viernes, 20 de abril de 2012

Dark Ángel 1 "Un Ángel a Medianoche" Cap 20


Kendra se sentó en el sofá que había estado ocupando Su y se puso a pensar en la conversación sostenida. No le cabía la menor duda que tanto los hombres como las mujeres tenían los mismos derechos y que ellas también debían disfrutar del sexo sin tantas complicaciones, pero también estaba de acuerdo con Brisia. Un solo beso le había hecho casi perder la cabeza en el restaurante y sus caricias en el hotel por poco la hacen caer completamente.

Briatore era  un hombre sumamente peligroso, pero, ¿podría disfrutar de lo que él podría ofrecerle sin perder nada en el proceso? Se le antojaba muy difícil, pero ella era de las que le gustaban los retos y lo que otros consideraban imposible. Sabía que ella lo atraía, pero de igual manera él sabía que la atracción era reciproca, si antes lo dudaba, después del beso no tendría duda.
El día de la exposición, los ánimos de Su no eran los mejores ya que Steve el pintor que derramaba su admiración por ella a borbotones no la dejaba a sol ni a sombra. Sus cuadros eran realmente hermosos y no se cansaba de decir que ella era su mayor inspiración, no tenía idea que eso hacía que Su quisiera salir huyendo rápidamente. Solo había sido un coqueteo inofensivo, pero al parecer Steve no lo había visto así. Enfundada en un sensual vestido verde esmeralda a juego con sus ojos, con la espalda casi toda descubierta, y ceñido al cuerpo moldeando todas sus curvas. Tacones de vértigo como le gustaban y joyas al mínimo, su brillante cabellera negra la llevaba en un moño bajo. Sonreía con esfuerzo, mientras buscaba a Brisia y Kendra con la mirada.

Brisia observaba divertida la escena y escapando de los ojos de Su cuando esta escudriñaba el salón, la vería sufrir un poco más y luego iría en su rescate. Los hombres simple y sencillamente se les pegaban como las abejas a la miel, y ahora veía los planes de Su un poco locos pero no tanto después de todo, solamente hombres muy seguros de sí mismo, hombres peligrosos las dejarían ser tal cual eran. Pero no quería ser considerada un trofeo mas de un hombre con la reputación de playboy como seguramente lo era el tal Angellis, ella no leía la prensa rosa ni se interesaba en nada que no fuera su trabajo, así que no tenía idea de cómo era físicamente Angellis, pero estaba convencida que no era más que un hombre muy rico, muy arrogante y un cretino.

Vestida de blanco llevaba una especie de túnica griega pero corta, pues le llegaba a las rodillas, un hombro al descubierto, largos aretes de oro y diamantes amarillos a juego con tres pulseras y un anillo que habían sido regalo de su abuela cuando había cumplido la mayoría de edad, su brillante pelo iba sujeto en lo alto de su cabeza. Realmente parecía una diosa griega. Estaba amparada a la sombra de una columna y se giró para observar la galería que estaba a reventar de gente, todos famosos, todos conocidos, muchos miembros de la nobleza. Los cuadros se vendían como pan caliente, la velada era  un éxito. Se acercó al jefe de camareros y le dio la orden de abrir más cajas de champaña. Tomó una copa y se movió entre la gente sonriendo y parándose brevemente a saludar. Ya habían dado la bienvenida a casi todos entre las tres, eran excelentes anfitrionas y seguían moviéndose entre los invitados a fin de que todo marchara sobre ruedas.   
Buscó a Kendra para ver si también estaba atrapada, pero no la vio. Briatore seguía sin aparecer, no era raro aunque había confirmado su asistencia. Eran hombres muy ocupados, dueños de una parte del mundo en palabras de Derek. De pronto se sintió fatigada y buscó un lugar apartado sin tanta gente. Uno de sus cuadros favoritos de la exposición ya había sido vendido y fue a verlo de nuevo lamentando no haberlo comprado ella, tomó un sorbo de su copa y lo contempló. 

Portando un precioso vestido strapless rojo sangre de corte asimétrico Kendra dejaba ver una de sus piernas no en su totalidad pero si gran parte de ella.  Joyería mínima de plata con diamantes, y su largo cabello en un moño desenfadado que dejaba libres algunas guedejas de su pelo. Conversaba animadamente con otro pintor, que nada tenía que ver en carácter con los que ella había conocido, un afable hombre de unos sesenta años, muy culto y muy alegre. La opción ideal para no enfrascarse en aburridas conversaciones con otras personas y librarse de acoso por parte de los hombres presentes.
Pero eso no impedía que estuviera mas que pendiente de los que seguían entrando, pero la noche avanzaba y él seguía sin llegar ¿Por qué rayos le importaba? Pero la verdad es que incluso estaba empezando a enfadarse por su retraso y eso si es que llegaba. De pronto como si lo hubiera estado invocando con sus pensamientos, se acercó a ella Mary en estado de euforia.

-      Señorita Wellesley.- Decía casi sin aliento. - ¡Acaban de llegar! – Kendra no necesito preguntar quienes, por que en ese momento entraban no uno, no dos, sino tres hombres increíblemente guapos, y se preguntó como es que no caían desmayadas a su paso las féminas presentes pues los devoraban con la mirada, suspiraban como colegialas enamoradas y los ojos les brillaban con la misma euforia de su recepcionista, sin tener la más mínima vergüenza e ignorando al resto de los hombres presentes, quienes también los miraban sin perder detalle aunque por distintas razones. Vio a Rafael casi de la misma manera que todas las presentes, pero se contuvo haciendo un esfuerzo sobrehumano, trató de seguir la conversación que mantenía pero le fue imposible, los murmullos y las exclamaciones que estos tres habían provocado a su llegada no menguaban todavía.  Buscó a Brisia o a Sulin con la mirada,  una de las tres tenía que ir a darles la bienvenida y ella no quería ser la que lo hiciera, eso le hizo rechinar los dientes, ningún hombre le provocaba ese estado de ansiedad.
Le sorprendía que no se les hubieran abalanzado aún los presentes, pero seguían en estado de  ferviente excitación. Sin ubicar por ningún lado a sus amigas, se disculpó con el pintor con quien charlaba y se dirigió hacia ellos.

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