Lo que
ya venía a su mente era Fabricio Vechio un anciano adorable al que ella había
llegado a amar sinceramente y se encontró deseando verle de nuevo. Seguramente
podría encontrar la manera de verlo y quizás hasta él la ayudaría a recordar.
-
¿Tan seguro
estabas de que diría que sí? – le había reprochado Allyson.
-
Debo admitir
que no – admitió – por eso mismo había planeado literalmente raptarte – dijo en
broma.
Broma que después cumpliría y muy en serio, sacándola del Hospital casi a
rastras. Pero algo le decía que no había sido la primera vez. Desesperada
recordó sus sueños, en los que huía de él y aunque no lo recordaba estaba casi
segura que ya había tratado de alejarse de él y no lo había permitido.
-
¿Te ha gustado
tu habitación? – le preguntó una voz grave, profunda y definitivamente muy
masculina a sus espaldas, que la hizo sobresaltarse ligeramente. Permaneció
inmóvil sin girarse a verlo, no hasta que a su cuerpo se le pasara la
impresión. Se le había puesto la piel de gallina y odió que él provocara todo
eso en ella. Tan absorta estaba en sus pensamientos que no lo había oído
llegar. Aunque claro, se desplazaba con el sigilo de un felino.
-
Sí, gracias.
Muy cómoda – le contestó aún sin voltearse y aliviada de que su voz hubiese
sonado tranquila.
-
Supongo que no
te ha traído ningún recuerdo – le dijo acercándose a ella y sentándose a su
lado – sobre todo por que no es la habitación que compartíamos. Pero dime ¿nada
de lo que ves te ha ayudado a recordar? ¿la casa, quizás? ¿el jardín?
¿Debería
decirle la verdad? Se preguntó Allyson. Fugazmente había visto un brillo de
duda y desconfianza en sus ojos, como si el que ella recordara no le
beneficiara a él en lo absoluto ¿pero por que?
Lo mejor
sería aparentar que seguía igual. Podría ser de gran ayuda el que aparentara
estar con amnesia.
-
Me temo que no
– contestó mirándolo a los ojos, para que no pensara que mentía, cosa que le
costó sobremanera por que esos ojos tenían la capacidad de dejarla en estado de
shock. Esos ojos del color del oro líquido que la miraban con
una intensidad devastadora y que parecían querer fundirla.
-
Lo lamento – le
dijo sin el menor rastro de verdaderamente sentirlo- pero muy pronto recordaras
todo – lo dijo con un tono mordaz disfrazado de amabilidad y dicho así parecía
casi una amenaza.
-
Oh, estoy
segura de que si – le dijo sin dejar de mirarlo y alzando inconcientemente un
poco la barbilla, ella no era de las que se dejaban amilanar ante nada, aunque
no tenía una idea concreta de a que se enfrentaba.
Sonriendo
de manera casi letal para cualquier mujer que se preciara de serlo. Se levantó
y la invitó a dar un paseo por el jardín y los alrededores cercanos de la casa.
No pudiendo negarse ella aceptó.
-
La casa ha
pertenecido a la familia por muchas generaciones – comentaba Máximo - Ha sido
renovada varias veces. Uno de mis ancestros la construyó para su esposa y es
casi una tradición el que los miembros de la familia Vechio pasen su luna de
miel aquí.
-
¿Nosotros lo
hicimos? – preguntó algo nerviosa, el estar cerca de él no beneficiaba para
nada su equilibrio mental.
-
Así es.
-
Por eso me
trajiste aquí, para que recordara eso ¿no es así?
Estaban
muy cerca de uno de los arcos de piedra, él avanzó hacia ella e instintivamente
Allyson retrocedió hasta toparse con el arco que le impidió seguir
retrocediendo. No quería que viera lo mucho que la afectaba así que se apoyó en
el arco y lo miro decididamente. Él puso sus
manos a cada lado de ella sobre el arco de piedra imposibilitándole la
salida, estaba tan cerca que sentía hasta el calor que desprendía su cuerpo,
sus ojos adquirían una ligera tonalidad verde-dorada y ella sabía sin lugar a
dudas que la deseaba, lo peor de todo es que ella sentía lo mismo, pero quería
ir con pies de plomo hasta no saber cual era la realidad de su situación como
matrimonio, como pareja, como amantes.
Sería
tan fácil entregarse a él pero sabía que no debía, no hasta que desentrañara de
una vez por todas ese algo que se le escapaba a su mente y a sus recuerdos.
-
Sí, por eso te
traje aquí. Por eso y por que eres mi esposa, eres mía y de nadie más – él solo deseaba que recordara lo bueno,
al menos mientras conseguía la revancha y sacársela de la piel.
-
No me siento
propiedad de nadie y nunca lo he sido no hay necesidad de recordar algo que se
que siempre ha sido así – dijo con ojos chispeantes Allyson - volvamos a la
casa, ya está anocheciendo – le dijo con voz firme, firmeza que estaba lejos de
sentir.
-
¿Tratando de
huir de mí? – le dijo con la mirada burlona – no conseguirás nada intentándolo,
sobre todo por que en realidad de lo que quieres alejarte es de lo que siempre
ha habido entre nosotros y eso no es necesario que lo recuerdes, la química,
esta atracción magnética y sexual que no puede sacarse aunque se quiera – le
dijo ferozmente.
-
¿y que si la
hubo o la hay? No significa absolutamente nada, por que no recuerdo lo que pasó
entre nosotros y dudo mucho que tú me quieras dar detalles. Para mí eres un
perfecto desconocido – sentía enojo y desesperación por que era cierto lo que
él decía, aunque no recordara muchas cosas a él jamás lo olvidaría del todo.
-
¿Eso crees? ¿no
significa nada? – le dijo mirándola intensamente y sujetándola por los hombros
acercándola más a él y tomando posesión de su boca tan rápido que ella no tuvo
tiempo de esquivarlo.
Se
retorció en sus brazos e intentó irse, pero él no se lo permitió. El cuerpo de
Allyson reaccionó demasiado pronto a la proximidad de Máximo al sentirlo tan
cerca de ella deseando como nunca dejarse llevar siendo la lucha mas contra si
misma que contra él. Si se quedaba haría de ella lo que quisiera dejándola en
ridículo. Abrió la boca intentando hablar y él aprovechó para apoderarse por
completo de su boca, incrementó la fuerza del beso, ella sabía que quería
demostrarle que estaba equivocada. Su lengua se introdujo entre sus dientes y
penetró en su boca haciéndole que se acoplara al cuerpo de Máximo
instintivamente. Él deslizó las manos por sus caderas alzándole el vestido sin
dejar de besarla. Puso sus fuertes manos sobre su trasero y ella gimió de
placer y de frustración, mucha ropa era la que los separaba de fundirse por
completo.
El la
apretó contra si para que sintiera la fuerza de su erección y Allyson quiso que
la tomara allí mismo sobre el arco de piedra. Devolviéndole el beso con fiereza
lo mismo que él, le paso los brazos por el cuello y metió sus dedos en sus
cabellos negros. De pronto las luces del jardín y de la casa se encendieron,
dejándolos sin el amparo de la noche.
Se
separaron bruscamente sin dejar de mirarse a los ojos. Ella apoyándose contra
el arco temiendo que si no lo hacía caería al suelo. Ambos con la respiración
entrecortada. El brillo de triunfo en los ojos de él fue la gota que colmó el
vaso.
-
¡esto no prueba
nada! – gritó absurdamente Allyson.
-
Al contrario
querida, lo prueba todo.
-
Tan solo un
hombre y una mujer dejándose llevar.
-
Argumento que
te hunde todavía más.
-
¿a que te
refieres? – dijo confundida todavía por lo vivido.
-
No haces si no
reforzar el hecho de que fuiste infiel.
-
Piensa lo que
quieras, aunque no lo recuerde se que no sería capaz de semejante cosa – dijo
agitadamente.
-
Eres capaz de
cualquier cosa siempre que sea para tu beneficio, eso es algo que no tardarás
en recordar y volver a hacerlo.
-
En ese caso, si
piensas así ¡déjame ir! – pidió la joven.
-
¡nunca! –
replicó fieramente Máximo.
-
No puedes
obligarme a quedarme.
-
En eso te
equivocas, no puedes hacer nada sin que yo no lo consienta. Tu pasaporte está
resguardado y no te será entregado a menos que yo lo diga. Tu lugar es aquí a
mi lado te guste o no y más vale que te vayas acostumbrando por que no irás a
ninguna parte.
-
¡Esto es un
secuestro! – le gritó furiosa.
-
¿secuestro? ¿y
quien te creería? Viniste conmigo por tu propia voluntad, tengo muchos testigos
que lo avalan. Eres mi esposa, acabas de sufrir un accidente donde te golpeaste
la cabeza y tienes amnesia ¿a quien crees tú que le creerían? No harás más que
ponerte en ridículo.
-
Maldito, mil
veces maldito – espetó ella.
-
Ten cuidado con
lo que dices, no consiento que me ofendas.
-
Y yo no
consiento que me prives de mi libertad, si me conoces en algo debes saber que
haré todo para alejarme lo más que pueda de ti.
-
Oh, pero claro
que lo se. Y precisamente por eso no darás un paso sin que yo no lo haya
autorizado previamente.
-
Si me crees una
mujer infiel, una mujer que no es de fiar ¿Qué es lo que ganas teniéndome a tu
lado? ¡nada! – le dijo tratando de apelar a su sentido común.
-
Evito que me
sigas poniendo en ridículo a mí y a los Vechio. Te quedarás conmigo como lo que
eres: mi esposa por que yo así lo deseo y punto final a esta discusión.
-
Vete al Diablo
– replicó a punto de ponerse a llorar de coraje.
-
No agotes mi
paciencia o te arrepentirás.
-
El que se
arrepentirá eres tú por tenerme aquí contra mi voluntad. Jaquie ya sabe de ti y
sabe donde me has traído. Debe estar esperando mi llamada y por lo visto no
conoces de lo que ella es capaz si no tiene noticias mías, debo añadir que nos
espera un infierno por que no me quedaré de brazos cruzados – lo desafió.
-
Que ingenua
puedes ser para algunas cosas. Llamé a tu amiga en cuanto llegamos, le aseguré
que todo estaba perfectamente y que tú te encontrabas descansando, está de más
decir que puedo ser sumamente convincente y persuasivo cuando me lo propongo.
Ella acaba de marcharse a realizar un reportaje fotográfico a Islandia si no me
equivoco, estará prácticamente incomunicada unas semanas y me ha pedido te
diera el mensaje de que se comunicará contigo en cuanto vuelva.
-
Tus padres
igualmente están muy ocupados con una nueva excavación y sabiendo que estás
bien han proseguido con lo suyo. Eso nos deja a ti y a mí únicamente con
nuestro infierno particular.
Esa
noticia la dejó lívida, intentando sobreponerse alzó el rostro y con los ojos
centelleantes lo miró queriendo que su mirada acabara con él.
-
si las miradas
mataran – dijo divertido.
-
Estarías
tres metros bajo tierra.
-
Eso
te dejaría como una bella viuda muy rica ¿no es asi?
-
Tu
dinero me importa muy poco, quiero mi libertad.
-
No
la tendrás. – al menos por ahora pensó Máximo, “te desecharé cuando ya no te quiera mas a mi lado” la situación
sería diferente entonces pues estaba seguro que ella no se querría marchar.
-
¿Qué
pretendes? ¿Qué me vigilen todo el tiempo?
-
Las
24 horas del día, mi equipo de seguridad se encargará de ti bueno, casi todo el
tiempo.
-
¿casi?
– odió preguntar pero no pudo evitarlo.
-
Por
las noches yo me encargaré personalmente de ti – le dijo con esa sonrisa de
tigre que ya reconocía perfectamente – dormirás conmigo en la habitación que
compartíamos como lo que somos, marido y mujer.
Allyson
no pudo menos que mostrar su estupefacción al escuchar las palabras de Máximo.
Intento responder rápidamente pero no pudo, las palabras abandonaron su boca y
su cerebro parecía no poder coordinarse, lo que si hizo fue mandarle imágenes
de ella y Máximo con las piernas entrelazadas en una cama enorme, de él
besándola, pasándole la lengua por sus pechos haciendo todos los preliminares
eróticos para la unión total y de ella gimiendo al contacto. Empezó a sudar y
su cuerpo se tensó de anticipación. El sentido común le hizo el enormísimo
favor de aparecer antes de que él se diera cuenta o al menos eso era lo que
esperaba.
-
En ese caso,
prepárate para la peor noche de tu vida – le dijo desafiante.
-
Al contrario,
me preparo para una de las mejores – respondió con un brillo diabólicamente
seguro en los ojos.
-
No pienso
compartir cama contigo. Dormiré en el suelo o en la tina del baño, donde sea
pero teniéndote a varios metros de distancia.
-
Deja el
melodrama – dijo impaciente – vamos adentro, es hora de la cena, no queremos
quedarnos sin energías ¿verdad? – dijo provocándola adrede.
-
¡Eres un
cretino! – espetó.
-
O entras por tu
voluntad o me veré obligado a meterte a la casa – respondió Máximo con ojos
centelleantes.
-
Puedo entrar
perfectamente, sola, no me pongas un solo dedo encima o juro que te
arrepentirás.
-
¿desde cuando
eres una gata salvaje? – preguntó entre divertido e intrigado.
-
Algo me dice
que tú me hiciste así.
Eso
provocó un tenso silencio y Allyson pudo notar que eso había provocado algo en
él. Lo malo es que no sabía el qué ¿arrepentimiento, quizás? Sin esperar una
respuesta, se dirigió a la casa y sólo al llegar se dio cuenta que él no la
seguía, no es que ella esperara eso ¿o si?
Lola
emocionada le habló sin parar en italiano sobre las delicias de las que
disfrutarían en la cena. Ella asintió algo distraída a todo lo que le decía y
agradeciendo el que pudiera entenderla.
No tenía
intención de cambiarse nuevamente para la cena y mucho menos quería que él
pensara que ella quería verse bien para atraerlo o algo parecido. Angustiada
por la sola idea de compartir habitación con él y la cama sobre todo, fue hasta
la cocina con Lola tratando de encontrar algo que hacer, ésta la reprendió
cariñosamente no dejándola hacer absolutamente nada. Frustrada, ansiosa y sumamente nerviosa deseó
desaparecer. Buscando una salida a su situación el teléfono de la cocina llamó
su atención, sintió una especie de alivio.
Se
imaginó en cuestión de segundos utilizarlo para llamar un taxi por que
definitivamente no tenía a quién acudir o al menos alguien a quién recordara.
Avanzó lo más rápido que pudo, descolgó el auricular y digitó un número que
salió de su cabeza sin siquiera pensarlo. Le contestaron de la central de taxis
que ella por lo visto había utilizado con anterioridad.
-
Su dirección
por favor – le dijo una amable operadora.
-
Sí, claro es… -
¡maldición! ¿Cómo es que no la recordaba? Además de eso ¿con que pagaría? No
tenía un solo centavo - ¿me permite un minuto por favor? – tapando el auricular
con la mano se dirigió a Lola con una sonrisa inocente – Lola ¿Cuál es la
dirección de la casa? – después de que le diera la dirección no le quedaría más
opción que pedirle algo de dinero.
-
¿para que la
quiere la señora? – frunció el ceño – pídame lo que desee, no es necesario que
usted se moleste. Estoy para servirla.
-
Lo se, Lola. Es
solo que la he olvidado y ahora mismo la necesito.
-
Está bien, la
dirección es…
Sin
haberlo oído llegar sintió únicamente como le arrebataron el teléfono de la
mano y lo colgaban haciendo un estruendo. Lola se quedó asombrada de la
reacción de Máximo lo mismo que Allyson pero por otras razones. Creía haber
actuado rápido y que lograría pedir el taxi antes de que llegara.
-
La señora ya no
quiere nada Lola. Déjanos solos un momento, por favor – dijo Máximo en un tono
mortalmente tranquilo.
-
Gracias Lola –
añadió Allyson con una sonrisa tranquilizadora a lo que la señora salió
rápidamente.
-
¿se puede saber
que intentabas? – le preguntó en el mismo tono tranquilo y ella casi prefería
que le gritara.
-
Irme lo más
lejos posible.
-
¿tengo que
repetirte que no puedes?
-
Me temo que si.
No puedes tenerme aquí en contra de mi voluntad.
-
Esta es tu
casa.
-
No la recuerdo.
-
Lo harás.
-
No me interesa
recordar nada que tenga que ver contigo.
-
¿A que se debe
el cambio? ¿Qué no estabas ansiosa por recordar todo?
-
Tú lo has
dicho, lo estaba, pasado. Mi instinto
me dice que es mejor quedarme con amnesia. Por que si recordar significa
aceptar que estuve al lado de un salvaje como tú tanto tiempo, prefiero olvidar
mi estupidez.
-
No tienes por
que preocuparte por eso querida, tú no fuiste nada tonta, al contrario el estupido fui yo. En cuanto a lo de salvaje no soy el único. Tú lo
eres también.
-
¿Cómo has
dicho? – dijo furiosa.
-
Sí, siempre lo
has sido… en la cama, por supuesto – dijo dedicándole una burlona sonrisa.
Dicho
eso, se alejó pero no había dado más de tres pasos cuando se volvió hacia ella.
-
Será mejor que
continúes con tu camino si no quieres acabar con un jarrón en la cabeza – le
espetó enfadada por no reaccionar con más rapidez.
-
¿y se supone
que el salvaje soy yo? – preguntó divertido.
-
Lo único que
hago es defenderme, dudo que eso sea salvajismo. No tengo la menor intención de
seguirte escuchando así que …
No tuvo
tiempo para acabar la frase por que la agarró del brazo y la apretó contra él.
-
No se te ocurra
hacer ninguna tontería, no llegarías muy lejos. Ahórrate la humillación.
-
Te detesto,
¿Quién te crees que eres? ¿el amo del mundo?
-
El tuyo, por lo
menos si lo soy, que no se te olvide nunca.
Dicho
eso, aprovechó que ella iba a replicar y la besó sin darle tiempo a nada más
¿desde cuando los besos se usaban para castigar y no solo para demostrar la
pasión que corría por las venas?
Se
preguntó Allyson desesperada, casi le dolía el rostro por la furia
contenida y al mismo tiempo descargada que con ese beso le infligía Máximo, con
furia intentó liberarse pero su fuerza sobrepasaba la suya con creces y su
abrazo era de puro acero, notó consternada que en realidad no la liberaba pero
tampoco le hacía daño.
Su
cuerpo empezaba a sucumbir y se obligó a emprender el ataque de nuevo para no
verse en evidencia ante él. Cerró los puños e intentó golpearlo, pero con una
facilidad pasmosa e irritante le tomó las manos con una sola sujetándoselas por
la espalda y con la otra le sujetó la cabeza por la nuca para que su boca no
escapara a la suya, lagrimas de rabia amenazaron con salir de sus ojos y fue
justo entonces cuando él suavizó de forma paulatina su beso y empezó la verdadera lucha pero esta vez
interna, contra ella misma.
El
castigo se convirtió en caricia, en un asalto descarado a sus sentidos. Su
lengua jugueteaba con la suya sensualmente. Ella entendió el significado al
completo de la expresión “derretirse en
los brazos de un hombre”.
Le soltó
las manos lentamente, como aún dudando de su reacción, pero ella estaba más que
perdida en las sensaciones, los brazos de Allyson trazaron un camino por los
hombros de Máximo hasta que rodeó su cuello y se pegó a él íntimamente,
provocando que él respirara entrecortadamente al igual que ella.
Y para cuándo más sis???
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