Planes tentadores…
- ¡Alain! – Exclamó Kendra en cuanto el muy listo apartó sus labios, que habían quedado a escasos centímetros de los suyos por que ella había movido el rostro, de lo contrario la habría besado en la boca. - ¿Cuántas veces tengo que decir que detesto esta forma de saludar?
- Siempre amor, aunque sería mejor que me correspondieras de vez en cuando – Sonrió descarado y se sentó enfrente de ella – Tanto tiempo sin verte.
- He estado ocupada, ¿como va tu trabajo?
- Trabajo, trabajo, contigo todo es trabajo. Tu barrera favorita para alejarme de ti. – Dijo con gesto cansado, que no menguaba lo atractivo que era.
- Te hemos hecho un hombre rico, no te quejes. – Alain era un artista con talento, sus esculturas empezaban a ser bastante reconocidas y sobre todo vendidas, ellas lo habían lanzado a la fama y el dinero cuando siendo un francés desconocido lo habían dejado exponer en Nueva York.
- Les debo mi vida, al menos la financiera. – Repuso. - ¿Cuándo saldrías conmigo? – Añadió meloso.
- Eres muy guapo, tienes mujeres por montones ¿Por qué insistes?
- Por que tú eres la favorita.
- ¿La favorita de un posible harén? – rió Kendra. – No me digas que ahora mismo vienes solo. – Movió la cabeza al ver que él no podía negar que había llegado sin compañía. – Eres incorregible, ya sienta cabeza por Dios.
- Mira quien lo dice… - Se levantó y le dio un beso en la frente – Nos estaremos viendo y ya verás como un día de estos caes en mis garras. – Esa frase la hizo sonreír y lo miró como diciendo “sigue soñando”.
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- Por lo visto es solo un amigo, algo cariñoso pero un amigo. – Decía Alexandro que se la estaba pasando en grande al ver la cara de pocos amigos de Rafael.
- Ya veo la clase de amiguitos que tiene este demonio de mujer. – Gruñó.
- ¿Ahora es demonio? No hace mucho era una princesita.
- Amaneciste de un gracioso insoportable ¿sabías? – Dijo Rafael.
Mientras hablaban no habían visto llegar a Sulin, que los había visto al entrar y viendo que Kendra aún no se había dado cuenta de su llegada, rápido planeó que Rafael y su guapísimo acompañante se les unieran. Enfundada en un vestido color cereza hasta las rodillas y unos tacones de vértigo, parecía haber salido de la portada de una revista de modas.
- Hola. – saludó y los dos hombres voltearon de inmediato al oír su voz. Ella sonrió radiantemente, la velada sería interesante si lograba que esos dos se sentaran con ellas. Brisia estaría de acuerdo en incordiar a Kendra, se lo merecía por haberlas preocupado tanto. Los dos se levantaron de sus asientos con suma caballerosidad.
- Lady Beresford. – Dijo Rafael – Que placer verla esta noche.
- Oh, por favor no me diga Lady Beresford, me hace sentir como si tuviera 70 años y aún llegando a esa edad, prefiero me diga mi nombre y que me tutee por supuesto. ¿Y usted es? – Dijo mirando a Alexandro que la observaba con una amplia sonrisa también.
- Disculpe la grosería de Rafael por no presentarme, ha andado en las nubes últimamente – Lo miro con intención - Soy Alexandro Angellis, un placer.
- Angellis, sé quien es ¿sabía que se ve más guapo en persona, que en las revistas?
Tanto Rafael como Alexandro rieron ante su comentario.
- Ese es todo un halago viniendo de una mujer tan hermosa. – Respondió Alexandro con su famoso encanto.
- Gracias. – Y sin inmutarse ante un comentario que le habían prodigado infinidad de ocasiones dijo: - Señor Angellis, espero nos acompañe a la exposición que tendremos en nuestra galería, estaríamos encantadas de que tanto usted como Rafael asistan.
- Dime Alexandro y será un placer ir.
- ¿Has venido sola Su? – Preguntó Rafael, mirando de reojo a Kendra.
- Sí, pero quedé de verme aquí con Ken y Bri. – En ese momento sonó el móvil de Rafael y se disculpó para atender la llamada, alejándose un poco.
- ¿Ken? ¿Bri? – Inquirió Alexandro.
- Sí, Ken está sentada allá – Y la señaló – Bri no tarda en venir, contratiempos de última hora.
- Nos gustaría acompañarlas, sino les importa - Dijo Alexandro y Su sonrió encantada.
- Por supuesto que no, nos encantará que nos acompañen.
- Tengo que marcharme. – Apareció Rafael de pronto. – Bueno, en realidad “tenemos” – dijo a Alexandro.
- ¿Qué sucede? – Preguntó él.
- Al parecer tenemos un problema con los viñedos de Francia. Miguel ya está allá, me ha llamado su asistente.
- Somos socios en algunos negocios. – Explicó Alexandro a Su.
- Lamento que tengan que irse, esperaba que pasáramos una agradable velada los cinco. – Dijo Sulin. – Pero, ¿cuento con ustedes para la exposición?
- Por supuesto Su, no lo dudes. – Dijo Rafael, dirigiendo de nuevo su mirada hacia Kendra que seguía abstraída mandando mensajes por el móvil.
- No faltaremos y quizás hasta Miguel venga con nosotros, me atrevo a decir que quedara fascinado con… la exposición. – Concluyó Alexandro y aunque a Su le pareció que diría otra cosa no dijo nada.
- Hasta entonces – Sonrió Su y se despidió de ellos.
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