Que una
mujer no tuviera tiempo para él era algo totalmente raro. Jamás le había
sucedido algo así y aunque se había enfadado. Había descubierto que le gustaba
el reto que ella en si suponía.
Poco a
poco había ido minando sus objeciones y había logrado que ella aceptara con más
frecuencia estar con él. Había sido su objetivo conseguirla como fuera y
después había deseado no dejarla ir. Tomando en cuenta que él jamás había
querido un compromiso serio, el querer que Allyson se enamorara de él era algo
inusitado. Creía que lo había conseguido pero sólo había sido una ilusión.
Sabía
que al menos cuando la conoció aún no había sido amante de William, al menos no
en un sentido físico. Pero al parecer había sido necesaria su boda para que
ella se diera cuenta que a quien realmente quería era al cretino de William
¿para que engañarse? Ella lo había sabido siempre, pero casarse con Máximo
Vechio era sumamente ventajoso y beneficioso para ella y sin ser presuntuoso
para cualquiera. Era una mujer ventajosa, interesada y ambiciosa. Aunque
William gozaba de prestigio y era relativamente rico, jamás tendría el dinero
que ella quería.
Así que
por eso le había dado a cambio el privilegio de ser el primero. Casi como si se
tratara de una transacción. Una vez conseguido el objetivo que era casarse con
él, hizo lo que siempre había deseado: estar con su verdadero amor y disfrutar
de los beneficios de tan bien habido matrimonio.
No
habían firmado un contrato prenupcial y recordarlo en ese momento era un motivo
más para que la ardiera la sangre, había estado tan profundamente idiotizado
por ella que se habían casado casi intempestivamente y nunca se le había
ocurrido hacérselo saber a su abuelo y mucho menos a sus abogados, los cuales
se habían quedado atónitos al recibir la noticia. Su abuelo era otra cosa,
Allyson fue casi como otra nieta para él, se había hecho querer por su abuelo y
eso también lo enfurecía. La había recibido con los brazos abiertos y dado toda
su confianza y amor igual que lo había hecho él, otro Vechio mas embrujado por
esa hechicera.
Su
abuelo sabía a medias lo que había ocurrido entre ellos, no quería preocuparlo
y tampoco le hacía mucha gracia que se enterara de lo tonto que había sido, era
su abuelo y lo quería muchísimo pero solo lograría preocuparlo y seguramente
saltaría en defensa de Allyson, casi podría jurarlo ¿Qué era lo que le hacía a
los hombres? Era como esas sirenas de los cuentos, hermosa, hipnotizadora pero
peligrosa.
William
estaba tan enamorado que no le había importado que ella se casara con otro y la
había recibido cuando ella le había buscado de nuevo, no había sido demasiado
tiempo en realidad.
La rabia
y los celos los sintió con fuerza nuevamente, como cuando comprobó su
infidelidad. Arrojó la copa que aún tenía en las manos y la estrelló con fuerza
en la pared. ¡Malditos fueran los recuerdos amargos que tenía de ella! Se pasó
las manos por el rostro, como deseando borrar todo.
Aunque
para su desgracia, su mente aún se los recordaba y también le hacía tener
presente los buenos recuerdos a su lado. Con gesto impaciente se levantó y se
dirigió al teléfono, había olvidado llamar a su abuelo. Le haría una llamada a
su abuelo seguro le ayudaría a aliviar un poco de su tensión. Pensándolo mejor,
iría a verlo a su casa, le diría que su flamante esposa estaba nuevamente en
casa, después de haberse ido por una pequeña pelea, eso lo había aceptado su
abuelo un tiempo por que sabía que ambos eran de carácter fuerte, pero conforme
pasaron los días Máximo se había quedado sin saber que excusas darle, ahora le
aliviaría saber que ya estaban juntos, esbozó una sonrisa irónica al pensarlo
¿juntos? Claro, pero no de la manera que su abuelo se imaginaba. No quedaba tan
lejos la casa de su abuelo y además Allyson estaba dormida. Dejaría
instrucciones precisas de que no podía abandonar la casa bajo ningún concepto.
Se lo
dijo a Lola que lo miró con gesto interrogante y un tanto contrariada. Seguro
no le hacía gracia. Pero así estaban las cosas. Y se alejó a toda velocidad en
su Porsche.
El ruido
de un auto alejándose sacó a Allyson de sus sueños.
No había
dormido casi nada. Sentía su cuerpo mas descansado pero su mente estaba
realmente agotada. Se estiró en la cama, deseando dormir pero sin soñar. Fue
entonces cuando la realidad de sus sueños la devolvió a la realidad y se quedó
inmóvil mientras su mente le decía que todo lo que había soñado era lo que
realmente le había sucedido.
En un
evento mientras acompañaba a William lo había conocido. La había dejado
prácticamente sin respiración, pero claro, él le producía las más extrañas
reacciones, la primera vez después del accidente se había desmayado al verlo y
aun sin recordarlo totalmente le producía sensaciones contradictorias. Quería
estar lejos de él y al mismo tiempo no, era como si lo odiara y lo amara al
mismo tiempo ¿amor?
Era un
sentimiento que al parecer albergaba su corazón, aunque ella no quisiera
admitirlo o dejarlo salir y se sintió atrapada y confusa. Ella recordaba esa
primera noche cuando habían cenado juntos. Todo encanto, todo seducción. La
había dejado completamente perdida de anhelo por verlo de nuevo y eso la había
asustado por que por primera vez vio el peligro, lo que ocurriría si se
enamoraba de un hombre así. Famoso por sus conquistas, las más bellas mujeres
habían pasado por su cama sin lograr atrapar al soltero de oro y más famoso aun
por su habilidad para los negocios. Empresas Vechio abarcaba diversos negocios:
hoteles, bienes raíces, construcción y software con considerable éxito. Era
además un basto conocedor y poseedor de arte tanto florentino como de diversas
culturas, siglos y periodos.
Lo único
que pensó es que ella no se dejaría seducir por un hombre con semejante carisma
y poder del cual se enamoraría sin remedio seguramente y luego la dejara por
otra. Era demasiado independiente como para depender del amor o el deseo que le
hicieran sentir y aunque nadie había logrado despertar en ella esas
necesidades, sabía que Máximo Vechio las despertaría todas. No tenía que ser
una experta para saberlo.
Así que
le dio largas a sus invitaciones a salir de nuevo. Cosa que él se había tomado
como un juego y luego como un reto.
Ella
retrocedía y él avanzaba. Hasta que por fin había empezado a ceder. Y habían
comenzado a salir. Eso ya lo había recordado. Cuando él la llamaba por
teléfono, la excitación y la emoción
casi la dominaban y después se recordaba que no era una adolescente
tonta. Por eso mismo, aunque le había costado muchísimo ella jamás lo llamó,
ella jamás lo buscó. Un recuerdo doloroso se atravesó en ese momento, una
amarga discusión.
Él le
había reclamado como ella había sabido jugar bien sus cartas y lo había
mantenido en suspenso todo ese tiempo. Mostrándose intrigante y enigmática al
mismo tiempo. Ella le había respondido que jamás había hecho tal cosa, solo
para escucharle decir que era una mentirosa y manipuladora.
Parecía
muy lejana aquella ocasión en que le había inundado la habitación del Hotel
donde ella se hospedaba el hotel Vechio por supuesto, de sus flores favoritas.
Cosa que ella había recordado en el Hospital. Fue después de una noche
realmente especial. Claro, le había pedido que se casara con él y ella aun
temerosa de estar viviendo algo irreal, una ilusión, le había dicho que tenía
que pensarlo.
A lo que
él medio en broma, medio en serio le había dicho que lo estaba obligando a
robársela y a llevársela muy lejos, donde solo estuvieran los dos solos. Ella
rió completamente excitada por la idea y prácticamente deseosa de que lo
cumpliera, pero aun así le había pedido unos días.
Al día
siguiente no había sitio para nada, todo estaba lleno de flores. Y solo una
tarjeta que decía: Di que si, o tendré que
raptarte. Tuyo, Máx.
Y fue en
ese momento que no había tenido mas dudas o al menos las había desechado a un
rincón y le había aceptado. Marcó a su móvil, por vez primera en esos dos meses
que tenían de conocerse, sabiendo que había tenido que ir a Roma por negocios y
él había respondido inmediatamente y mostrándose asombrado de que ella le hubiese
llamado.
-
A que debo el
enorme honor de que me llames, corazón- le había dicho.
-
Quería
agradecerte las flores. Son preciosas – le dijo sin revelarle aun el motivo de
su llamada.
-
¿me llamas por
eso? O es que por fin te has dado cuenta que no puedes estar sin mí y necesitas
escuchar mi voz todos los días - había bromeado él.
-
Quería saber si
es cierto lo que dice la tarjeta.
-
¿Qué si no
aceptas, tendrá que raptarte?
-
Ajá
-
Pues si, es
cierto.
-
En ese caso lo
lamento.
-
¿Qué lamentas?
– había preguntado inmediatamente.
-
Que no realices
tan romántica idea.
-
¿Y se puede
saber por que? ¿Vas a huir de mí?
-
Peor, voy a
aceptar.
-
¿Cómo? – le
había dicho, como si no pudiera creerlo.
-
¿Desde cuando
tienes problemas para entender lo que te dicen Máximo? – dijo riendo.
-
Desde que te
conocí, no soy yo mismo debo admitir.
Esa respuesta de él le encantó y se sintió flotar y mas decidida aún le
había dicho…
-
La respuesta es
si a lo que me has pedido anoche, aunque la idea de raptarme me sigue siendo
muy tentadora, así que ¿Por qué no hacemos ambas cosas?
-
¿Estás
aceptando casarte conmigo?
-
Así es –
suspiró.
-
Eres una mujer
cruel.
-
¿Por qué?
–preguntó totalmente sorprendida.
-
Estas cosas no
se dicen por teléfono – gruñó.
-
¿Qué tiene de
malo?
-
Todo.
Deberíamos estar frente a frente, así pudiera haberte comido a besos, hacerte
mía de una buena vez por todas y no tener que esperar a verte para hacerlo –
dijo con convicción.
-
Vaya – susurró
en esa ocasión Allyson.
-
Me has hecho
esperar demasiado y lo sabes, pero esta vez no tienes escapatoria y sabes a lo que
me refiero.
-
No ha sido
intencional – su voz sonó algo estrangulada, pero era por la emoción.
-
Eso no es
cierto – dijo Máximo y ella rió.
-
Te estaré
esperando.
-
No demasiado,
voy para allá.
-
¿Qué no tenías
que estar allá el resto de la semana? – apenas era miércoles.
-
He cambiado de
idea.
-
Perfecto.
Y así
había sellado su futuro al lado de Máximo Vechio. No habían hecho el amor aun y
era ridículo, tenía que aceptar eso. Pero dentro de ella estaba muy presente la
idea de que él se aburriría inmediatamente si ella le daba absolutamente todo,
aunque se moría por hacerlo, por compartir noches y días de pasión a su lado.
Nunca había demasiado nada con tanta fuerza y sentido tanta pasión frustrada.
Egoísta
y tontamente quería alargar el interés que sentía por ella. Y que se temía
según ella creía, que gran parte de ese interés era por que aun no habían
tenido relaciones. Y con el sexo no tenía experiencia.
Nunca
había sido una mujer insegura. Pero en las cuestiones del amor en ese entonces
era una completa inexperta. A veces no se podía creer que él estuviera saliendo
con ella, habiendo tantas mujeres hermosas que darían todo por estar en su
lugar. Sabía que era guapa pero de eso a ser hermosa, simplemente no lo había
considerado antes por que no le importaba pero ahora era diferente.
Y cuando
se diera cuenta que no sabía nada sobre el sexo, ella creía que se aburriría.
No entendía que le había pasado por la mente al momento de pedirle que se
casaran. Aún ahora no lo entendía.
Por eso
había decidido que esa noche haría el amor con él y después él se daría cuenta
que sólo era deseo frustrado lo que hacía que la encontrara interesante y ella
por supuesto le daría su libertad. Y no existiría para nada la probabilidad de
que se casaran. Ahora recordaba lo que había ocurrido entonces y se arrebujó en
las sabanas pues seguía sin levantarse de la cama, el recordar ese amor intenso
que había sentido la hacía desesperarse por completar todas las piezas del
rompecabezas. Así que rememoró aquella noche cuando Máximo la había hecho tocar
el cielo.
Había
comprado lencería especial para la ocasión, un atrevido brasiere que apenas le
cubría los pechos y una tanga, ambos de encaje y en un tono melocotón. Un
vestido que le llegaba suavemente por arriba de las rodillas de vaporosa seda
que tenia una gama suave de colores que iban desde el crema hasta el café y que
se le pegaba a las curvas sutilmente y en cada movimiento, eso sin contar el
escote que a su parecer era de escándalo y que dudaba mucho lo usara para
salir. Pero todo eso tenía un objetivo y ese era el de gustarle a Máximo.
Probablemente
solo tendría esa noche para atesorar y después quizás nada. Así que se jugaría
el todo por el todo. Echaría las preocupaciones, los miedos, el terror que
sentía si lo perdía, todo lo echaría al viento.
Tembló
sólo de recordarlo, esa sensación funesta por no estar con él, por vivir
sabiendo lo que no se tenía, la soledad y el vacío que nadie más llenaría ¿Por
qué lo dejé entonces? ¡Maldita amnesia! Se lamentaba Allyson en silencio y aún
en la cama, abrazada a la almohada como si pudiera protegerla de los dolorosos
recuerdos que ya estaban volviendo. Una razón poderosísima la había hecho
alejarse de él o quizás nada.
El
problema era que ya empezaba a recordar pero no lo que realmente quería saber.
Su amor por él seguía presente y ella supo en ese instante que en ese aspecto
su corazón no lo había olvidado, no se lo había permitido y al parecer no se lo
permitiría jamás. Furiosas lagrimas rodaron por sus ojos, amaba a un
desconocido, uno que al parecer la odiaba. Pero al menos no lo había hecho
aquella vez y Allyson se refugió en ese recuerdo, cuando había sido la primera
vez para ella.
Los
nervios, la impaciencia al saber que él llegaría…
donde puedo encontrar los demas capitulos
ResponderEliminarHola, los anteriores los encuentras en la columna de la derecha donde están todos nuestros post...y los siguientes hay que esperar que mi sis, JJ, los suba. Puedes dejar mensajitos y molestarla todo lo que quieras para que se de prisa y siga maravillandonos con su historia de Amargo recordar!!!
EliminarYO TUVE QUE HACER TRAMPA CON LOS DEMAS CAPITULOS Y LOS BAJE DEL GRUPO JAJAJA PERO JJ TIENE LA CULPA POR TARDAR TANTO EN SUBIR, LO SIENTO PERO NECESITABA SABER QUE SEGUIA
ResponderEliminarJaaaaaaaaaa trampaaa no se valeeee, pero bueno te perdono jajaa
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