martes, 6 de marzo de 2012

Dark Angel 1 "Un Ángel a medianoche" Cap 12


Rafael no se lo podía creer ¿Qué hacía una mujer que a todas luces era hermosa en su habitación? No era una broma de los amigos, si así fuera no llevara esa especie de mascara en el rostro. En su espalda llevaba una pequeña mochila y un rollo grande que parecía ser una pintura. Era una ladrona ni más ni menos y una preciosa. Podía llamar a su equipo de seguridad, y lo haría, pero no todavía, el asunto se ponía interesante ya que al parecer ella  no estaba dispuesta a dejarse atrapar.

 Y le recordaba a Kendra, sus ojos relampagueaban furiosos, aunque no alcanzaba a ver de que color eran, la luz de la lámpara no daba para eso, no sabía que le pasaba pero en todos lados parecía verla o ver a alguien que se la recordaba ¿Qué le había dado con esa mujer? Hacía unas horas había creído ver su doble en una mujer en avanzado estado de gravidez. No había perdón para eso, una mujer embarazada ¡Por todos los cielos! Era rubia pero se la recordó demasiado, se había atrevido a caminar hacia donde la había visto entrar y por poco había tocado la puerta para preguntarle si era pariente de Kendra o algo así.

Definitivamente que Kendra Wellesley lo estaba dejando del todo trastornado y ahora esa ladrona tenía un asombroso parecido a ella y eso que estaba cubierta con una mascara y no podía ver su cara para nada. Después de tediosas horas en compañía de gente que no se cansaba de querer impresionarle o agasajarle estaba harto,  había ido a la opera por que su tío abuelo se lo había pedido y él no se había negado, lamentablemente algo le decía que por ello todo mundo sabría que era el heredero de su tío y de su título además, si ya las mujeres lo asediaban con interés ahora sería peor, la cacería empezaría y sería de ellas hacia él no alrevés, cosa que detestaba, le quitaba la chispa, la emoción al asunto.

Pero ahora el cazador era él con Kendra, pero mientras, esa noche, se divertiría con esa belleza que estaba en un lugar de lo más sugerente… su cama y que no se movía de allí al parecer analizando que paso dar. Por supuesto que no tendría nada con ella, no estaba loco, pero al menos su día empezaba diferente, por que era medianoche, pero un nuevo día.

-      Creo que sabes que no te dejaré ir. – Dijo avanzando lentamente hacia ella. Ella no retrocedió, siguió mirándolo sin moverse  y a él le agradó esa actitud de temeridad. Utilizó la cama como impulso y brincó ágilmente lejos de él. Él fue hacia ella nuevamente con esa lentitud enervante.

Kendra había salido  de la cama esperando encontrar otro punto de apoyo que le permitiera brincar por encima de él o al menos que la llevara más cerca de la puerta, él seguía bloqueando la salida. Alzó la vista y vio un candelabro que no estaba demasiado lejos del piso, ella era alta con un buen impulso podría colgarse o tirarlo y aprovechar para escapar. No, no, tenía que tomar una decisión que la llevara en realidad a salir de allí no ideas que la dejaran peor que antes.

-      Creo que no sabe que sí me iré. – Repuso ella con acento americano y lo hizo casi susurrando para que no reconociera su voz. Él por supuesto entendió y aunque seguía sin reconocerla su acento no le había pasado desapercibido.
-      Así que te crees muy lista ¿Eh? – Ella sonrió. Brincó hacia una silla y de la silla a lo alto de una cómoda, lo hizo con rapidez y sin problemas, él no la perdió de vista.
-      ¿Eres una especie de felino? Un felino volador. – Dijo Rafael viendo como ella lo evadía con habilidad y tan solo para despistarlo pues su vía de escape aun le quedaba lejos.
-      Los felinos no vuelan – Susurró ella.
-      Pero los ángeles sí. – Dijo él - ¿Qué clase de ángel eres? – Le preguntó siguiendo el juego. - ¿Un ángel malvado?
-      No. tan solo un ángel a medianoche. – Repuso ella sin dejar de hablar en voz baja y con acento.
-      Interesante…  - Así que era americana, hermoso cuerpo, voz sensual y aterciopelada que sonaba de lo más sugerente gracias a que ella había decidido hablar en voz baja ¿Qué clase de táctica era? ¿Querría seducirlo?

Kendra decidió sorprenderle de alguna manera, él no se movería de su sitio y desde donde todo ángulo no le permitía salir. Se bajó de la cómoda y esta vez fue ella la que caminó hacia él mientras seguía calibrando que hacer. Quedó frente a él y lo recorrió con la mirada, no era su intención pero no pudo evitarlo.

-      ¿Te gusta lo que ves? – Le preguntó él con voz ronca.
-      Mmm... – Fue lo único que dijo ella.
-      ¿Quién eres? ¿A que has venido? – Le dijo él y ella no habló, solo miró sus ojos azules, estaba cerca, tan cerca…de él, pero no de la puerta le recordó su parte lógica, pero prevalecía el fuego que le recorría toda al tenerlo así de cerca y tan desprovisto de ropa.

Él hizo ademán de quitarle el pasamontañas, ella lo esquivó y con un dedo le indicó que no lo hiciera más.

-      ¿Ocultas una cara horrenda, acaso? – Preguntó él con burla y vio chispear sus ojos ¿de que condenado color serían? Seguía sin poder averiguarlo. Se acercó más y esta vez ella retrocedió un paso. – Miedo no tienes… - aseveró él y ella volvió a negar con la cabeza, claro que no lo tenía. – Tengo que entregarte lo sabes. – Ella no contestó a eso. – No tienes escapatoria…

Eso es lo que tú crees, pensó Kendra ¿Cómo sorprenderlo? Sólo había una manera… Avanzó hacia él nuevamente, se pegó a su cuerpo duro como el acero, musculoso y firme, la excitación la recorrió, pero se obligó a controlarse. Era la primera vez que hacía algo así para salir de una situación difícil. Él no se movió de su sitio al parecer disfrutando de la situación, ella buscó su boca y lo besó, el pasamontañas permitía hacerlo aunque no tan libremente. Al principio no detectó respuesta, pero de que lo había sorprendido lo había hecho, iba a aprovechar ese momento de sorpresa para irse, pero unos fuertes brazos la rodearon impidiéndole cualquier movimiento. Ella alzó el rostro con sorpresa y de súbito sus labios fueron atrapados por los de él, al contacto de su boca Kendra sintió que la recorría el fuego en todo su ser, él la besaba sin darle tiempo ni a respirar,  ella se abandonó por completo a las sensaciones que él le producía. Él agarró su trasero y la levantó sin despegársela del cuerpo y la llevó a la cama.

-      Quítate  lo que traes en la cabeza. – Dijo él deteniéndose un momento.
Eso la sacó de su trance y empezó a ponerse realmente nerviosa. Negó con la cabeza y él le sonrió burlón.

-      No puedo besarte como debe ser. – Le dijo.

¿Qué no podía? ¡Pero si ese hombre la estaba volviendo adicta ya a sus besos! ¿Y aun no la había besado como era debido?  Entonces… ¿Cómo sería…? ¡Detente Kendra! Se obligó, busca la manera de salir, si la descubría todo sería un enorme desastre.

-      Lo haré si apagas la luz. – Fue la respuesta de ella.


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