jueves, 8 de marzo de 2012

Dark Angel 1 "Un Ángel a medianoche" Cap 13


Hacerlo o no hacerlo, esa era la gran interrogante pensaba Rafael pues se moría por verle el rostro y todo el cuerpo. Era una locura y él lo sabía, prefería infinitamente que en lugar de esa desconocida estuviera Kendra. Sin embargo, la situación tenía un tinte misterioso e intrigante y ambos fueron detonadores para aumentar su libido.

Ella quería apagar la luz, para que no le viera el rostro y él no sabía si hacerlo o no. si se negaba ella no aceptaría ir más allá y quizás fuera lo mejor ya que tener sexo con una completa desconocida no era lo ideal. Si apagaba la luz aún le quedaba el suave reflejo de la luna que entraba por los ventanales, que aunque prácticamente era nada, en algo le ayudaría. Fue hacia la lámpara y la apagó. Una muy difuminada luz de luna entró en la habitación, estaba oscuro en realidad y él maldijo por lo bajo por eso. y ahí estaba ella sobre la cama medio incorporada, fue hacia ella y sin darle tiempo a nada le arrancó esa especie de mascara o pasamontañas. No traía el pelo suelto, lo tenía en un moño que se había quedado un tanto deshecho cuando él había quitado lo que le cubría el rostro.  Tocó su rostro con sus manos y percibió que era bello igual que el resto de ella.

-      ¿Quién eres? – le dijo antes de besarla con intensidad.
-      Ya te dije. – Murmuró Kendra aun recuperándose de ese beso.
-      No, no lo has hecho. – Le decía mientras besaba su mandíbula e iba hacia el lóbulo de su oreja que mordisqueó suavemente haciéndola estremecer.
-      Un ángel… -  repitió lo que se le había ocurrido en ese juego de palabras que habían mantenido hacía unos minutos.
-      Ah sí, un ángel… claro. – Y empezó a devorarle la boca, mientras sus manos recorrían su cuerpo. Se puso encima de ella y Kendra sintió su peso sobre ella, pero en lugar de sentirse atrapada, se sentía más viva que nunca e incluso se olvidó que traía la mochila a la espalda y aplastaba la pintura.  Rafael buscó sus pechos y la manera de llegar a ellos sin la ropa, encontró el cierre y lentamente se lo bajó hasta la cintura, Kendra intentó detenerlo pero sin mucha convicción. Rafael vio que traía un sujetador de encaje que no detenía mucho sus pechos que eran del tamaño justo, ni demasiado pequeños, ni demasiado grandes. Los besó por encima del sujetador y ella se retorció esperando más, pero él decidió hacerla esperar y siguió su recorrido hacia abajo regando besos a su paso. Llegó a su ombligo y bajó más la cremallera.
-      ¡No, espera! – Pidió ella con voz ronca. Eso sería exponerse demasiado. Él no le hizo caso y bajó más la cremallera dejando al descubierto unas casi inexistentes braguitas, besó su vientre y la sintió estremecerse. Sonrió y notó que un ligero destello de luna le permitía ver mejor esa zona.

Y notó lo que al parecer sería un tatuaje, uno pequeño en la parte más baja de su vientre, parecían unas alas pero no estaba seguro y cuando iba a inspeccionarlo más a fondo.  Ella se movió y rápida como un rayo lo rodeó con sus piernas y le dio la vuelta, quedando ella encima de él esta vez. Sorprendido por ese movimiento y a punto de ponerla bajo él de nuevo, se quedó quieto al ver como ella descendía hacia él y tomaba su boca de nuevo y lo hacía olvidarse de nada más. Ella lo besaba sin vacilación alguna, con pasión desbordante.

Sintió deslizar sus manos enguantadas por su cuerpo y odio eso, quería sentirla sin nada sobre la piel, pero la boca de ella era demandante y ambos se perdieron en el momento, Rafael intentó meter sus manos de nuevo entre su ropa, aprovechando que la abertura que había dejado él al bajar la cremallera, ella lo detuvo  y se levantó de nuevo sin dejar de permanecer sentada sobre él, tenerla encima era sumamente delicioso, lo fue más cuando ella empezó a moverse levemente al principio, rozando su cuerpo contra su miembro, en realidad era su sexo rozando el suyo, pero con la enorme y tremenda diferencia que había ropa de por medio.

Rafael se sintió a punto de explotar, la tomó de las caderas y ella echó la cabeza hacia atrás, con una mano se acarició inflamándolo más de deseo, pasó su mano por sus pechos, por su cuello y por la nuca, cuando iba ponerla de nuevo sobre la cama para quitarle todo y acabar con esa necesidad que lo consumía, ella quitó sus manos de sus caderas y en un rápido movimiento le puso unas delgadas cintas de metal en las muñecas, alcanzó a oír unos clicks, asombrado se dio cuenta que ella lo había esposado, no parecían esposas normales, eran pequeñas y compactas pero lo suficientemente resistentes como para no poderlas quitar.
Ella salió enseguida de la cama y con una rapidez para envidiar salió corriendo por la puerta de la habitación, él rugió de furia y la llamó a gritos, diciendo que lo lamentaría. Abrió la puerta de la habitación con un poco de trabajo para ir tras ella y con todo el escándalo inmediatamente entraron sus guardaespaldas que custodiaban fuera de la habitación, él los había mandado a dormir, pero ellos por lo general recordaban las palabras de su Jefe de seguridad, Fabio… que si algo le pasaba a Rafael, personalmente los asesinaría y sin dejar rastro. Así que no lo dejaban solo casi nunca, sabían que Fabio cumpliría la amenaza. Esta vez fue de lo más útil que estuvieran allí pues entraron de inmediato al oír el alboroto. Él estaba más que furioso, ya que ni rastro había de ella. Dio una media versión de lo ocurrido y no encontraron nada excepto que había salido por el balcón, en cuanto le quitaron las pequeñas esposas desquitó su furia arrojando un costoso florero contra la pared. Varios de sus hombres bajaron a la calle en un intento de encontrarla, y ninguno se atrevió a seguir el camino que ella había elegido: las cornisas, no los culpaba ya que estaban a varios pisos de tierra, realmente esa mujer tenía alas. Él definitivamente no la hallaría, al menos no esa noche. Pero él la encontraría y le haría pagar, no sabía aún como, pero lo haría.

Fue a la habitación por un albornoz y en cuanto volvió aun con el coraje bulléndole por todo el cuerpo, uno de sus guardaespaldas le preguntó si se había llevado algo la ladrona. ¡La pintura! Claro, por que dinero en efectivo o algo más valioso no había en la habitación. En eso llamó su atención un cuadro fuera de lugar cerca de la televisión, fue hacia allá y sin podérselo creer vio que se trataba del Rembrandt. ¿Por qué estaba allí esa pintura? Se suponía se la darían por la mañana. ¿Ella la había regresado? Ella había sido, de eso no tenía duda pero, ¿entones por que se había llevado la pintura que había obtenido en la subasta ese día? No tenía sentido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...