martes, 21 de agosto de 2012

Amargo Recordar Capítulo 13


-         Debo irme. – dijo impulsivamente y cobardemente agregó para si, pero lo que menos quería era dar explicaciones y mucho menos si estas entristecían a su abuelo.
-         Pero si acabas de llegar. – replicó su abuelo mientras él también degustaba de su copa – además tengo la sensación que no me has escuchado y tampoco me has dicho nada concreto respecto a por que Allyson se fue de tu lado y el por que estás tan enfadado, cuando deberías estar contento de que ha vuelto.
-         Esas conjeturas no te llevan a ningún lado abuelo – le dijo máximo en tono neutral e indiferente, conciente de que era muy difícil engañar a su abuelo.
-         ¿tú crees? Te conozco demasiado bien y lo sabes ¿me dirás la verdad? ¿O me forzarás a averiguarla por mis propios medios? Sabes que puedo hacerlo, no te dejes engañar por mi exterior, ves un vegete pero eso solo es la fachada.


Oh, si, engañar a Fabricio Vecchio no era cosa fácil pero en todo caso ¿Por qué no, decirle la verdad? Después de todo, no era justo que su abuelo la tuviera en el concepto de santa e inmaculada eso le podría traer problemas después, mejor dejar las cosas en claro de una vez por todas ¿Qué más podía perder? Su abuelo entendería, lo único que le preocupaba es que lo tomara mal y tuviera una recaída en su salud.

-         No. –dijo su abuelo.
-         ¿No, que? – preguntó confundido.
-         No pienses que lo que tengas que decirme me afectará tanto como para necesitar un médico. No soy tan inútil, aunque de esa imagen y creo que ya te lo he dicho en innumerables ocasiones.

Maldición ¿Por qué tenía que conocerlo tan bien? Y eso le recordó a Allyson, aparte de su abuelo ella y sólo ella había podido diseccionar su alma, su cuerpo, su espíritu, su mente de tal manera que lo conocía prácticamente a la perfección. Cosa que en su momento le llegó a fascinar tanto como a aterrar, aunque en ese momento le molestaba sobremanera. Era una digna adversaria en el juego que se llevaría a cabo. Era una fortuna que ella no recordara, era ventaja para él y que aprovecharía implacablemente en su contra. Lo haría y no se arrepentiría se lo juró con fervor.

-         En cambio tu silencio me hace pensar que lo que tienes que decirme es realmente grave y vas a lograr que me altere – dijo sacándolo de sus pensamientos.
-         No siempre me dejo llevar por tu apariencia abuelo, asi que no creo que esto te altere – al menos, esperaba que no demasiado.
-         ¿podrías empezar a hablar? Maldita sea la espera – gruñó el anciano.
-         Allyson, se fue un día de casa – dijo eligiendo las palabras con cuidado.
-         Dime algo que no sepa.
-         No seas impaciente.
-         Está bien, prosigue.
-         Huyó de casa, para ser específicos. Un día simplemente desapareció sin dejar rastro. Llegué a pensar que la habían secuestrado, pero me di cuenta que se había llevado parte de su ropa, no había una maleta y después mis investigadores me confirmaron que había salido del país.
-         ¿Se fue sin dejar una nota? – preguntó extrañado su abuelo.
-         Así es.
-         Es demasiado raro, no es propio de ella.
-         ¿Que te hace pensar que la conoces bien abuelo? – y se lo dijo con más énfasis del que debería.
-         ¿Eso lo aplicas a ti mismo? ¿Acaso me estás diciendo que Allyson no es lo que parece? – casi gruñó al responderle.
-         Algo así.
-         Haz el favor de ser específico.
-         Allyson y yo teníamos problemas, no todo siguió color de rosa como al principio – le dijo omitiendo lo más importante y eso era que llegó un momento en el que Allyson había estado contra su voluntad con él.
-         Es normal que las parejas tengan problemas, aunque me sorprendió mucho que ella a los tres meses de casada se marchara, fue demasiado repentino.
-         Vaya que lo fue. – Máximo sabía que ella lo haría, ya había intentado una vez marcharse. Pero él no se lo había permitido. No podía culparla, la vida de ambos era un infierno.

Pero él se había encargado de que ella lo odiara y deseara abandonarlo. Ella se lo merecía, es cierto. Pero eso no impedía que se arrepintiera de muchas cosas.

-         Ella tenía una aventura – se forzó a decirlo. Las palabras le salieron por poco atragantadas, no podía siquiera pronunciarlas en voz alta sin que la rabia también ascendiera por su garganta.
-         Casi no me atrevo a preguntar, pero…
-         Dilo de una vez, pregúntame si estaba al cien por ciento seguro – le dijo un tanto agresivo Máximo.
-         No es necesario que te enfades, se que tienes un equipo de seguridad increíble, que yo mismo me encargué en su momento de rodearme de la mejor seguridad y aún lo hago cuando es necesario, es de esperarse que a tu esposa la protegieras de la misma manera y que por ello no estuviera sola como la mayoría de las personas lo están para hacer lo que quieran, súmale a eso el hecho que ella es una mujer entregada y preocupada por su carrera y que le dedicaba mucho tiempo, además del que te dedicaba a ti por que sin duda vi que eras su prioridad, acompañándote a tus viajes, a los eventos, a las fiestas y añádele el tiempo que generosamente también me concedía. En resumen ¿me puedes decir de donde sacó el tiempo para un amante? Sin contar que el amor por ti le salía por todos los poros del cuerpo.

Su abuelo finalizó evidentemente fatigado y exaltado por la acalorada defensa de su nieta política ¡Se suponía que estaba de su lado no del de ella! Pero era una reacción que ya preveía.
Allyson, con su cara de ángel lo había logrado engañar a él, ni más ni menos. Conocido por su alma de acero para los negocios, a quien no engañaba ni engatusaba nadie. Sin embargo ella había prescindido en muchas ocasiones en contra de sus órdenes de la protección de sus guardaespaldas. Ahora sabía por que. A veces, sencillamente desaparecía.

-         Abuelo, no te exaltes por favor – le dijo preocupado y enfadado por haber abierto la boca.
-         Supongo que tienes pruebas de lo que dices – le dijo un todavía muy enfadado anciano.
-         No te entiendo, en serio que no. Un momento me demuestras que me conoces y al siguiente no ¿crees que actuaría sin pruebas?
-         No, se que no – le concedió el anciano.
-         Por lo visto lo olvidaste; ella empezó a actuar extraña conmigo. No era la misma, sentía como se alejaba de mí – aún recordaba la incertidumbre que lo invadió cuando Allyson cambió con él. El miedo, que no había sentido jamás. Miedo a perderla. Que estúpido había sido, ella solo preparaba su marcha con su amante.
-         ¿Cuales son esas famosas pruebas? Si se puede saber.
-         Fotografías – le dijo reacio.
-         Las hiciste checar por si se trataba de un fotomontaje supongo.
-         Asi es, y no se trata de un fotomontaje son auténticas totalmente.
-         ¿Las tomó alguien de tu equipo de seguridad?
-         No, pero son auténticas. Allyson se volvió muy buena para esquivar la protección que yo le brindaba cuando no la quería. Quisieron chantajearme con esas fotos y me las mandaron. Tuve que dar una jugosa cantidad de dinero por ellas, si no quería que salieran publicadas en los diarios.
-         ¿Te dieron los negativos?
-         Por supuesto.
-         ¿No faltaba ninguno?
-         No, estaba el rollo completo.
-         Aún así hay cabos sueltos.
-         No. Créeme los busqué y até todos.
-         Nunca es de fiarse el que un extraño te entregue semejantes fotografías, no las tomó nadie de tu equipo. Hay algo que no cuadra.
-         No es de extrañarse que alguien quiera dinero a cambio de unas fotografías sumamente comprometedoras para una persona conocida y millonaria que puede darle mucho dinero a cambio. Allyson es una persona conocida, aunque obviamente buscó sitios privados, el que la vio no dejó pasar la oportunidad – dijo con rabia duramente contenida.
-         Mmmm, no lo se, aún tengo mis dudas ¿y si se trató de una trampa?
-         ¿te puedo decir algo, sin que te ofendas abuelo?
-         Claro, adelante.
-         Deja de leer novelas intrigosas.
-         Muy gracioso – gruñó el anciano.
-         Créeme cuando te digo que no me hace mucha gracia el ver como la defiendes, yo soy tu nieto ¡por Dios Santo!
-         El que seas mi nieto no significa que seas perfecto y yo te apoye en algo que definitivamente no está bien. Debiste buscar más, indagar más. Puede ser que alguien esté muy contento por haberlos separado y bueno, no cabe duda de que logró eso y mucho más.
-         Allyson era amante de William Carlton, su mentor – le dijo sintiendo la hiel en la lengua - Se veían a escondidas y no mucho después de casarse conmigo. Cuando lo descubrí por medio de las fotos, era algo que ya sospechaba pero que me negaba a creer. Ella lo negó todo por supuesto, pero las fotos eran más que concluyentes. A pesar de las pruebas insistía en su inocencia. Obviamente pensaba que lograría convencerme, nada más alejado de la realidad – concluyó agriamente.
-         Si como dices, las pruebas eran claras ¿Por qué negarlo? Insistió en su inocencia por que era inocente.
-         No seas ingenuo, abuelo. Aceptó que se había estado viendo con él, como amigos supuestamente – y esbozó una mueca amarga – y que ese beso ella no se lo había correspondido, solo que las fotos dejaban ver lo contrario.
-         ¿Por qué la retuviste a tu lado? Si era una adúltera ¿Por qué no el divorcio?

Excelente pregunta, la cual él se había hecho en muchas ocasiones.
Pero no soportaba el estar lejos de ella, era una especie de amor-odio que rebasaba toda lógica. Eso y por supuesto su afán por provocarle el mismo dolor que a él lo arrasaba. Y jamás se la dejaría a Carlton ¡jamás! Primero muerto. Y si Carlton no había recibido su merecido era por que sencillamente había desaparecido de la faz de la tierra. Cosa que tarde o temprano tendría solución por que no había detenido la búsqueda de ese cretino ¿Qué haría con él cuando lo encontrara? Se imaginaba muchas cosas todas ellas terminando en asesinato. Sabía que no valía la pena mancharse las manos con la sangre de ese tipo. Pero el saber que ese imbécil había hecho suya a su mujer, a Allyson, le provocaba reacciones asesinas.

-         Teníamos que intentar arreglar las cosas, antes de pensar en un divorcio – mintió, esperando que Fabricio lo creyera, viendo duda en los ojos de su abuelo tuvo que añadir – eso, y claro, que no hubo contrato prematrimonial, jamás permitiría que se lleve el patrimonio de la familia.
-         Así que la retienes por que no firmó nada que asegurara tu dinero ¿no? Eso es cruel y lo sabes.
-         No, no lo es. Crueldad fue el haberme engañado.
-         Ofrécele una cantidad justa, y ya que no crees en su inocencia y no pretendes ahondar en el asunto, déjala marchar. No la quieres a tu lado por que la amas, si no por que temes por tu dinero, eso no es justo Máximo.
-         La vida no es justa – replicó fríamente, dando gracias que su abuelo le hubiese creído eso.

Su abuelo no pudo replicar por que en ese momento entraba Grace, la paciente y encantadora enfermera personal de su abuelo. De unos cincuenta años, pelo del color del fuego y hermosos ojos azules había sido la única que no se había marchado y dejado el puesto. Su abuelo ciertamente era imposible cuando se trataba de sus enfermedades, no le gustaba tomar las medicinas ni acudir al médico. Fabricio Vechio era un encanto, pero no cuando se trataba de doctores, hospitales y medicamentos. Grace era la única que no había salido corriendo, llevaba más de 12 años en la casa y Máximo le tenía especial cariño al igual que ella a él, aunque era otra fan de Allyson, las dos habían congeniado y se habían hecho amigas.

-         Hola, cariño – le había saludado afablemente Grace.
-         Hola Grace ¿mi abuelo te ha hecho enojar mucho esta semana?
-         No tienes idea – dijo Grace y puso los ojos en blanco.
-         Eres única ¿lo sabes, verdad? Por que mira, que soportar a Fabricio.
-         Sí, lo se – dijo Grace y rió con ganas.
-         Eh, que estoy aquí ¿Por qué hablan como si no me encontrara en la habitación? – dijo su abuelo intentando aparentar enojo sin mucho éxito.
-         Abuelo, Grace, debo irme.
-         Saludos a Allyson y tráela a casa – dijo su abuelo.
-         Veré que puedo hacer.
-         Nada, simplemente tráela y es una orden.
-         Ve con cuidado Max y salúdame a Allyson – Grace intervino.
-         De tu parte Grace, nos vemos pronto abuelo.
-         Más te vale que así sea – gruñó nuevamente el anciano.

De camino a la villa Máximo pensaba en las palabras de su abuelo ¿y si hubiese sido una trampa? ¿Que tal si el mismo William había preparado todo? No, no podía ser así. Todo indicaba que se veían desde hacía tiempo, algunas de esas veces él mismo había sabido que estarían juntos por que tenían trabajo. Los celos lo habían invadido en esas ocasiones pero había logrado controlarse. Era el trabajo de su esposa y él un simple compañero se había dicho. Ella actuaba con él como una mujer enamorada, ardiente en la noche y cariñosa y entregada a él en el día. La esposa ideal. Pero todo había sido eso: una actuación. Apretó el volante con fuerza y aceleró. Lo único que tenía que hacer era llegar a casa y seguir con su venganza contra su esposa. La excitación le recorrió el cuerpo. Sería suya esa noche.







Capitulo 13

Sentada en un banco de piedra, teniendo al frente el jardín mas maravilloso y bello que había en su vida se encontraba Allyson tratando de procesar lo que le enviaba su frenético cerebro. Que irónico, se había burlado de si misma, quería recordar por supuesto pero no quería el dolor que acompañaba esos recuerdos.

-         Mañana mismo – había dicho Máximo.
-         ¡Estás loco! – había rebatido entre emocionada y sorprendida Allyson – no podemos casarnos con tan poco tiempo, mis padres no saben nada, Jaquie me mataría si no le aviso, eso puedo jurarlo.
-         Mmmm, en ese caso tendré que convencerte – le había susurrado seductoramente al oído.

La mañana después de haber hecho el amor por primera vez durante prácticamente toda la noche había sido como el renacer de Allyson en todos los sentidos. Se había despertado en sus brazos y la sensación era indescriptible. No se imaginaba estar en una cama sin él a su lado, no se veía sin él en su vida. Los miedos y dudas habían desaparecido, los dos eran más que compatibles sexualmente. Eso era algo que no se podía fingir y recordarlo hacía que su piel ardiera anhelando su contacto, cosa que le enfurecía.

Una vez que hubo salido de la habitación y comprobado que Máximo no estaba, su cerebro seguía proporcionándole información que toda ella procesaba como dolorosa. Le habían informado que él se había marchado y que no tardaría. Puede quedarse el tiempo que quiera en lo que aclaro mi cerebro, pensó Allyson.
De vuelta a sus recuerdos, él la había convencido haciéndole el amor de tal manera que se encontró suplicándole que la poseyera. La Boda sería por el civil habían acordado, sin ninguna recepción. La fiesta sería para cuando se lo informaran a sus familiares y amigos. Embriagados de amor, habían querido pasar el mayor tiempo juntos y a solas, aunque analizándolo bien la que estaba enamorada era ella, él disfrutaba el sexo y el que compartían era increíble lo que seguramente había orillado a Máximo a continuar con su propuesta matrimonial. La enorme fiesta que seguramente querría dar el abuelo de Máximo requeriría tiempo, además de que los separaría hasta que fuera la recepción y ellos no querían separarse ni por un instante.
Máximo ni siquiera había mencionado a sus padres, para él sólo existía su abuelo y ella no había querido preguntar más acerca de ellos, aunque sabía que existían. Obviamente la relación entre ellos no era la mejor a diferencia de ella y sus propios padres.
La ceremonia civil había sido al día siguiente tal como él le había dicho, lo tenía todo arreglado.
Una preciosa y sencilla ceremonia en un clima de absoluta discreción.
Ellos dos, el juez y dos testigos escogidos rápidamente ahí mismo. Sin embargo a su mente no venía el recuerdo de una gran recepción posterior festejando su enlace. Otra cosa que estaba en el limbo de su amnesia. Lo que ya venía a su mente era Fabricio Vechio un anciano adorable al que ella había llegado a amar sinceramente y se encontró deseando verle de nuevo. Seguramente podría encontrar la manera de verlo y quizás hasta él la ayudaría a recordar.

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