         La entiendo perfectamente. No se preocupe.
-         Entonces, mi matrimonio no fue algo que saliera publicado – se sentía aliviada por ello, no quería que sus padres se enteraran así, hasta que volvió a centrarse en la conversación – pero después ¿fue del conocimiento público?- se sentía algo tonta repitiendo lo que estaba escuchando pero tenía que dejar en claro la poca información disponible.
-         Así es. Pero nadie confirmó la noticia. Simplemente era un hecho que el señor, el soltero más codiciado de Europa había encontrado a la mujer de sus sueños – le explicó, como si estuviera contando un cuento de hadas.

Sería de sus pesadillas. Por que lo mismo le pasaba a ella con él.
De lo que al menos estaba segura es que sus padres debido a su profesión no tenían ni idea de que su única hija se había casado. Seguramente estaban en un lugar remoto, alejado de esa clase de noticias. Gracias al cielo por ello.

-         ¿Y cuando se supo lo de mi accidente?
-         Oh, eso es algo que muy pocos lo sabemos. Yo ni me hubiera enterado de no ser por que su esposo nos advirtió de su delicado estado de salud. Sabía que usted se encontraba trabajando en otro País, por eso no la veíamos acompañando a su esposo en sus viajes y él era el que iba a verla a usted ¡que considerado y romántico! –suspiró feliz.
-         no tienes una idea de cuanto lo es – sonrió y se guardó la mordacidad para ella misma. Esa chica vivía en el lugar de las fantasías y los cuentos de vivimos felices por siempre. Y aunque sea un poco, le había ayudado.

Ella le había dicho que él iba a verla. Sabía no era así. Más bien, él andaba buscándola. Eso era lo más seguro.

-Has sido muy amable.
-Encantada de ayudarla.
-Te recuerdo que mi esposo no debe saber que te he preguntado. No quiero preocuparlo.
-Por supuesto que no le diré nada. Esto queda entre usted y yo –y se fue satisfecha por haber logrado una conversación con la famosa Señora Vechio.

¿Qué había logrado con esa conversación? No mucho. Es verdad, pero al menos su matrimonio era un hecho. Era algo de lo cual había dudado en su momento. Y ahora estaba mas que confirmado. Había acompañado a su Máximo a sus viajes. No era una posibilidad fuerte que la hubiese obligado a acompañarlo, al contrario, ella seguro no quería perderlo de vista. Un hombre así no debe dejarse solo mucho tiempo, las mujeres se le tirarían encima. Si se había casado con él es por que estaba enamorada y una mujer enamorada es posesiva ¿no? Más si se trataba del soltero codiciado. Pero ella nunca había caído rendida a los pies de hombres parecidos a él, ricos, guapos y seductores y jamás en la vida había sido posesiva con nada ni nadie, ella era un espíritu libre y así trataba a los demás.


Pero debía aceptar y no sin cierta rabia que nunca había estado con alguien como él, el muy canalla era único en su especie. No tenía comparación con ningún otro hombre ¡maldito fuera!

Tenía esa aura de poder, belleza masculina e inteligencia que difícilmente se encontraban en un solo hombre y claro, dinero mucho dinero ¿un avión privado? ¿Cuándo costaba semejante lujo?

Pero haciendo a un lado todo eso. Lo cierto era que se había casado con él y de lo que estaba al cien por ciento segura es que lo había hecho por amor. Se conocía demasiado bien en ese aspecto.

Pero, si lo amaba ¿Por qué lo había abandonado? Por que eso había hecho ¿no? Abandonarlo. Quizás se había interpuesto en su trabajo que era su pasión. No sabía que pensar. Todo se complicaba más. Y eso que aún no llegaba al lugar que en algún momento había llamado casa.

Un conocido dolor de cabeza empezaba a amenazarla con aparecer de nuevo.
Eso se lo debía a las emociones vividas hasta ahora y claro, a Máximo. Se dedicaría a desenmarañar sus meses olvidados, y lo lograría pero por ahora tenía que salir y darle la cara. Demostrarle que lo que había pasado no le había afectado en nada.

Se había puesto un traje de falda y chaqueta que le quedaba perfecto. Femenino, sencillo pero elegante. El traje en color beige resaltaba sus ojos color avellana. Un maquillaje discreto, su pelo recogido ligeramente en un moño suelto para que su dolor de cabeza no se intensificara y estaba lista para enfrentarse al tigre de su marido.

Observó su mano y la movió, ni siquiera había recordado que tenía la muñeca lastimada, abrió la puerta con desición sin darse demasiado tiempo para pensarlo. Alzó la barbilla y se dirigió al primer asiento que vio. No contaba con que él alzaría su rostro de los documentos que examinaba y le lanzara una penetrante mirada, que si no fuera por que ya había llegado al asiento elegido lejos de él, inevitablemente hubiese trastabillado.
Así que se permitió devolverle la mirada y se obligó a no apartar la vista de esos hermosos ojos dorados. Gran error, por que Máximo siguió viéndola y ella adivinó en lo que estaba pensando.
Lo que había ocurrido hacía tan poco. Sintió ruborizarse y su cuerpo tenso, ardiendo como esperando por él  y quiso golpearlo por tener ese efecto en ella.

Cuando no creía poder sostener por más tiempo su mirada. Una solicita azafata que ella reconoció al instante se acercó a ella y tuvo la excusa perfecta para romper el contacto visual.
Por el rabillo del ojo lo vio sonreír cínicamente y poco faltó para que gritara de frustración.
-Falta poco para que aterricemos – le informó sonriente.
La sonrisa de Allyson se esfumó enseguida. Lo que menos le apetecía era enfrentarse a su nueva situación, sabía que iban a su ciudad favorita en el mundo, Florencia, pero no quería estar al lado de ese hombre. Mientras tanto no le quedaba de otra. Pasados unos minutos llegaron al aeropuerto Amerigo Vespucci y aunque él la tomó del brazo para ayudarla a bajar y no la soltó para nada aunque ella se tensó enseguida seguían sin dirigirse la palabra.
Si supiera el motivo de su tensión, se reiría en su cara. Al tocarla en lo único que pensaba era en las maravillosas sensaciones que él le despertaba.
Se portó como un amante esposo, considerado y atento en todo momento. Ella quería gritarle delante de todos lo canalla y falso que era. Casi creyó escuchar suspiros a su paso entre las mujeres que había a su paso mientras caminaban rumbo al auto que los esperaba ¡pobres tontas! Se dijo con enojo.
De pronto, vio a los guardaespaldas de Max, cubriéndolos de tal manera que no les sacaran fotografías ¿Qué clase de vida era esa? Pero ya se imaginaba los titulares: Máximo Vechio y esposa a su llegada al aeropuerto de Florencia. ¡Él la encuentra después de meses de ausencia y con amnesia!  Bueno, por lo que había dicho la azafata, no todos sabían lo que le había ocurrido. Las lectoras seguramente no podrían entender como es que una mujer podría olvidar a alguien como Máximo Vechio.
Para ser honesta su mente de una manera u otra no se lo había permitido. Él había estado presente, aunque sea por medio de sus pesadillas.
Una flamante limusina los esperaba y ella deseó patearla solo para ver la cara que ponía. Pero esas demostraciones de impotencia tenía que reservarlas solo para su imaginación.
Un chofer uniformado los recibió con una agradable sonrisa y ella espontáneamente se la devolvió.
Se acomodó en el asiento y justo cuando la puerta se cerró al entrar Máximo. Ella se fue al rincón más apartado.

-¿te encuentras suficientemente descansada? – le preguntó.
-Por supuesto – le respondió lo más fríamente posible, sin mirarlo.
-No lo creo. Mírame – le ordenó.

Allyson nunca había tenido que rendir cuentas a nadie y para ser más exactos ni siquiera a sus padres. La habían criado para saber defenderse y valerse por si misma y confiaban en su criterio y en sus decisiones. Así que hizo caso omiso a la orden que de tan mala manera le había dado Máximo y se concentró en observar por la ventanilla, deseando estar sumamente lejos de allí.

-Te he dicho que me mires – gruñó él, con impaciencia – o es que sigues enfadada por que no termine lo que empezamos – concluyó en tono burlón.

Eso bastó para que su hermoso rostro volviera a mirarlo, al hacerlo unos mechones de su precioso cabello castaño rojizo se desprendieron y cayeron sobre su rostro dándole un aspecto de lo mas sensual, sensual y de temer por que sus ojos se habían llenado de furia y lanzaban chispas.
Si las miradas mataran, él hubiese caído fulminado. Aunque en realidad se sentía más vivo que nunca con ella al lado.
Todo ese tiempo sin ella a pesar de todo lo que los separaba, había sido un muerto viviente. Entregado al trabajo para tratar de olvidarla y al mismo tiempo obsesionado con encontrarla. ¿Por qué? Se preguntaba ¿Por que no podía olvidarla? Y la respuesta la tenía allí delante, una mujer como ella jamás podría olvidarse por mucho que detestara la idea. Allyson lo había dejado marcado de por vida.
Aún no comprendía cómo un ser en apariencia tan dulce, angelical y encantador guardara tanta pasión pero sobre todo tanta maldad.

Haciendo un esfuerzo sobre humano había logrado apartarse de ella, cuando la había tenido como quería, completamente desnuda y a su disposición.
Pero no, era demasiado pronto y no era el momento ni el lugar. Ella había respondido apasionadamente por que así era su naturaleza, se tuvo que recordar que ella hubiera respondido así con cualquiera, o quizás no con cualquiera, si no con su amante. Ese pensamiento había logrado apartarlo de ella aunque todo su cuerpo protestó dejándolo adolorido y anhelante.  Pero viéndola así de enfadada y hermosa, tan sólo quería hacerla suya, una y otra vez.

-Yo no empecé absolutamente nada, fuiste tú el que quiso demostrar su condición de macho dominante ¿no es así? – le respondió completamente furiosa.

Y gloriosa añadió Máximo con pesar para si. Esa mujer ya estaba ejerciendo su embrujo sobre él. Pero debía reconocer que nunca se había librado de el. Como siguiera así, volvería a salir perdiendo y eso se juró no ocurriría de nuevo.

-No tuve demasiada resistencia por parte tuya. Así que no trates de ponerte como una víctima.
-¿Hubiera servido de algo oponer resistencia? Bien sabemos que no.
-Por supuesto que no, tú misma te hubieras traicionado mas temprano que tarde y bueno, eso fue lo que ocurrió.
-Eso no demuestra nada. Quizás mi cuerpo no ha olvidado ciertas sensaciones y da igual quien las despierte – dijo sin pensar.
-¡¿Ciertas sensaciones?! ¡Te derretías en mis brazos! – le dijo totalmente furioso – pero tienes toda la razón cuando dices que da igual quien te las haga sentir.  Eres una mujer bastante fácil ¿verdad? Tú no lo recuerdas, pero yo sí y por lo visto tu cuerpo también. Eres una mujer infiel y una adultera, en una sola palabra… Una zorra.

Allyson se quedó completamente paralizada, era cierto que había hablado sin pensar cuando le había dicho que cualquiera podía despertar su pasión. Era mentira y eso ella lo sabía pero no quería que él tuviera idea de la respuesta que provocaba en su cuerpo.
 Sin embargo no esperaba todo lo que él le había respondido ¿infiel? ¿Adultera? Eso no podía ser cierto.

-Yo no sería capaz de hacer algo así – susurró entrecortadamente.
-Eres capaz de eso y más. Eres una ramera – le dijo con desprecio.

No podía ser cierto, no podía ser verdad. Por ello hizo lo que debía haber hecho desde un principio y que desde luego deseaba hacer así que acortó la distancia que los separaba y teniendo el ángulo exacto le dio una bofetada. Disfrutó viendo la incredulidad en los ojos de Máximo ante lo que ella acababa de hacer. Estamparle la mano en su bello rostro.

Eso no lo había visto venir, reconoció Máximo si no hasta que su mano estuvo a escasos centímetros de su mejilla y para entonces era ya tarde para detenerla. Había sido muy rápida. Pero se lo merecía, ella no recordaba nada de su pasado, no estaba bien de salud todavía debido al accidente y lo único que estaba provocándole era otro dolor de cabeza el cual al parecer había vuelto y en consecuencia estando ella mal, no podría tratarla sin piedad como se lo merecía. Pero no había podido detenerse. Tenía que encontrar la manera para controlarse, hasta que fuera necesario y no alertarla sobre sus intenciones.

-No debería haberte dicho eso – le dijo para calmar su furia.
-Y yo debería haber hecho esto desde la primera vez que te vi, en el Hospital – le respondió aún alterada.
-Gracias por tu sinceridad, pero te recuerdo que lo primero que hiciste cuando me viste fue desmayarte.
-¿Qué pruebas tienes para decirme que fui infiel? - sin cambiar de tema como él lo estaba haciendo le recordó el motivo de la discusión.
-¿Qué mas pruebas quieres que el haberte ido de casa sin ninguna explicación? Obviamente me dejaste por otro hombre.

Máximo rogó por dentro para que ella le creyera eso. Tenía las pruebas más obvias y concluyentes contra ella de su infidelidad. Pruebas que lo habían vuelto loco de celos y de ira cuando las había tenido en su poder. Sentimientos que recordaba a la perfección y que hacían que quisiera matar a alguien. Se obligó nuevamente a controlar sus emociones.
La observó y vio que titubeaba, como si le creyera y al mismo tiempo no lo hiciera. Era perspicaz, pero no era raro, Allyson era una mujer inteligente y era una de las cosas que lo habían atraído irremediablemente de ella.

-¿Dedujiste eso solo por que me fui de tu lado?
-Todo estaba bien, al menos es lo que yo creía. De pronto desapareces, te busco como un loco y bueno, no es exagerado pensar que te fuiste con otro.
-¡Eso es completamente absurdo! –Objetó acalorada.

Pero era lo que ella había pensado, lo había dejado y él en su condición de marido dominante había visto eso como una afrenta terrible como si estuvieran en la edad media y por ello la había buscado para hacerle pagar.

No era necesario un estudio exhaustivo para darse cuenta que Máximo era un hombre que no estaba acostumbrado a que le llevaran la contra, de esos que siempre quieren mantener el control sobre todo y todos y que una esposa es algo así como un objeto decorativo, una muñeca sin voluntad dispuesta a lo que le dicte su amo y señor.

Y ella seguramente cegada por su encanto y sus más que buenas habilidades en la cama cosa que no había comprobado en su totalidad pero que no dudaba, le había dejado controlarle hasta que su espíritu independiente había resurgido de nuevo y claro, para entonces era demasiado tarde y la mejor opción había sido la separación. Aunque eso de irse sin ninguna explicación no encajaba con ella.

-Como está eso de que me fui sin ninguna explicación.
-Eso es lo que a mí me gustaría saber. Pero, ya tendrás tiempo de explicármelo.
-Sobre todo dejar en claro que no soy ni he sido nunca una mujer infiel.
-claro, ya tendrás tiempo de sobra para demostrármelo – le dijo sin poder ocultar su sarcasmo.
-Lo haré – dijo con los dientes apretados y resintiendo las emociones del viaje su dolor de cabeza empezó a aumentar.

A pocos kilómetros de Florencia, según lo que habían viajado llegaron a su destino. Una hermosa villa, del siglo xv probablemente calculó Allyson al asomarse por la ventanilla.
Totalmente restaurada la villa Vechio se erguía en todo su esplendor rodeada de frondosos árboles y en general de una vegetación sorprendente, sus suaves tonos en color crema daban una sensación de paz. En cuanto el chofer le abrió la puerta salió y se detuvo a admirarla. Las villas como esa sacaban a flote todo su interés como la historiadora que era. La historia, la construcción, las estructuras antiguas eran uno de sus delirios. La enorme fachada conservaba parte de la construcción original se fijó Allyson al igual que los arcos de piedra. De pronto su corazón empezó a latir con fuerza.

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